Alma y Pedro se amaban, tenían poco tiempo de casados (quizás un año y tanto) y la vida los sorprendió con un triple embarazo. Llegaron al mundo Pepa, Julieta y Bruno, para alegrar a esta joven pareja que aún conservaba el idilio de los primeros años matrimoniales. Al poco tiempo (a lo mejor con días de nacidos los trillizos) una tragedia cambió el rumbo de estas “dos oruguitas”: La violencia obligó a Pedro y Alma a dejar su pueblo (como tantos compatriotas) y en ese intento fueron separados. Pedro murió y Alma se quedó sola a cargo de sus tres bebés.
Este es el comienzo de “Encanto”, una película que sirvió como postre para un año difícil para Colombia. Disney sigue así viajando por el mundo, trayéndonos películas que van más allá de los castillos, las princesas o los animales como protagonistas. Con Disney ya hemos podido visitar a Brasil (Río 2011), Polinesia (Moana 2016), México (Coco 2017), Luca (sur de Italia 2021) y ahora Colombia (Encanto 2021).
La escena de la separación de Alma y Pedro es estremecedora. A los colombianos nos recuerda a tantos seres queridos (o quizás a la propia historia), que han tenido que enfrentar el drama de abandonar el propio pueblo sin un lugar seguro para llegar, arriesgando la vida como le ocurrió a esta joven familia en la que Pedro fue el gran sacrificado. Y a quienes no son colombianos (quizás la mayoría de los que vean esta película), es muy probable que les conmueva y les recuerde alguna pérdida o alguna situación injusta que hayan vivido.
Como a muchos compatriotas, me encantó ver Encanto. Por un lado, ver que Disney le apuesta a resaltar lo mejor de Colombia, que nos hace disfrutar de tantos elementos que hacen parte de nuestra cultura y folclor: la palma de cera, los fértiles paisajes con diferentes tonalidades de verde, Carlos Vives, los acordeones, los silleteros, los pueblos con sus casas coloridas, las fiestas familiares tan alegres, el sombrero vueltiao, la calidez de la gente y el valor de la comunidad como soporte en momentos difíciles.
Pero también ver los valores que transmite la película: la unidad de la familia, nunca exenta de problemas, historias que dejan heridas, hijos y nietos favoritos que dejan de lado aquellos que parecen no ser tan atractivos ni talentosos. Destaco también la entereza de la abuela Alma, quien fue capaz de levantar sola a sus hijos, luego a sus yernos y a sus nietos. De carácter duro, pues era mucho lo que había sufrido, pero también de corazón noble, capaz de pedir perdón, de regresar una vez más tras los pasos amargos de su temprana viudez para sanar sus dolores. Una gran matriarca.
Buen intento hizo Disney por visibilizar el valor de tantas grandes mujeres que de manera silenciosa han sacado el país adelante porque han sabido forjar grandes familias. Como dice la canción interpretada por Sebastián Yatra: “Ay mariposas, no se aguanten más, hay que crecer a parte y volver, hacia adelante seguirás. Ya son milagros, rompiendo crisálidas. Hay que volar, hay que encontrar. Su propio futuro”.