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Ponerle o no un arancel del 70 % a las importaciones de café: esta es la polémica amarga del sector cafetero colombiano

Voceros de los cafeteros de base creen que la medida los protegería, mientras otros expertos creen que esto dispararía el contrabando.

  • La Unión de Cafeteros de Colombia ha insistido en imponer aranceles a las importaciones. FOTO: MANUEL SALDARRIAGA
    La Unión de Cafeteros de Colombia ha insistido en imponer aranceles a las importaciones. FOTO: MANUEL SALDARRIAGA
07 de noviembre de 2023
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Desde agosto de este año, la Unión de Cafeteros de Colombia (UCC) le ha insistido al Gobierno nacional para que tome medidas “efectivas y urgentes” ante la crisis cafetera del país.

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Y una de estas peticiones es polémica por los impactos e implicaciones que traería para la economía colombiana y los consumidores de café.

“Se debe recuperar el mercado interno copado por más de dos millones de sacos de café importado de mala calidad. Y para ello se deben activar las salvaguardias comerciales de protección con un arancel del 70 %, como lo tiene Colombia declarado ante la OMC. Las importaciones de café aminoran el precio interno, ponen en riesgo a los cafetales colombianos y no tienen garantizada la inocuidad para el consumidor”, se lee en un documento de la UCC.

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Esta carta, firmada por representantes de Quindío, Risaralda, Tolima, Valle, Santander, Cauca y Nariño, recoge esta solicitud para frenar las importaciones de café y proteger el negocio nacional.

¿La peor crisis?

Para Aurelio Suárez, de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas y analista cafetero, esta es la peor crisis cafetera de la historia colombiana.

Su argumento es que el país ha entregado el mercado interno al grano que viene de afuera. “Se han importado 2,1 millones de sacos en el último año. Estas tienen que ver con la caída de producción, además no estamos renovando a tiempo”, advirtió el experto.

Agregó que, ante este panorama, se deberían renovar 120.000 hectáreas al año por el ciclo productivo de siete años, pero desde 2019 se logró apenas la mitad, cuando deberían haber 600.000 renovadas. “Los productores no se estimulan por las importaciones. Colombia debe subir a 70 % el arancel a café importado”, hizo este llamado.

Anuncio al que la Unión de Cafeteros de Colombia se unen con creces, por eso dijeron: “Cuantos años esperando este tipo de medidas y desde las regiones ya se ve una luz”.

Sobre esta discusión, hace un mes, Germán Bahamón, gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, afirmó que Colombia debe modificar las desigualdades en el comercio internacional, “porque en países como México o Brasil son prohibidas las importaciones de café colombiano, pero nosotros recibimos de cualquier parte del mundo con arancel bajo o casi cero”.

Críticas a ese arancel

Entre los primeros en advertir las graves consecuencias de un arancel del 70 % para las importaciones café fue Javier Díaz, presidente de Analdex, gremio del comercio exterior colombiano, quien afirmó que este arancel dispararía el contrabando y terminaría perjudicando a los productores que, supuestamente, busca proteger.

A las críticas se sumó Daniel Gómez, vicepresidente del Consejo Privado de Competitividad, quien calificó este arancel como una mala noticia. y una pésima idea, porque “no soluciona ningún problema. Más bien genera otros. Esperemos que el comité AAA recomiende en contra de una medida en este sentido y que el Ministerio acoja la recomendación”.

Incluso, Daniel A. Monroy, abogado e investigador en Análisis Económico del Derecho, se atreve a estimar que es una mala noticia para los adictos al café. “Aún peor noticia para los que toman tinto de termo en la calle, tinto de greca en panadería, los que compran Sello Rojo, Águila Roja”.

¿Por qué? Porque la mayoría del café importado es robusta y pasilla (café de mala calidad) para fabricar productos a bajo precio o para mezclas que se usan en cafés solubles y liofilizados.

“Grandes marcas como Sello Rojo o Águila Roja, entre otras, han vendido millones de libras de café importado de menor categoría a precios bajos a millones de colombianos, que se jactaban de tener uno de los productos más selectos del mundo en casa”, así se lee en un reportaje de El País de España para Colombia.

