Cuando la peruana Mariel Reyes renunció a su puesto en el Banco Mundial, después de 10 años de labores, no sabía exactamente qué haría, pero tenía claro que quería cambiar el mundo, en especial para las mujeres y jóvenes. Al mudarse a Brasil, sin hablar portugués ni ser experta en tecnología, fundó {reprograma}, una iniciativa para enseñar programación a mujeres negras y trans, en situación vulnerable.
Además, la economista Mariel siempre ha sentido que la tecnología es el presente, no el futuro, y que este campo sigue dominado por hombres, algo que le incomoda desde joven. Por eso, inspirada por sus abuelos misioneros, decidió poner manos a la obra para reducir las brechas sociales. No se quedó quieta y buscando devolverle a la sociedad lo que le ha dado en riqueza para transformar las desigualdades, hace tres años, junto a su esposo David Vélez, CEO de Nubank, fundó VélezReyes+. EL COLOMBIANO conversó con ella para conocer más detalles de esta plataforma filantrópica que busca aumentar las oportunidades en Latinoamérica, especialmente en educación y liderazgo.
¿Qué fue lo que la llevó a crear la fundación o lo que la impulsó a dar este paso?
“Es algo que siempre estuvo en mi vida, de cierta manera. Soy peruana, de madre americana, y mis abuelos maternos eran misioneros con la Iglesia Metodista. Desde pequeña tuve esa conciencia social de que uno está aquí para hacer un cambio, para impactar. Mi padre, por su parte, fue el único de seis hermanos que estudió en la universidad. No hablaba inglés, pero emigró a Estados Unidos, y tanto él como mi madre siempre me inculcaron esa idea de que, si tienes algo que ofrecer al mundo, debes hacerlo.
Trabajé por 10 años en la Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial, en temas de desarrollo social y ambiental. Luego, fundé una ONG en Brasil para capacitar a mujeres negras trans en situación de vulnerabilidad social, introduciéndolas al sector de la tecnología. Así que, desde siempre, he estado comprometida con este tipo de proyectos. David, mi esposo, comparte esos valores. Durante la pandemia, comenzamos a preguntarnos: ¿Para qué tantos ceros en la cuenta? La sociedad nos ha dado tanto, y sentimos la responsabilidad de devolver”.
¿Cómo se concretó la idea?
“Fue un proceso de conversaciones y reflexión. Hablamos con muchos filántropos, especialmente en Estados Unidos y Europa, y nos dimos cuenta de que, en América Latina, no había tantas iniciativas de este tipo. Un día, David me dijo: “No necesitamos todo este dinero en el banco, es momento de hacer algo significativo”. Ahí fue cuando nació la idea de VélezReyes+. Tuvimos una conversación con Bill Gates, quien nos animó a que, si queríamos inspirar a otros, el nombre debía ser algo que dejara huella. Decidimos usar nuestros apellidos y agregar “Más” para que otros, especialmente en la región, puedan conectarse con esa idea de devolver a la sociedad”.
¿Cómo ha sido equilibrar los roles de madre, emprendedora, empresaria y esposa?
“Un desafío ha sido equilibrar mis responsabilidades. Ser madre de cuatro hijos, con uno más en camino, esposa de David y además liderar la fundación no es fácil. Siempre hablo de que esa imagen de “súper mujer” es irreal. A veces hay que sacrificar cosas, y ser honesta contigo misma sobre eso. Comencé mi emprendimiento en Brasil estando embarazada, y he tenido que aprender a priorizar y a tener paciencia”.
Uno de los proyectos más innovadores que lideró en Brasil fue reprogramar, ¿cómo influyó eso en VélezReyes+?
“Reprogramar fue un proyecto increíble, y definitivamente influyó en nuestra fundación. Lo que aprendimos allí lo aplicamos en VélezReyes+, donde nuestro enfoque es la educación y la tecnología. Uno de los principios clave que traemos del mundo tecnológico es el “open sourcing”: todo lo que hacemos lo compartimos con el público. Queremos que otros emprendedores en la región puedan aprender de lo que hacemos y replicarlo”.
