Varias noticias económicas han marcado las últimas dos semanas: la aprobación de la reforma pensional por parte del Congreso; el Legislativo también dio luz verde al aumento del cupo de deuda en 17.700 millones de dólares y dejó viva la reforma laboral para la próxima legislatura con su aprobación en primer debate; la economía sorprendió con un crecimiento del 5,5% en abril, y el Gobierno presentó el Marco Fiscal de Mediano Plazo.
Con todo esto en mente, EL COLOMBIANO conversó con José Manuel Restrepo, exministro de Comercio y de Hacienda, y ahora rector de la Universidad EIA, para entender mejor los alcances de estas noticias.
La semana pasada hubo una noticia que sorprendió a todo el mundo: el Indicador de Seguimiento a la Economía (ISE) arrojó un crecimiento de 5,5% en abril, ¿a qué se debe?
“Lo primero es decir que el ISE no es un indicador necesariamente de crecimiento del PIB, es un indicador de valor agregado que es una aproximación al comportamiento de la economía en un periodo determinado. Habiendo dicho eso, el resultado es positivo por el dato de crecimiento que está contemplando y por un muy buen comportamiento del sector primario, donde entran hidrocarburos y el sector agropecuario, que además se corresponde con el comportamiento del crecimiento del agro en el primer trimestre ya formalmente del PIB. En segundo lugar, muestra un comportamiento del sector terciario de la economía, que también es relativamente positivo, con un crecimiento cercano al 5%, y muestra un comportamiento malo para el sector secundario, donde entra la industria, la manufactura.
Ahora bien, hay que ser muy juicioso en el análisis del dato, porque en el mes de abril de 2023 se dio el peor dato del ISE del año pasado, lo que quiere decir que la línea base es muy baja. Y porque no se puede comparar de la misma manera los dos períodos por cuanto los días hábiles son distintos entre el 2024 y el 2023 en razón de la Semana Santa”.
¿Ese dato será sostenible?
“Mi perspectiva es que en el mes de mayo no es tan fácilmente sostenible por cuanto mayo del 2023 dio un buen resultado y la línea base va a ser superior. Entonces, yo diría que es bueno aprovechar ese buen ánimo que se deriva de este dato para, con un buen plan de reactivación que se haga público, uno pueda motivar una recuperación de la dinámica económica del país, que sigue teniendo lunares en sectores como industria, comercio, restaurantes, infraestructura, nueva vivienda, y de varios de los servicios, porque las cifras del PIB del primer trimestre así lo confirman. También hay un muy mal comportamiento de la inversión privada, que en mi opinión es el almendrón del problema”.
Usted habla de reactivación, ¿cuáles son esas cosas que deberían hacerse desde el Gobierno para ayudar a que la economía crezca?
“Hay varios caminos para construir en esa dinámica. Te voy a dar siete ideas: primero, reactivar la inversión privada; es decir, hay que generar confianza en la inversión privada para generarle a ella una dinámica de crecimiento. Esa confianza podría generarse, por ejemplo, a través de construcción de consenso con el sector empresarial para apoyar la dinámica de sectores como minería, salud, infraestructura y vivienda.
Segundo, creo que hay que hacer un estímulo a la construcción de vivienda. Dado que las tasas de interés están cayendo, uno podría disponer de algún recurso para que exista el subsidio a la tasa, el denominado fresh, que en el fondo es anticipar la reducción de tasas que igual se viene para el sector de vivienda, buscando animar no solamente vivienda VIS, sino No VIS.
Tercero, mejorar y acelerar la ejecución presupuestal de inversiones.
Cuatro, destrabar y acelerar las inversiones, sobre todo en infraestructura, en 4G y 5G, solucionando las inquietudes que ha planteado el sector empresarial, una de ellas, el tema de cobro de peajes.
Quinto, acelerar las medidas de la política de reindustrialización y de promoción de exportaciones que el Gobierno ha montado, lo mismo en la política de economías populares.
Sexto, repensar las reformas estructurales que en este momento siguen en trámite en el Congreso de la República, particularmente la reforma laboral en este momento, que genera muchas inquietudes para el sector empresarial.
Séptimo, una propuesta de activación de empleo a través, por ejemplo, de exportación de servicios basados en conocimiento, entre otros temas”.
Claro, pero eso requiere plata y eso es lo que dice el Gobierno que no hay...
