Amable lector: Cuando éramos niños disfrutamos leyendo la obra de Jonathan Swift: “Los viajes de Gulliver, escrita por los años de 1730. El argumento está basado en un viaje por mar, que luego de un fuerte viento, el barco se partió en dos. Varios de los tripulantes estuvieron luchando contra las olas. Finalmente cuando él despertó se encontró con unos pequeños seres, tan diminutos con relación a él que máximo tendrían unos pocos centímetros.
Durante un tiempo convivió con ellos, pero algunos envidiosos lo obligaron a fugarse. De nuevo en la mar ocurrió algo similar: un desastre. Al abrir los ojos se halló frente a unos seres corpulentos que lo miraban asombrados por su diminuta figura.
Antes, él era un gigante y ahora era una pequeña criatura. Sin detenerme en los capítulos finales de esta obra, los dos primeros invitan a reflexionar sobre los numerosos candidatos a ocupar el Palacio de Nariño.
El primer viaje de Gulliver es similar o parecido a las campañas de los candidatos a la presidencia, que con sus propuestas para mejorar las condiciones de vida de buena parte del pueblo colombiano, sus figuras adquieren las proporciones de verdaderos gigantes.
En cambio, en el segundo, es decir, cuando uno de los aspirantes alcanza el manejo del Estado y enfrenta las soluciones de los múltiples y complejos problemas que nos afligen a todos, su figura se empequeñece. Tal como ocurrió después del último naufragio, que parecía un enano.
Este símil, no dista mucho de la realidad de nuestro país, que con muy pocas excepciones, hemos contado con mandatarios mediocres e incapaces de impulsar el desarrollo económico y con ello el bienestar de la gente. Es un hecho que el país durante las últimas siete décadas realizó un enorme cambio, que ha permitido mejorar el nivel de vida sobre todo de los más pobres.
Si se tomara una foto por los años 50 del siglo pasado sobre las condiciones de vida del pueblo colombiano, causaría asombro saber que el analfabetismo rondaba el 40 %, la mayoría carecía del servicio de salud, muchos de energía eléctrica y agua potable y las viviendas de la población eran infrahumanas. Hoy es un mundo diferente; pero falta más. En contraste, en Cuba y Venezuela es lo opuesto a la foto.
En buena parte, este cambio se debe al sector privado. La gente lucha por tener una vida digna. Para continuar con este proceso, es imprescindible que haya autoridad y orden.
Los empresarios, que incluyen a quienes poseen un pequeño negocio, un taxi, una moto, una guadaña, solo requieren de un mandatario que les dé seguridad. Es por ello que su voto en las próximas elecciones se debe dar al más capaz, de mayor experiencia y carácter.