¿Por qué cree que, a pesar de tener tantos recursos, no todos los ultrarricos en América Latina se suman a la filantropía?
“Algunos prefieren mantenerse en el anonimato, y otros simplemente no sienten que sea su camino. No los juzgo. Nosotros decidimos hacerlo público porque creemos que, al mostrar nuestro compromiso, podemos inspirar a otros a hacer lo mismo”.
¿Por qué se enfocaron en Colombia, Perú y Brasil para la fundación?
“Decidimos empezar por los países que conocemos y donde sentimos que podemos hacer la mayor diferencia. Brasil nos ha dado mucho, no solo a través de Nubank, sino también personalmente. Nuestros hijos nacieron allí, y es un país muy querido para nosotros. Colombia es el país de David y yo viví un tiempo en Bogotá, así que también tenemos un gran cariño por el país. Y Perú, claro, es mi país natal”.
¿Por qué no viven ni en Colombia ni en Perú, sus países?
“Principalmente por seguridad y calidad de vida. Vivimos en Uruguay, es un país tranquilo y seguro, y queremos que nuestros hijos crezcan en un entorno así. Sin embargo, seguimos muy comprometidos con los países en los que trabajamos”.
¿Cómo ha influido la maternidad en su fundación?
“La maternidad me ha enseñado muchas lecciones que aplico en el liderazgo, como la paciencia y la capacidad de priorizar. También me ha hecho valorar aún más la importancia de la educación y el crear oportunidades para otros. Creo que ser madre me ha hecho una mejor emprendedora, y ser emprendedora me ha hecho una mejor madre. Siempre decimos que nada se compara al valor de traer una vida al mundo y al desafío de educar a nuestros hijos. Nos apasiona, y la gente dice: “¿Otro más?”. Pero crear buenos seres humanos es un vicio delicioso”.
También ha trabajado por las mujeres en romper techos de cristal. ¿Qué significa esa lucha?
“Cuando llegamos a Perú con mi hermana melliza, éramos solo tres mujeres en un colegio de 800 hombres. Nos unimos a ellos en deportes, en todo, y eso me marcó. Me demostró que una mujer puede lograr lo que se proponga. Eso me dio fuerza para enfrentarme a sectores dominados por hombres, como el minero, y esa experiencia me dio la chispa para decir: ‘Las mujeres podemos, solo necesitamos oportunidades’, por eso mi chispa siempre ha sido mostrar que las mujeres también podemos”.
¿Qué parte de David hay en la fundación?
“El nombre lo dice todo. Hay una mezcla de valores alineados que facilita mucho las cosas. David trae una perspectiva muy sólida del mundo financiero, lo cual es muy valioso para lo que hacemos. Yo, por otro lado, traigo la experiencia en el sector social, de impacto a largo plazo, porque la educación toma tiempo”.
¿Qué opina sobre el debate de los impuestos a los ricos que se ha dado en Colombia?
“Creo que, por un lado, los impuestos deben pagarse bien. Pero la filantropía es una forma increíble de crear felicidad. Mi padre siempre me decía: ‘Si en tu vida logras cambiarle la vida a una persona, ya tu vida habrá valido la pena’. Y esa es la sensación, el poder de hacer la diferencia. Es una gratitud inmensa. Entonces, sí, pagar impuestos es necesario, pero la filantropía también es una manera increíble de retribuir”.
Mariel, ¿qué la hace feliz y qué le quita el sueño?
“Mi familia es lo que más me hace feliz. El poder dar a través de mi trabajo también me llena mucho. Pero lo que me quita el sueño es la seguridad de mis hijos, saber que estoy haciendo bien mi trabajo como madre. Esa eterna culpa maternal de a quién dedicarle el tiempo siempre está ahí. Pero, al final del día, mi prioridad siempre será mi familia”.