JP Morgan, uno de los bancos de inversión más fuertes del mundo, recientemente indicó que no veía impulsores atractivos para las acciones colombianas en el futuro y mencionó “un escenario macroeconómico poco atractivo y un panorama político incierto”.
Después de eso, las acciones que se negocian en la Bolsa de Valores de Colombia se fueron al piso y el MSCI Colcap, el canasto accionario que indica el movimiento de los principales títulos, tocó niveles que solo se habían visto en 2020, cuando estalló la pandemia de la covid-19.
Todo ese revolcón y esa pérdida de valor vino luego de que JP Morgan indicara que “MSCI podría potencialmente reclasificar a Colombia fuera de los mercados emergentes, lo que podría provocar salidas de capital y una menor visibilidad. Después de la eliminación de Ecopetrol del índice en noviembre de 2022, las acciones colombianas están cerca de no cumplir el umbral de liquidez de MSCI y ese proveedor del índice podría decidir abrir un proceso de consulta para reclasificarlo como mercado de frontera, lo que, en nuestra opinión, generaría presión sobre las valoraciones”.
Andrés Moreno, trader y asesor financiero, citó que el término “mercado de frontera” fue utilizado por primera vez en la década de los noventa por la economista india Farida khambata, quien resaltaba que eran países con abundantes recursos naturales, una clase media creciente y un índice de población joven en aumento, pero “suelen tener una accesibilidad limitada, baja liquidez y suelen entrañar inestabilidad política y financiera. Sin olvidar que pueden sufrir fluctuaciones en divisas, ineficacia de las operaciones comerciales y aumento de la volatilidad”.
“Con estas características no hace falta ni decir que estos mercados conllevan un mayor riesgo a la hora de invertir que pueden tener los desarrollados y/o emergentes. Sin embargo, riesgo no es sinónimo de números rojos, y en estos tiempos en los que los inversores están ávidos de retornos, incluir en la cartera este tipo de mercados puede ser fuente de rentabilidades positivas. Lo que sí es cierto es que estos mercados no están hechos para inversores con aversión al riesgo”, añade la cita compartida.
Durante el más reciente Congreso de Asobolsa, en el que se discutía como ampliar el alcance del mercado de capitales para que todos los colombianos puedan invertir y prosperar, los analistas citaron que bajar la incertidumbre era uno de los pasos necesarios en aras de impulsar la atracción de esas inversiones que derivan en crecimiento económico.
Por parte del gobierno se han lanzado muchos pronunciamientos que, a juicio de los expertos comisionistas, no le han hecho bien a la atmósfera para invertir. Muchos de ellos se han concentrado en el sector minero-energético y, casualmente, las acciones fuertes de la Bolsa colombiana pertenecen a ese renglón de la economía (Ecopetrol, ISA y Grupo Energía de Bogotá).
El mercado ha tenido que absorber el impacto de los pronunciamientos en los que el presidente Gustavo Petro ha ratificado que no se firmarán nuevos contratos de exploración gasífera y petrolera. Además, también hubo turbulencia cuando intentó tomarse las facultades de la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg) con el propósito de incidir en las tarifas de la luz.
Recientemente, con la Emergencia Económica que se decretó en La Guajira, el mandatario reconoció que buscaba limitar la operación de las compañías mineras y en determinado momento también sugirió la posibilidad de controlar el movimiento de capitales en el país.
El mercado de capitales colombiano se enfrenta a una presión adicional: la reforma pensional, que de pasar tal y como está redactada, marchitaría a los fondos de pensión, que son los inversionistas institucionales más relevantes en Colombia y, sin ellos, las empresas y el mismo gobierno perderían uno de los apalancadores para sus proyectos.