No es un lugar común decir que casi ninguna despedida es simple. Sobretodo porque acostumbramos a recordar lo pasado como una ráfaga de imágenes en retrospectiva: ¿Con quién hablé? ¿A quién conocí? ¿Qué sentí?
Era el 15 de octubre de 2013. Aquel sábado publiqué aquí mi primera columna. En ese entonces la titulé “Volver” porque tenía que ver con el momento de la vida en el que estaba: había regresado a Medellín después de casi 10 años por fuera. Y aunque venía con frecuencia a visitar familia y amigos, no tenía que lidiar con temas diarios olvidados: “tenemos cita con el doctor sólo dentro de 3 meses”, “cerrá el bolso para que no te roben” o “calladitas se ven más bonitas”.
Volví con la tranquilidad de las decisiones tomadas sin presión y que incluyen...