Serafino Iacono es un nombre que aparece con frecuencia envuelto en escándalo. El empresario de los hidrocarburos y la minería ha dejado a su paso por Colombia la debacle de Pacific Rubiales, que terminó con un mal acuerdo para los pequeños inversionistas, y ahora amenaza la estabilidad de Ecopetrol, producto de su cercana relación con el presidente de la petrolera estatal Ricardo Roa.
Iacono nació en Venezuela hace 63 años, es economista de la Universidad de Nueva York. En el mundo de los negocios es conocido por su experiencia de más de 30 años en el sector de los hidrocarburos, el mercado de capitales y por, supuestamente, haber recaudado más de 4.000 millones de dólares en proyectos de recursos naturales, al menos así lo señala su reseña como director de Aris Mining.
Se mueve como pez en el agua entre empresarios y políticos, por sus acciones, podría decirse que le da lo mismo el uribismo que el petrismo, siempre y cuando le convenga económicamente.
Su hoja de vida está llena de altos cargos en empresas de renombre en el sector extractivo, entre ellas: GCM Mining (antes Gran Colombia Gold y ahora Aris Mining) y Pacific Rubiales, y Petromagdalena Energy, y ahora participa en numerosos proyectos comerciales y de recursos en América Latina, Canadá y Estados Unidos.
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El escándolo de Pacific Rubiales
Se dice que su olfato para los negocios lo condujo a Colombia en los primeros años de los 90. Donde siguió aprendiendo sobre la gerencia en el sector extractivo, además, su experiencia en la banca inversionista le ayudó a gestionar un músculo financiero para fundar Pacific Rubiales, un proyecto minero que operó por cerca de ocho años en este país.
La compañía la fundaron cuatro venezolanos el 23 de enero de 2008 en Toronto (Canadá), dos de ellos venían de trabajar en Petróleos de Venezuela (PDVSA), y conocían al dedillo el tejemaneje del sector, y Iacono apareció como un socio formidable, con la capacidad de levantar dinero para iniciar operaciones.
Los cuatro socios —Ronald Pantin, José Francisco Arata, Miguel de la Campa y Serafino Iacono— veían con buenos ojos meter plata en Colombia. Especialmente porlos alivios tributarios que se impulsaron en el gobierno de Álvaro Uribe para la inversión en el sector extractivo.
Pacific Rubiales resultó de la adquisición inicial de Pacific Ventures, una empresa familiar de cosméticos en Canadá, y de varias pequeñas petroleras privadas en Colombia y Venezuela, entre ellas Meta Petroleum, una empresa de Germán Efromovich, para entonces dueño de Avianca.
Desde entonces, Pacific y sus cuatro dueños se robaban las portadas de los principales medios de comunicación de Colombia, incluso, patrocinaba a la Selección Colombiana de Fútbol, y rápidamente se convirtió en la petrolera privada más grande de América Latina.
Tan importante se estaba haciendo Iacono en el mundo de los negocios que, en julio de 2010, el entonces presidente Uribe le concedió la nacionalidad colombiana en una ceremonia en la Casa de Nariño. Cabe resaltar que el empresario también cuenta con ciudadanía italiana.
Asimismo, se dice que Tomás Uribe (hijo del expresidente Uribe) asistió a su matrimonio. E incluso que Iacono llegó a ser uno de los financiadores de la campaña del exmandatario, según registros de la Silla Vacía.
Pero las cosas empezaron a cambiar y en 2011 iniciaron los paros en Puerto Gaitán (Meta) donde Pacific tenía los pozos principales, desde entonces empezaron a trascender las difíciles condiciones económicas que vivían los colonos de la región, que habían llegado esperando la bonanza.
Sin embargo, Iacono y compañía siguieron con su negocio, consiguiendo inversionistas en Brasil, Venezuela y Canadá. Pero, para 2014, el precio de las acciones se fue al piso. Ya para 2016, Pacific Rubiales reportó pérdidas por 900.000 millones de dólares, una cifra insostenible.
La explicación de los cuatro propietarios era que la caída de los precios internacionales del crudo les estaba pasando factura, sin embargo, luego salieron a relucir malos manejos de sus gerentes.