La matanza de Charlie Hebdo en París a comienzos de este año me golpeó con dolorosa fuerza. Eso se debe a que yo conocía al cartonista Georges Wolinksi, una de las 12 personas muertas en las oficinas de la revista satírica en Francia. En una ocasión él me dio una caricatura chistosa que hizo de mí en los días en que el personal editorial de la revista italiana Linus solía reunirse en un bar.
Gente en Francia y por todo el mundo condenó rápidamente el acto terrorista. Aparecieron editoriales defendiendo tanto el derecho de Charlie Hebdo a publicar caricaturas del Profeta Mahoma como el derecho a la libertad de expresión. Los dos terroristas islámicos que abrieron fuego en las oficinas de Charlie, junto con sus despiadados aliados en el grupo Estado...