Las cuentas del gobierno cada vez están más apretadas, producto de un presupuesto desfinanciado con el que se hicieron cuentas alegres. Ya el Ministerio de Hacienda autorizó el primer recorte por exactamente $20 billones, dado que el recaudo tributario ha caído y se espera que gran parte de los ingresos con los que se contaban no llegue a las arcas públicas.
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Hasta ahora, no se han tocado los grandes presupuestos de educación y salud, como se temía inicialmente. Hacienda solicitó que cada entidad redujera su presupuesto en un 5,46%, pero los recortes afectaron principalmente a otras áreas. El mismo Hacienda, por ejemplo, verá reducido su presupuesto en $11 billones, de los cuales $8,5 billones provienen de transferencias y $1 billón del funcionamiento de la Dian. El Ministerio de Trabajo también sufrirá un recorte de $2,2 billones, que afectará principalmente las transferencias corrientes para prestaciones sociales y el Fondo de Pensiones Públicas Cajanal. El sector de Transporte enfrentará un recorte cercano a los $1,3 billones, principalmente en la inversión de la Agencia Nacional de Infraestructura.
El Decreto 0766 de 2024 que aplaza las apropiaciones presupuestales especifica en su artículo 2 que este no afecta los rubros a cargo de vigencias futuras, aunque si los compromisos no se concretan, la apropiación se considerará aplazada.
En el caso de entidades como la Procuraduría, la Defensoría del Pueblo, la Contraloría, la Rama Judicial, la Registraduría, el CNE, la Fiscalía, Medicina Legal, la Unidad de Búsqueda y la JEP el recorte es cercano a $1 billón, y la mayoría de ellas tendrán autonomía para determinar cómo distribuirlo.
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Hay que cortar más
Y, aun con todas las consecuencias que este recorte puede traer para las entidades e instituciones que contaban con la plata para llevar a cabo sus proyectos y pagar sus nóminas, es claro que se requiere apretar aún más el cinturón.
Desde que ese empezó a hablar de recorte, varios centros de pensamiento advirtieron que $20 billones no serían suficientes para equilibrar el presupuesto y que el tijeretazo tenía que ser aún más agresivo. Y el Gobierno ya es consciente de eso.
“En el escenario más negativo, pero más real, siempre estos son presupuestos y pueden variar en el tiempo, tenemos que disminuir la inversión pública de $96 billones de este año, a $57 billones el año entrante, para pagar deuda”, dijo el mandatario esta semana ante los militares, en un evento en el que, a regañadientes, admitió que no le quedan más salidas, puesto que lo que él prefiere, que es la emisión monetaria, no es aceptable en nuestro país donde hay “demasiado fundamentalismo económico y se considera que la emisión es satánica”.
“A veces hay que hacerla, la hicieron cuando se trataba de salvar banqueros, pero no la hicieron cuando se trataba de salvar la vida de los seres humanos puesta en peligro durante la pandemia”, y destacó que en ese periodo en el que el mundo entero luchaba contra la propagación del coronavirus, Estados Unidos sí imprimió más billetes.