Por Pablo Toro Tobón
Universidad de Los Andes
Facultad Economía, semestre 8
pablotorotobón@gmail.com
Desde que tengo 12 años he sido un fiel seguidor del fútbol americano: un deporte que por sus características de juego ha gozado de una mala reputación en nuestro país, donde se le tilda de violento cuando en realidad es sumamente interesante y estratégico.
En los últimos años se dio un debate en el cual se discutió si el equipo Washington Redskins, una de las franquicias más tradicionales de la NFL, debería cambiar su nombre. Las principales críticas aclamaron que, en los tiempos de la colonización del territorio, el término “Redskins” era utilizado para referirse a las tribus que habitaban allí, con el agravante de que este tenía una connotación peyorativa y era fácilmente intercambiable por “salvajes”. Sin embargo, un estudio realizado por el Washington Post encontró que 9 de cada 10 nativos americanos no se sentían ofendidos por el nombre.
Entonces, ¿se debía o no cambiar? La respuesta es sí, tal como lo oficializó el equipo.
En primer lugar, algo tan mundano como el nombre de un equipo deportivo no debería ser el causante de inconformidades en ningún sector de la sociedad, más aún cuando la finalidad última de estos es entretener. Si al menos una persona se siente atacada por el nombre, lo mínimo que se tiene que dar es el debate. Como lo dijo el expresidente Obama: “si yo supiera que el nombre de mi equipo ofende a un grupo considerable de personas, pensaría en cambiarlo”.
En segundo lugar, el entorno global ha generado un ambiente ideal para que se den este tipo de cambios. Movimientos recientes como el “me too” o el “black lives matter” han sentado un fuerte precedente en el que grupos sociales han logrado generar conciencia sobre situaciones del día a día.
Por último, por más drástico que parezca que un equipo deportivo cambie de nombre, en Estados Unidos esto es más común de lo que se cree. Por ejemplo, en 1995 el equipo de baloncesto de la misma ciudad, los Washington Bullets, cambió de nombre a los Washington Wizards debido a que el anterior tenía un significado violento.
En últimas, la palabra final la tuvieron los dueños del equipo, los cuales ponderaron la situación y tomaron la decisión más acertada. Una en la cual todos ganan y no hay afectados.
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