“Pues el Gobierno está creciendo en gasto público al 22% y en ingreso de recaudo tributario al 4%, luego recursos sí existen. Lo que pasa es que hay que redirigir a propósitos que tengan más impacto y sean mejor focalizados, porque si uno distribuye el recurso hacia gasto burocrático o hacia transferencias que no generen mayor impacto de crecimiento, pues uno tendría que hacerse la pregunta sobre si es a eso o no la destinación óptima”.
O sea, ¿es mejor invertir en el aparato productivo que dar subsidios?
“Totalmente. Me parece que es mucho más conveniente focalizar recursos en inversión productiva, en la dinámica de crecimiento, a orientarla a programas sociales sin focalización y programas sociales que no tienen un mecanismo de graduación en donde la persona beneficiaria llega a un punto en el que ya no es beneficiaria, justamente porque logró avanzar en la dificultad que puede tener en materia de pobreza”.
El Gobierno también presentó recientemente el Marco Fiscal de Mediano Plazo, aumentando el déficit fiscal cuando uno espera que, en condiciones normales y de un presupuesto alto, este se reduzca. ¿Usted cómo ve eso?
“Yo creo que el marco fiscal estableció unos criterios sensatos en materia macroeconómica, en crecimiento, en inflación, en tasa de cambio, en precio del petróleo, entre otros temas.
Me parece que el marco fiscal adolece en algunos asuntos, por ejemplo, como acabas de señalar: el déficit fiscal, tres años de disminución de deuda pública respecto al PIB y tres años de disminución del déficit primario, para ahora volver a aumentar el déficit total, el déficit primario y la deuda pública con relación al PIB no parece muy sensato. Y eso se deriva de otro tema que genera preocupación y es un gasto primario, es decir, sin incluir intereses, está creciendo casi dos puntos porcentuales por encima de la condición normal o tradicional que ha tenido Colombia. Hay que apuntarle a una reducción de gasto primario para que esto nos permita tener unas finanzas públicas sostenibles a largo plazo, yo creo que ahí habría que hacer alguna corrección.
Y lo otro es que es un marco fiscal que proyecta un crecimiento de ingresos no justificado aún, en donde no se sabe de dónde se van a obtener esos uno o dos puntos porcentuales adicionales de ingresos con relación al PIB,”.
Y también se tramita por estos días el cupo de deuda, ¿cómo funcionaba ese endeudamiento?
“Siempre ha existido la solicitud de cupo de endeudamiento al Congreso de la República. Es más, se suele presentar cada cuatro años aproximadamente, por una razón sencilla: el cupo de endeudamiento es un valor fijo absoluto, no relativo. En la medida en que el PIB aumente y la dinámica productiva de un país aumente, pues su nivel de endeudamiento en valor también aumenta, luego, es absolutamente normal que eso exista. Ese cupo de endeudamiento busca hacer lo que siempre ha sucedido también en el país, que nos tocó a nosotros y les tocó a los gobiernos anteriores, que es, como quiera que el país tiene unos niveles de deuda del pasado que tiene que cubrir, no solamente en amortización sino en intereses, pues normalmente lo que el Gobierno realiza es un proceso de mover la deuda, hacer rollover de la deuda, de tal manera que con la que se va recibiendo se va cubriendo la anterior.
Lo que es muy importante es que el Gobierno y el país generen superávit primario, sin el gasto de interés, porque ese es un instrumento a través del cual puede ir pagando esas deudas y disminuyendo la relación deuda-deuda. Ese es el óptimo del camino.
Y en el caso particular de este gobierno, y sobre todo en este año y el próximo, se está aumentando de manera excesiva el gasto primario, al punto incluso que, con relación al PIB, es casi el de un año de pandemia. Eso no debería suceder, porque allí el Gobierno no va a lograr fácilmente superávit fiscal primario y en la medida en que no lo logre, como está sucediendo para 2024, aumenta la deuda pública con respecto al PIB. Luego le deja una carga a la siguiente administración, en donde va a requerir mucho más cupo para cubrir esas obligaciones en el largo plazo”.
Hemos tenido unas declaraciones del presidente Petro y del director de Crédito Público asegurando que si no se aprueba el proyecto caeremos en default, ¿cómo cree usted que nos leen los mercados frente a esas declaraciones?
