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Por Humberto Montero - hmontero@larazon.es
El mundo quema más carbón que nunca y no para calentarse, sino para cargar las baterías de los móviles, tabletas, nutrir a los centros de datos mundiales, los superordenadores que controlan las redes sociales y, cómo no, para que los coches eléctricos “reposten”. El mundo cada vez más “verde” en el que no se gasta en papel y todo es aparentemente inocuo y sin humos a la vista, se torna en una inmensa nube negra, con el hollín cubriéndolo todo, tras bambalinas.
El planeta devoró 8,70 billones de toneladas de carbón en 2023, un 2,6% más. El 80% del consumo provino de Asia. China, el mayor productor, importador y consumidor, incrementó su demanda para generación eléctrica un 8% y no eléctrica un 2,5%. El auge del carbón coincide con el despegue un 7% de la demanda eléctrica y con la expansión de los coches enchufables chinos por Europa. Pekín se ha lanzado con un vigor inusitado a desarrollar estos vehículos con ayuda del régimen, algo que ha generado agrias disputas arancelarias con Bruselas, mientras los cargaba quemando más y más carbón.
La descarbonización global se cae por el extremo que, curiosamente, más impulsa el coche eléctrico. La Agencia Internacional de la Energía admite en su último informe sobre el sector hullero que a pesar del desarrollo de la eólica y solar en china, buena parte del crecimiento de la demanda de electricidad en China lo cubre la generación con carbón “por la baja disponibilidad de las plantas hidroeléctricas”. ¿Qué hace China si sube la demanda y sus renovables no tiran? Quemar carbón a espuertas, 276 millones de toneladas más, hasta alcanzar el récord de 4.883 millones de toneladas en 2023, más de la mitad de todo el mundo. Y China quema cada vez más porque tira cada día más de las reservas propias, una de las mayores del mundo. Y es que la calidad del carbón chino es menor y genera menos energía, lo que hace necesario un mayor volumen.
Mientras el consumo de carbón en Europa se desplomó un 23% y un 17% en Estados Unidos y se espera que el declinar prosiga, la AIE estima que China e India sigan elevando el consumo global. Para el conjunto de este 2024, la AIE espera un alza del 0,4%, hasta los 8.737 millones de toneladas.
Y es que la demanda de carbón para generar electricidad crecerá en China un 0,9% en 2024 pese al desarrollo fotovoltaico y la mayor disponibilidad hidráulica.
El fervor con el que China ha afrontado la electrificación tiene mucho que ver con el carbón. El gigante asiático dispone de las terceras reservas mundiales, con un 14%, empatado con Australia y solo superado por EE UU (22%) y Rusia (15%). De hecho, China es el mayor productor. Junto con India e Indonesia acaparan el 72% del mercado, pero es Pekín el que lo controla. Porque entre importaciones y la creciente producción propia -sobre todo en la región de Shanxi- China acaparó más de 5.000 millones de toneladas por los 1.000 millones producidos por India o los 775 millones de toneladas de Indonesia.
Mientras, China aprovecha para desengancharse de su aguda dependencia del petróleo, del que es el mayor importador global pues apenas dispone de reservas: produce algo más de 4 millones de barriles de crudo cada día por los 15,3 millones de barriles diarios procesados.
La prueba de que a China le interesa la electrificación es que sus marcas de vehículos eléctricos puros acaparan el mercado de ventas. Aunque Tesla se mantiene como el mayor fabricante, seguido muy de cerca por la china BYD, lo cierto es que, entre esta, el grupo Geely, GAC y SGMW las marcas chinas copan más de la mitad de las ventas mundiales. Que no nos cuenten más cuentos (chinos).