En nuestro lenguaje el término “escándalo” suele usarse como sinónimo de gritería, pero en su origen designa la piedra de tropiezo, y por eso Jesús en el Evangelio (Marcos 9, 38-48) usa el verbo escandalizar para referirse al hecho de hacer caer a otros. Es curiosa en este sentido la relación entre la piedra de tropiezo y la “gran piedra de molino”, atado a la cual dice Jesús que debería ser echado al mar todo aquel que escandalice a los “pequeños”.
El escándalo al que se refiere Jesús tiene que ver con el maltrato a menores, cuyos responsables –que no son sólo gentes del clero sino también laicos y laicas, no sólo célibes o solteros, sino también casados o convivientes en pareja, y no sólo de la religión católica, sino también de otras confesiones...