La grandeza de los pueblos se mide, entre otras cosas, por enfrentar los problemas más graves de entre los que son importantes, sabiendo priorizar. Y qué duda cabe de que el hambre, la pobreza extrema, la desigualdad, la amenaza del Estado Islámico, el cambio climático y la tragedia de los desplazados involuntariamente —6 millones en 2014— ocupan ese doloroso primer plano. Los demás asuntos deberían quedar relegados a un segundo o tercer lugar.
España, en el seno de la Unión Europea, debe responder a estos problemas, en este momento unir fuerzas frente al Estado Islámico y abordar la tragedia de los desplazados se sitúa en primer término. Son dos cuestiones diferentes y es necesario distinguirlas con claridad, porque algunos grupos están utilizando...