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Hora de buenas alianzas

Si no se ofrecen alternativas distintas de las que elabora el gobierno como nuevos disparates para imponer reformas a toda costa, muy pronto quedará al descubierto la fragilidad de los acuerdos.

03 de julio de 2023
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  • Hora de buenas alianzas

Por Juan José García Posada - juanjogp@une.net.co

En la comedia política rara vez había sido tan urgente y necesaria una alianza de partidos y movimientos unidos en la defensa de valores y métodos democráticos. ¿Será posible que las facciones diversas pero asociadas por el apremio de acuerdo y el criterio de responsabilidad formen la coalición que se anuncia desde el liberalgavirismo y el vargasllerismo para contener las arremetidas del régimen patidifuso, errático y pendenciero que va a cumplir un año de esterilidad e ingobernanza? ¿Tendrán el suficiente altruismo los que proponen y respaldan esa conjunción de propósitos y voluntades y serán capaces de renunciar a egoísmos tribales? ¿Habría otra coalición particular en Medellín, ajustada a las circunstancias locales y con características propias?

Ojalá no se limite la nueva coalición nacional a una simple y transitoria declaración de buenas intenciones que ni trascienda ni cause resultados provechosos. Si se trata es sólo de frenar al petrismo autocrático, es fácil vaticinar el fracaso de la nueva propuesta pluripartidista. Si el único objetivo consiste en agrupar en el Congreso una nueva mayoría oposicionista, sólo será una operación fugaz. Y si no se ofrecerán alternativas distintas de las que elabora el gobierno como nuevos disparates para imponer reformas a toda costa, muy pronto quedará al descubierto la fragilidad de los acuerdos, así como la impotencia de una clase política tradicional muy astuta y maliciosa para afrontar emergencias pero nada inteligente ni futurista para pensar en un proyecto de país, diferente del que se esfuerza por improvisar el nuevo partido único arrogante y retador, divisionista y aislado de los intereses nacionales y de los propósitos dirigidos al bien común.

Una gran alianza, pero libre de personalismos y cacicazgos, es la que reside en el sentimiento general dictaminado por las mediciones de las tendencias de opinión en que están evidenciándose una desaprobación enorme y una deslegitimación sin antecedentes del pésimo gobierno. Además de lo anterior, que en Medellín hayamos tenido que aguantarnos la peor alcaldía de la historia, es una advertencia preelectoral, para que no se repitan los errores que marcaron el brinco al vacío de la administración distrital y el colapso de las tradicionales relaciones de cooperación entre universidades, empresas, estado y organizaciones sociales. Que los orientadores políticos sensatos en la capital de Antioquia acepten a su turno el clamor ciudadano por una coalición que enderece el curso torcido de la historia municipal.

En su clásico libro Los partidos políticos, Maurice Duverger habla de las alianzas: “Algunas son efímeras y desorganizadas: simples coaliciones provisionales, para beneficiarse de ventajas electorales, para echar abajo a un gobierno o para sostenerlo ocasionalmente. Otras son durables y están provistas de una sólida armazón, que las hace parecerse a veces a un superpartido”. No se equivoquen los que toman las decisiones políticas en la nación, pero tampoco desperdicien la oportunidad de unirse los llamados a liderar la ciudad indignada que se ha hecho visible y audible en las calles, los cafés, los buses y taxis y los hogares.

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