El 20 de marzo salió el Reporte Mundial de la Felicidad que publica anualmente las Naciones Unidas y por sexto año consecutivo Finlandia obtuvo el primer lugar entre más de 130 países (contrario al mito urbano, Colombia ocupó el puesto 72). Casualmente me encontraba en Helsinki esta semana y aproveché para preguntarle a algunos ciudadanos que los hacía tan felices, a pesar de que en plena primavera la temperatura promedio era 10 grados centígrados bajo cero y las tormentas de nieve no paraban. Después recopilar evidencia anecdótica, comparto tres razones que ayudan a entender ese estado de satisfacción y complacencia con la vida, el cual es característico de los finlandeses y compartido por los habitantes de los otros cuatro países nórdicos (Dinamarca, Islandia, Noruega y Suecia) que figuran en el top 10 de este índice.
En primer lugar, el estado de bienestar que tienen estos países es un factor de tranquilidad colectiva, en el qué gracias a un sistema de tributación altamente progresivo, sus habitantes tienen garantizados los servicios de salud, educación y pensión. El finlandés promedio sabe que además de gozar de una generosa licencia de paternidad y maternidad, sus hijos recibirán una educación pública de alta calidad y que, tanto en la enfermedad como en la vejez, el estado se hará cargo de sus necesidades.
Un segundo factor que le genera felicidad a los finlandeses, son sus altos estándares ambientales y su relación con la naturaleza. En 1990, Finlandia fue el primer país del mundo en introducir un impuesto al carbono, el cual ha sido fundamental para incorporar fuentes de energía limpia a su matriz de generación, electrificar la industria y el transporte, y promover una cultura de economía circular. El país cuenta, además, con un mandato legal para ser carbono neutral en 2035, 15 años antes que la mayoría de los países, y carbono negativo en 2040. Adicionalmente, para proteger el 65 por ciento de su territorio que está cubierto por bosques, por cada árbol talado es obligatorio sembrar tres más. Los finlandeses son amantes de la riqueza natural de su territorio y una de sus aspiraciones es pasar la mayor parte del verano en sobrias cabañas en la mitad del bosque, en donde los lugares más apetecidos son los que, paradójicamente, ofrecen menos comodidades.
El tercer factor, y en mi opinión la clave de la felicidad, es la confianza que han construido los finlandeses alrededor de sus instituciones, comunidades y conciudadanos. La confianza está basada en principios inquebrantables como la honestidad, la solidaridad, la decencia y la transparencia, los cuales les han permitido desarrollar solidas estructuras de gobernanza, practicante eliminando la corrupción en el país. Por ejemplo, más del 80 por ciento de los finlandeses manifiestan confiar plenamente en la policía y en el sistema de salud y de educación. Justamente esa confianza en las instituciones y en las personas, explica también la armoniosa relación que existe entre el sector público y privado, y porque Finlandia es catalogado como uno de los países más seguros y libres del mundo.
*Miembro Distinguido Visitante del Centro de Política Energética
Global de la Universidad de
Columbia en Nueva York