También los abuelos vienen en todos los tamaños, en todos los colores, en todas las formas. Los hay flacos, los hay gordos, los hay ricos, los hay pobres, unos serán altos y otros serán bajitos.
La cabeza de los abuelos es blanca porque la coronó la belleza. Sus anchas frentes nos dicen que en esa urna sagrada se represó la experiencia.
Los ojos de los abuelos tienen profundidad de filósofo y color de atardecer.
Sus amplias narices olfatearon la vida para descubrir lo que está bien y lo que está mal.
Unos labios abuelos se mueven a toda hora para contar interminables historias de las acciones vividas con pasión.
Las manos se mueven acompasadas para desgranar el rosario de las necesidades de los que ama.
Las huellas de los abuelos se marcan en...