Mientras todo termina, yo estoy aquí, mandando carticas de amor, me digo, y me da igual, la vida necesita salvarse de alguna manera. Y entonces empiezo, con la venia de Ramón Gómez de la Serna, culpable de tantos senos vistos. Junto entonces las palabras que serán para ti y me dedico a recordar tus senos.
Son los senos más perfectos que he visto en mi vida. Sí, lo sé, es un lugar común, pero los adjetivos son los adjetivos y para mí son perfectos, no les cambiaría nada: el tamaño, la forma, la dureza, la blancura, el sabor, todo me gusta, pero lo que más me gusta son tus pezones, rosaditos como tus Converse, suavecitos como tu lengua.
A veces pienso que tus pezones son autónomos, como que no hacen parte de tus senos, y es que llaman mucho la atención. Yo creo que tus pezones son un par de enamorados que salen por las noches a caminar por tu cuerpo, se sientan en tus rodillas, echan moneditas en la fuente de tu ombligo, sueñan con construir una casa de madera cerquita de tu sexo, ven el amanecer en tus muslos y solo cuando te miras en el espejo desnuda o saben que yo los voy a besar, se paran firmes otra vez en su lugar.
Tus pezones son libres, de eso no tengo duda, y por eso los miro tanto para ver cómo es que hacen todo eso y no dejan marcas sobre tu piel. Por eso cuando te digo que me los voy a llevar de un mordisco, es porque creo que perfectamente uno de ellos, o los dos, podrían acompañarme cuando tú no estés. Yo los montaría en metro, les preguntaría cosas sobre ti y los mojaría con mi lengua todas las noches para quitarles el calor.
Quiero que me dejes tus pezones cuando partas a ese viaje largo con el cual me has amenazado tantas veces, no quiero que nadie más los vuelva a besar, además, como tus pezones son seres autónomos e indocumentados, estoy seguro de que tendrían problemas en migración y no los dejarían entrar. ¿Te imaginas a los pobres en esas urnas plásticas compartiendo el resto de la vida con navajas, aerosoles y encendedores? No sería justo con ellos ni conmigo. Yo te los guardo bien, lo prometo, te los cuido y luego te los entrego si me das un beso largo apenas abramos la librería. Cierro los ojos y antes de despedir esta carta, me imagino que hoy no te pondrás dos pendientes sino tus pezones y me recordarás todas las veces que te mires en el espejo, que luce tan extraño en estos tiempos sin mí