Fascinados, conmovidos, asombrados, aunque llenos de dudas, los mexicanos escucharon ―por primera vez, desde su muerte en 1954― la que podría ser la voz de Frida Kahlo, su más importante pintora, en una vieja grabación recuperada por la Fonoteca Nacional.
El audio con su voz fue hallado en enero de este año en el estado de Tlaxcala en los archivos sonoros de un locutor de radio que aseguraba tener una grabación del muralista Diego Rivera ―esposo de Frida―cantando.
La grabación es de 1953 o 1954, según informó Pável Granados, director de la Fonoteca. En ella, ante un magnetófono portátil, Frida lee parte del texto que escribió en 1949 para el catálogo de la exposición “Diego Rivera, 50 años de labor artística”, realizada en el Palacio de las Bellas Artes.
“Advierto que este retrato de Diego lo pintaré con colores que no conozco: las palabras, y por esto, será pobre” advierte la pintora en la versión impresa del texto, que no aparece en la grabación.
Luego describe al hombre que amó y odió y traicionó y volvió a amar, como una criatura “con cabeza asiática, de la que nace un cabello oscuro tan delgado y fino que parece flotar en el aire... Un niño grandote, inmenso, de cara amable y mirada triste”.
Después se detiene en su sonrisa y en sus ojos “saltones, oscuros, inteligentísimos y grandes... difícilmente detenidos, casi fuera de las órbitas, por párpados hinchados y protuberantes, como de batracio... sirven para que su mirada abarque un campo visual mucho más amplio, como si estuvieran construidos especialmente para un pintor de espacios y multitudes y muy pocas veces desaparece de su boca búdica, de labios carnosos, una sonrisa irónica y tierna, flor de su imagen”.
“Viéndolo desnudo, se piensa inmediatamente en un niño rana, parado sobre las patas de atrás... sus hombros infantiles, angostos y redondos, terminan en unas manos maravillosas, pequeñas y de fino dibujo, sensibles y sutiles como antenas que comunican con el universo entero”, dice Frida.
“Es asombroso que esas manos hayan servido para pintar tanto y trabajen todavía infatigablemente”.
Después de una pausa en la grabación, se escucha la voz de un locutor que anuncia: “Y con una conmovedora ternura termina este relato diciendo...”
“Su forma es la de un monstruo entrañable al cual la abuela, antigua ocultadora, la materia necesaria y eterna, la mujer entre todas ellas, yo, quisiera siempre tenerlo en brazos como a un niño recién nacido”.
Aunque la mayoría de los mexicanos celebraron en un comienzo el tono dulce, elegante y culto de Frida al leer sus palabras, el resto de la semana la autenticidad de la voz ha sido controvertida por varios pintores, cineastas y discípulos ―tanto de Diego Rivera como de Frida Kahlo― que aún sobreviven.
Una de ellas es la pintora guatemalteca Rina Lazo, de 95 años, quien durante mucho tiempo convivió con Frida. “La voz de Frida era siempre muy emotiva, tenía altos y bajos. La de la mujer de la grabación es de locutor. Es la lectura de un texto. Pero la voz de Frida era siempre muy exaltada, llena de vida, de emoción” dijo a la revista Proceso.
En cambio, Guadalupe Rivera, hija de Diego Rivera, sí reconoció la voz de la pintora. Su hijo, Diego López Rivera, por el contrario, dijo: “Esa voz no es la de una mujer que tuvo una vida de mucho desgaste físico, que fumaba y bebía y que respiraba con dificultad”.
Lo que no está en discusión es la autenticidad del texto leído en el audio. Es de Frida Kahlo: una expresión de su amor atormentado por ese monstruo entrañable con párpados de batracio, al cual quiso siempre tener en brazos “como a un niño recién nacido”.