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Legado centenario: los paisas que dieron vida al Banco República

Al mando de Pedro Nel Ospina, un grupo de ilustres antioqueños trabajó de la mano con una misión extranjera y dieron vida en 1923 al rector de la política monetaria en Colombia.

  • El Banco de la República es una de las instituciones más respetadas y más importantes en el país por su papel vital en política monetaria. FOTO COLPRENSA
    El Banco de la República es una de las instituciones más respetadas y más importantes en el país por su papel vital en política monetaria. FOTO COLPRENSA
18 de noviembre de 2023

Colombia pasó 113 años sin una autoridad monetaria capaz de manejar la emisión de billetes sin provocar inflaciones nocivas.

Fue así que la historia económica del país se partió en dos cuando una misión de sabios ayudó a darle forma al Banco de la República, una institución marcada por el aporte de ilustres antioqueños como Pedro Nel Ospina, Esteban Jaramillo y Antonio José Uribe.

Este 2023 el banco central colombiano ajustó 100 años y vale la pena resaltar el papel que desempeñaron los paisas en la génesis de esa entidad que, por encima de todo, defiende la estabilidad financiera de la Nación.

Muchos intentos fallidos

Hay que mencionar que durante la presidencia de Pedro Nel Ospina se aprobó la ley para contratar al grupo de expertos que asesoró la creación de un banco central.

Cómo se había mencionado, Colombia llevaba más de un siglo en vida republicana y sus gobernantes no lograban establecer una autoridad responsable de emitir una moneda legal y manejar un volumen preciso que no arruinara la economía.

Entre 1847 y 1899 hubo múltiples intentos por afianzar ese banco que llevara la batuta, pero ninguno prosperó y cada vez que el Estado intentó remplazar las monedas de oro por papel, la desconfianza se imponía; la gente no estaba acostumbrada a ese sistema que hoy día es común. Además, los gobernantes daban motivos para alimentar la incredulidad.

A ello se suma que el país estaba viviendo una época de liberalismo radical que abogaba por una intervención estatal reducida a la mínima expresión. De hecho, los bancos privados que existían en ese entonces tenían el derecho de imprimir billetes.

Uno de los intentos más recordados por tener una institución emisora fue el del entonces presidente Rafael Núñez, quien impulsó el Banco Nacional en 1880 e hizo todo lo posible para que la cantidad de papel moneda fuese la adecuada.

Sin embargo, la entidad fue liquidada en 1898 dado que la masa monetaria rondaba los $1.000 millones, una suma exagerada para la época, y se menoscabó el poder de esos billetes; todo para financiar las guerras civiles que en ese momento se libraban. O sea, fue el perfecto ejemplo de los intereses políticos puestos por encima de la disciplina financiera.

Juan Manuel Ospina, economista y docente, reseñó que la inflación ocasionada con esa movida estaba por el orden del 10.000%; una tasa que hoy día sería inadmisible e implicaría vivir en un país en el que los billetes servirían más como adorno que como un medio de pago.

Los malos manejos que se le habían dado a esas primeras entidades reforzaban las críticas de los banqueros privados, quienes siempre dudaron del Estado y su capacidad.

No obstante, la economía colombiana empezaba a desarrollarse, ya no solo estaba enfocada en la exportación del oro y el sector agro tomaba fuerza con productos como el café, el algodón y el tabaco. Pero a falta de un banco central que proporcionara un medio de pago, las monedas de oro eran insuficientes para comprar y vender, era una verdadera camisa de fuerza.

Fue después de mucho discutir el asunto en el Congreso que se aprobó la Ley 30 de 1922 que autorizaba al Gobierno para contratar una misión extranjera que ayudara desenredar la pita de una vez por todas. Y la responsabilidad cayó sobre Pedro Nel Ospina, quien había nacido en Bogotá pero su vida estaba estrechamente ligada al territorio antioqueño, en donde se había desempeñado como empresario, por lo que entendía la necesidad de una política económica real.

¿Por qué los paisas?

El profesor Juan Manuel Ospina desmenuza los principales sucesos que pusieron a los líderes antioqueños al frente de esta tarea. En primer lugar, hay que entender que en aquel periodo el país estaba bajo el sistema federalista y las regiones contaban con bastante autonomía.

Mientras en el resto del país imperaba un liberalismo radical que pretendía dejar todo en manos de la iniciativa privada, en Antioquia resaltaba la postura de hombres como Pedro Justo Berrío, quien había gobernado interrumpidamente entre 1911 y 1918; caracterizándose por propiciar un modelo administrativo pragmático.

“Logró que la política se pensara en función de las necesidades de Antioquia, creó escuelas de artesanos, facilitó el nacimiento de empresas y la construcción de caminos que fueran conectando al territorio”, mencionó el profesor Ospina.

Esta región iba trazando su propio camino y contaba con el impulso que le daba el comercio de oro, que después abrió paso a negocios del agro como el café y se fue creando un poder adquisitivo que dotó al departamento de una autosuficiencia orgánica.

Esa era la atmósfera que conocía Pedro Nel Ospina, un hombre que, a juicio del docente citado arriba, se caracterizaba por tener origen en una cultura más empresarial que política y los hombres que lo rodearon, eran igualmente avezados en finanzas.