Asimismo, para el exministro de Agricultura Andrés Valencia, esta medida sería una mala propuesta que no resuelve de fondo el problema de la caficultura colombiana que “es el envejecimiento de sus cafetales y la caída en el ritmo de las renovaciones”.

Esta idea de un arancel ya fue expuesta en el Congreso, en octubre pasado, cuando representantes a la Cámara de las regiones cafeteras también le pidieron al Ministerio de Industria y Comercio la aplicación de un arancel del 70 % a las importaciones de café de cualquier origen.

¿La crisis es por las importaciones?

El experto cafetero Aurelio Suárez precisó que una nueva llave de la crisis cafetera es el alza de las importaciones, “eso no pasaba antes, con la producción nacional se atendía el mercado interno y se exportaba el saldo a favor”. Ahora se exportada todo y lo interno se satisface con importaciones.

A septiembre del 2023, de acuerdo con cuentas de la Federación de Cafeteros, Colombia ha importado 2,2 millones de sacos de café. En este momento, según los cálculos del analista cafetero Aurelio Suárez, de todo el café que importa Colombia el 90 % corresponde a robusta.

“Esa balanza comercial va en detrimento para el ingreso de los cafeteros. Eso viene progresivo, se empezó con medio millón y el año pasado fueron 2,5 millones sacos importados, es decir, 7 millones en los últimos años. Hasta mitad de año iban 750 mil sacos importados”, calculó Suárez.

Según su concepto, la importación de cafés robustas de Brasil, en especial la canéfora, es para atender gran parte del mercado interno colombiano, que consume al año en promedio 2,5 millones de sacos. “Ese saldo se mezcla con productos locales para ganar un plus en mercado internacionales”.

“Estos factores no se relacionan con la importación, y la caída de los precios que se presenta actualmente, es causada por una mayor oferta disponible, y un menor consumo de café, en los mercados internacionales”, explicó Moreno en la 87 Cumbre Cafetera.

Por eso, exhortó a apoyar a los productores de café en Colombia, para hacerlo se debe trabajar en una estrategia nacional de promoción de consumo de café de calidad, pues es la única manera de detener la caída de precios, en un escenario de exceso de oferta mundial.

Mientras tanto, Suárez criticó la forma en cómo se está dando el consumo interno de café, porque lo que se cultiva en el país se exporta, “y los colombianos no lo consumimos, lo que nosotros estamos tomando no se cultiva en Colombia. Esto hace que no mejore la balanza comercial, sino más bien que la afecta”.

Calculó que esas importaciones del grano por 400 millones de dólares van en detrimento de cultivadores y consumidores. “Son más o menos $300 mil en pérdidas por carga, y en promedio hasta diciembre serán 3 millones de cargas de café. Entonces, las pérdidas estarían entre $900 mil millones y $1 billón”.

Puntualizó que enfocarse en el cultivo de robusta en Colombia tendrá el desafío de mantener la calidad del grano, así como no mezclar el arábigo con el robusta para no cargarse la calidad y la prima del café colombiano.

Qué pasará

Por ahora, la decisión final sobre los aranceles al café importado la tienen el Ministerio de Industria y Comercio, con su ministro Germán Umaña, quien ya abrió una investigación para evaluar los riesgos expresados por 18 congresistas de varios movimientos políticos como Partido Liberal, los Verdes, Cambio Radical o el Centro Democrático, y de diversas regiones cafeteras como Tolima, Caldas, Risaralda y Quindía.

La figura de “salvaguardia comercial” con el máximo arancel posible forma parte del recetario legal de la Organización Mundial de Comercio como medida de defensa comercial frente a “distorsiones o prácticas desleales, que causen un perjuicio o daño importante a la rama de producción nacional o le impide competir en condiciones de igualdad”, dice un comunicado del Ministerio de Industria y Comercio, del 20 de octubre.

Esto se suma a la taza de café bien cargada, amarga y fuerte que se toman los cafeteros colombianos por cuenta de la caída del precio de carga del grano, las persistentes tensiones entre el Gobierno Petro y la Federación Nacional del Café por el Fondo Nacional del Café, los bajos volúmenes de exportaciones, ‘el dolor de cabeza’ por menor rentabilidad en el cultivo y el escándalo de entrada de café robusta al país en Almacafé.

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