En uno de mis recuerdos más tempranos, estoy en un patio escolar ante una fogata. Los niños están gritando y revoloteando mientras que el maestro atiza el fuego, en el que una ridícula marioneta del Tío Sam está quemando. La imagen me vino a la mente el miércoles, mientras escuchaba los discursos de Raúl Castro y Barack Obama sobre el restablecimiento de relaciones entre Cuba y los Estados Unidos.
Generaciones de cubanos han crecido con la obstrucción de la propaganda oficial en contra de los Estados Unidos. A medida que las palabras dirigidas en contra de nuestros vecinos hacia el norte se hicieron más agresivas, nuestra curiosidad creció. Abrumados por la precariedad material, desilusionados porque las supuestas reformas de Raúl Castro no...