Siempre he pensado que la figura más bella de la supervivencia del Alma es la memoria que queda en los amigos, en los colegas, en los contemporáneos. En el caso de Nicanor esta memoria es verdaderamente infinita.
Tuve la fortuna de compartir con él en muy diversos espacios personales, familiares y profesionales. Fue mi amigo, mi jefe, mi compañero y mi colega en momentos muy importantes de mi vida. También, en de la vida de los amigos, la vida de mi familia, la vida de nuestra comunidad y de nuestro país. En cada uno de esos espacios me encuentro hoy con memorias que son un tesoro, llenas de alegría, de enseñanzas, de sabiduría.
En el terreno profesional, es quizás en el cual me es más factible compartir mis experiencias. Cuando fue Gobernador de Antioquia yo hice parte del equipo de la Alcaldía de Medellín, como Secretario de Hacienda de Juan Felipe Gaviria. En esa Administración, la visión y liderazgo de Nicanor, nos llevó a integrar un equipo muy bien unificado que constituye un orgullo para todos los que hicimos parte de él.
Pero fue en el sector financiero, donde fue mi jefe en la Bolsa, en Suramericana y, por último, durante muchos años en Bancolombia, en el cual él fue Presidente de la Junta, durante la mayor parte de mi estadía en esa organización, espacios donde siempre encontré toda la riqueza que significaba contar con su dirección y su consejo y toda la seguridad que representaba contar con su solidaridad y su compañía.
La visión que Nicanor tenía del trabajo, de la ética, de la sociedad, de la paz, muy especialmente de la paz, es un legado extraordinario que nos queda. ¡Nunca nos abandonará en nuestra memoria!.