En 1923, EL COLOMBIANO dio cuenta de la creación del Banco de la República.
En 1923, EL COLOMBIANO dio cuenta de la creación del Banco de la República.

La misión de sabios

Una vez los legisladores dieron luz verde, el presidente Pedro Nel Ospina le encargó al embajador en Washington, Enrique Olaya Herrera, que encontrara a los especialistas idóneos; y él contactó a Edwin Walter Kemmerer, quien para esa época le había prestado servicios de consultoría a México y Guatemala y estaría más tarde ayudándole a Chile, Ecuador, Perú y Bolivia en la formación de sus bancos centrales.

Kemmerer llegó con un equipo de elite, en el que resaltaba Howard Jefferson, un funcionario de la Reserva Federal de Nueva York y especialista en organización de bancos. Tan pronto llegaron, se pusieron en contacto con gremios y cámaras de comercio.

Se nombraron como asesores de la misión a Vicente Villa y Esteban Jaramillo. Este último oriundo de Abejorral y descrito por el profesor Juan Manuel Ospina como “uno de los grandes economistas que ha tenido Colombia”.

Los gringos y los criollos trabajaron conjuntamente y el producto de esas labores lo describió Fabio Gómez Arrubla resaltando que “en solo dos meses (...) elaboraron diez proyectos de ley con su respectiva exposición de motivos en una de las tareas más fecundas registradas en nuestra historia económica, que dejaron una huella indeleble, tanto en nuestro instituto como en nuestra estructura financiera en general”.

“El Congreso reunido en sesiones extraordinarias a partir del 28 de mayo y actuando con especial dedicación, cumplió igualmente una tarea eficaz al discutir con gran responsabilidad y patriotismo estos proyectos, ocho de los cuales se convirtieron en ley de la República”, añadió.

Ahí el profesor Ospina destacó la contribución de otros antioqueños que remaron duro para llevar el barco a buen puerto. Entre ellos, Gabriel Posada, ministro del Tesoro (Hacienda); Luis de Greiff, presidente del Senado; y el senador Antonio José Uribe.

El trabajo de este bloque paisa derivó en la Ley 25 de 1923, mediante la que se creó el Banco de la República y así terminaba una era de 113 años sin orden monetario en la casa. El Emisor fue constituido como sociedad anónima con un capital de $10 millones; 50% aportado por el Gobierno y 50% por bancos privados locales y extranjeros.

La primera Junta Directiva estaba compuesta por 10 miembros, tres nombrados por el Gobierno, cuatro por los banqueros locales, dos por los banqueros foráneos y uno por accionistas particulares.

Le fueron encomendadas las funciones de compra y venta de oro, fijar la tasa de redescuento, ser depositario del Estado y banquero de los demás bancos, custodiar las reservas internacionales y ser depositario de los fondos del Tesoro.

En 1930, tras la segunda Misión Kemmerer, ingresaron al máximo órgano miembros de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC) y el ministro de Hacienda.

Turbulencias posteriores

En su libro titulado Estructura Económica Colombiana, Gilberto Arango Londoño relata que en la composición del Banrep prevalecía el sector privado y fue el derecho privado el que rigió hasta la aprobación de la Constitución de 1991, cuando los empleados que tenían carácter privado pasaron a ser oficiales.

La Junta Directiva se redujo a siete miembros y tendría a su cargo la dirección y ejecución de las funciones delegadas al Banco. Además, los codirectores representarían únicamente los intereses de la Nación y una de sus tareas más importantes es velar por mantener la capacidad adquisitiva de la moneda.

De esta manera, se limitaron los créditos que el Emisor podía otorgarle al gobierno en aras de evitar que esos desembolsos causaran inflación, un escenario que, de acuerdo con los historiadores económicos, se había hecho recurrente en la década de 1980.

Herencia para cuidar

Las presiones que los gobiernos ejercen sobre la Junta Directiva han sido comunes a través de los años. Casi siempre, el acoso tiene como objetivo instigar una bajada en las tasas de interés, indicador que sube y baja el costo de los créditos.

Los economistas han explicado en diversas ocasiones que la política monetaria se aplica acorde con el ciclo de la economía. Por ello, cuando los precios al consumidor están muy elevados, el Banrep sube las tasas de interés y así enfría el costo de vida.

Sin embargo, esa lucha contra la inflación ocasiona efectos secundarios como la desaceleración económica, puesto que la gente gasta menos y la plata circula con más lentitud; abriendo la puerta a un estancamiento en la generación de riqueza y a un aumento en el desempleo, escenas a las que no quiere enfrentarse ningún presidente por el golpe que representa para su popularidad.

Lo cierto es que una inflación descontrolada es una falla que los expertos piden evitar a toda costa, pues con ella se puede entrar en un camino tortuoso con billetes sin valor, precios inalcanzables y niveles de pobreza elevados.

Con ello en mente, los especialistas en la materia piden respeto por la independencia del Banco de la República, mucho más si se tiene en cuenta que se le confirió autonomía para separar la disciplina monetaria de los intereses políticos que, como se mencionó al principio, causaban estragos en el manejo económico del país.

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