“Sin controles legales y sociales a la autoridad presidencial, las elecciones cobran mayor importancia como límite al poder estatal. Sin embargo, es difícil confiar en que las elecciones futuras, especialmente en años de elecciones presidenciales, se celebren en igualdad de condiciones.” ... “Un sistema democrático no puede sobrevivir sin mecanismos que impidan que una victoria electoral temporal se transforme en un gobierno permanente”.
Probablemente pensarán que este párrafo es una descripción de Colombia, aunque aplica perfectamente, pero pertenece al reciente artículo “Hiperactividad Ejecutiva”, de Aziz Hug, jurista y profesor estadounidense, publicado en el London Review of Books, en el que advierte que: “En Estados Unidos, el Congreso, los tribunales, la administración pública y la sociedad civil hacen posible la democracia. Cuando estos fracasan, la elección política se vuelve ilusoria”.
El actual gobierno, una tribu de vengativos marxistas que supuestamente defienden a los pobres aunque finalmente terminan perjudicándolos más, sin necesidad de que todas sus nefastas reformas hayan sido aprobadas por el Congreso, incluso ofreciendo “jugosos incentivos”, ha logrado cumplir su cometido: destruir lo construido. Como el sistema de salud, que a pesar de sus problemas y mejoras pendientes, era uno de los mejores del mundo.
Como la ineptitud gubernamental aumenta y el tiempo para aprobar sus otras funestas reformas disminuye, finalmente, aunque no sorpresivamente, el gobierno destapó su ADN dictatorial y amenazó con saltarse al “desobediente” legislativo, proponiendo una “consulta popular”, que solo con los temas laborales destruirá lo que queda del aparato productivo, el poco empleo formal que existe y eliminaría la posibilidad de nuevos empleos.
Recordé esto que escribí en agosto de 2023 sobre las reformas petristas: “Y si la implantación legal fracasa, queda la opción del “Plan B-alcón” y la activación de la “milicianización” al estilo venezolano”.
Una consulta popular petrista tendría mucha opción de ganar porque las preguntas serían: ¿Usted quiere que el salario mínimo se duplique? ¿Usted quiere que las horas extras se paguen al triple? ¿Usted quiere que el recargo nocturno empiece a las 4 p.m.? ¿Usted quiere que aun si lo pillan robando en la empresa, no lo puedan echar? ¿Usted quiere que la empresa no la dirija quien arriesgó su capital sino los líderes sindicales que usted paga de su salario?
Si el Senado le aprueba al gobierno marxista una consulta popular, ni siquiera habrá ilusiones de cambio en las elecciones del 26, en caso de realizarse, y una avalancha destructora iniciará el fin del país.
El futuro de Colombia está en manos de los Senadores de la República, porque no creo que la Corte se niegue a la consulta. Yo quisiera confiar sin temor, porque los hay dignos, pero no apuesto la sangre por todos ellos. Espero equivocarme y si salvan al país, seré el primero en agradecerles por hacer lo debido y esperado. De volverse cómplices del gobierno marxista, tocará aceptar que Theodore Roosevelt tenía razón cuando dijo: “Cuando pasan lista en el Senado, los senadores no saben si responder “Presente” o ‘No culpable’”.
Cuando al capellán Edward E. Hale le preguntaron si rezaba por los senadores contestó: “No, miro a los senadores y rezo por el país”.