La tasa de usura, que define el interés máximo que las entidades financieras pueden cobrar legalmente en Colombia, que es calculada mensualmente por la Superintendencia Financiera de Colombia, ha sido un instrumento diseñado para proteger a los consumidores de abusos, pero en el último año ha recibido cuestionamientos por su rigidez y falta de flexibilidad.
El reciente análisis de Colombia Fintech y Anif, denominado ‘El costo de la exclusión en Colombia: El impacto de la tasa de usura sobre la inclusión financiera’, pone sobre la mesa un problema crítico: lejos de fomentar la inclusión financiera, su aplicación actual estaría empujando a las personas de menores recursos hacia alternativas informales y peligrosas como el ‘gota a gota’, fomentando desigualdades y exclusión financiera.
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Este mercado informal, que opera al margen de la ley, cobra tasas de endeudamiento descomunales. Según el informe, los hogares que recurren a los ‘gota a gota’ enfrentan una tasa efectiva anual (EA) de 382,2%, más de 15 veces la tasa de usura vigente (24,9%).
Mientras tanto, los prestamistas informales manejan un promedio de 165,4%. Estas cifras contrastan con la rigidez del crédito formal, que deja fuera a gran parte de la población.
Desigualdad en el acceso al crédito
El informe también destaca desigualdades significativas en el acceso al crédito formal. Por ejemplo, hogares que ganan menos de un salario mínimo mensual legal vigente (SMMLV) tienen deudas equivalentes a 3,7 veces sus ingresos, mientras que aquellos con ingresos superiores a 4 salarios acumulan deudas de hasta 46 salarios, lo que refleja una mayor capacidad de negociación y acceso al sistema financiero formal.
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“El problema está en la falta de flexibilidad de la tasa de usura y la ausencia de mecanismos que permitan ajustar los intereses según el perfil de riesgo del cliente”, explicó Gabriel Santos, presidente ejecutivo de Colombia Fintech.
Y agregó que esto no solo limita las opciones de financiación para los sectores más vulnerables, sino que también expone a pequeños negocios y familias a abusos financieros.
Además, las pequeñas y medianas empresas enfrentan una situación similar: a menor tamaño, mayor dependencia de fuentes informales. Esto no solo limita su capacidad de crecimiento, sino que también las expone a tasas impagables que comprometen su sostenibilidad.
Sobre el impacto de la tasa de usura, el estudio detalló que, en los últimos 12 meses, 2,4 millones de colombianos salieron del crédito formal. Esto porque al bajar el límite máximo al que les pueden prestar, este es inferior a su nivel de riesgo y los deja por fuera de la oferta formal de crédito.
Por ejemplo, Marcela Torres, gerente de Nubank en Colombia, puntualizó que, por causa de la tasa de usura, en Colombia pueden aprobar menos créditos que en los otros países en donde tienen operaciones (México y Brasil). “De cada 100 personas que nos solicitan, solo les podemos aprobar a 15 o 20″.
Asimismo, un factor clave que agrava la exclusión financiera es la falta de educación en este ámbito. Según el estudio de Colombia Fintech y Anif, solo el 32,3% de las personas con educación primaria y el 62,6% de aquellas con posgrado logran responder correctamente preguntas sobre conceptos básicos financieros.
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Los pensionados, uno de los grupos más vulnerables, presentan los niveles más bajos de comprensión financiera, con apenas un 9% de aciertos. Este déficit educativo incrementa la probabilidad de caer en mecanismos informales como el ‘gota a gota’ o las casas de empeño, perpetuando un ciclo de exclusión y pobreza.
Tasa de usura: cambios en la metodología y sus impactos
Desde marzo de 2023, se han implementado ajustes metodológicos para el cálculo de la tasa de usura, como la eliminación de categorías como el microcrédito y la introducción de nuevos parámetros. Adicionalmente, en julio del mismo año, se adoptó un promedio ponderado basado en los montos desembolsados para calcular los créditos de consumo y ordinarios.
Es decir, el cálculo de créditos de consumo y ordinarios, basado en un promedio ponderado por montos desembolsados, ha reducido la TIBC y, consecuentemente, la tasa de usura. Esto ha generado un impacto desigual, dificultando el acceso al crédito formal para personas con menores ingresos o perfiles de alto riesgo.
Si bien estas medidas buscan reflejar mejor las condiciones del mercado, también han generado una disminución acelerada de la tasa de usura.
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Esto afecta de manera desproporcionada a quienes tienen perfiles de mayor riesgo, ya que muchas entidades financieras prefieren rechazar estas solicitudes en lugar de asumir el costo asociado al límite impuesto por la tasa de usura.
El presidente ejecutivo de Colombia Fintech ha señalado la necesidad de crear un sistema financiero más competitivo y eficiente. “La prioridad debe ser luchar contra la informalidad y la exclusión financiera. Un sistema con más competencia y flexibilidad podría generar mecanismos de protección al consumidor sin limitar el acceso al crédito formal, especialmente para los sectores más vulnerables”, aseguró.
Una de las propuestas destacadas en el informe de Colombia Fintech y Anif es la separación de la tasa de consumo de la tasa ordinaria. Esta medida, según el estudio, podría incrementar el stock de deuda formal en $10 billones y beneficiar a perfiles de mayor riesgo, ampliando significativamente la inclusión financiera.
“La evidencia muestra que una tasa de usura más flexible podría ampliar el acceso al crédito formal”, concluyó el presidente del centro de estudios económicos Anif, José Ignacio López.
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