“Yo creo que no es muy conveniente hacer uso de esas declaraciones, porque suena a una suerte de amenaza del Ejecutivo al Legislativo. No son convenientes porque envían un mal mensaje, de desconfianza, de incertidumbre a inversionistas, calificadores de riesgo y financiadores del país. No son positivos porque dejan una preocupación en el sentido de que hay una dificultad en el manejo de las finanzas públicas o de que hay un riesgo. Eso puede en un momento determinado generar movimientos de tasa de cambio, primas de riesgo país, descalificaciones de algunas calificadoras de riesgo o mensajes de preocupación de calificadoras y con ello eventualmente elevaría el costo incluso de la deuda privada y pública”.
Precisamente, pensando en el futuro de las finanzas públicas, preocupa un poco la estabilidad de una reforma como la pensional. ¿Usted cómo lo ve?
“Una reforma pensional tenía que implementarse para solucionar debilidades que tenía nuestro sistema pensional. ¿Cuáles? Uno, atender a los adultos mayores, que muchos de ellos no tendrían ningún recurso con el cual sobrevivir. Dos, atender un régimen semicontributivo que pueda abordar la problemática de informales, de aquellos que no logran alcanzar las semanas de cotización. Tres, atacar ese modelo de pensión. Y cuatro, eliminar esa competencia malsana entre el régimen de ahorro individual (AFP) y el régimen de prima media (Colpensiones), así como enfrentar los regímenes especiales.
Pero, sobre todo, una buena reforma pensional ha debido abordar los temas de la transición demográfica, particularmente modificar parámetros como edad, ingresos hacia liquidez, inversión, aportes, etc.
Esta reforma, en particular, no contribuye realmente al ahorro, le cambia un poco las reglas de juego, incluso a aquellos que venían cotizando, porque en algunos casos se pierde la posibilidad de la devolución de los saldos ahorrados y de los intereses, y termina la persona recibiendo muy poco realmente en algunos de estos casos.
No es buena porque, primero, no es sostenible fiscalmente. Esa propuesta le cuesta al país, en el peor de los mundos de los años, cerca de 54 billones de pesos adicionales anuales: cuatro reformas tributarias. Esa propuesta les implicará a los jóvenes tener una de tres alternativas, cubrir cuatro reformas tributarias con lo que eso implica, aumentar los aportes, o modificar la edad con otra reforma pensional. Luego se aprobó una reforma pensional que requiere otra reforma.
Me parece que también esta propuesta, al haber dejado el umbral en 2,3 salarios, prácticamente termina acabando con el ahorro pensional en un momento determinado, le genera una carga fiscal insostenible al Estado, que ya la he señalado anteriormente, y prácticamente acaba con la libertad para elegir el mecanismo para que administre mis pensiones.
Pero con un agravante, y es que fue aprobado el modelo del Senado, con por lo menos dos orangutanes gigantescos: un impuesto a pensiones de más de 3,6 millones de pesos y un modelo de régimen pensional totalmente distinto para campesinos, indígenas, comunidades afro -que son casi el 41% de la población, sin ninguna evaluación de costos, ni aval fiscal, ni rigor técnico. Sabemos que esto se aprobó a última hora en el Senado de la República para obtener un voto adicional, que hacía falta para que la reforma pensional no se hundiera”.
¿Y cree que Colpensiones sí va a estar preparada dentro de un año para atender esta implementación?
“Ese fue el otro punto, que seguramente con el interés de recoger una caja adicional para que el Gobierno tenga dinero para hacer gasto público se decidió que entre en vigencia en 2025. Claramente, Colpensiones no va a estar preparado, no lo digo yo, sino Mauricio Olivera, que conoce al pie de la letra a Colpensiones”.
Asofondos advertía que esta reforma acabaría con los fondos de pensión, pero a la vez se daba una discusión en torno al aumento de las comisiones que los fondos podían recibir gracias a esa misma reforma. ¿Cómo ve esa situación?
“Bueno, yo creo que claramente acaba con el régimen de ahorro individual en la práctica, porque si casi el 90% de los recursos de ahorro de aquí en adelante va a ir al fondo público, eso es cambiar completamente el modelo del régimen de ahorro individual y termina acabándolo.
En el fondo, esto significa una estatización en el manejo de las pensiones de Colombia. Y pues tristemente eso es un retroceso como país. Yo, la verdad, creo que los modelos estatizantes no son los óptimos para administrar ni este ni ningún otro sector, y que a lo único que conducen es a ineficiencias, a problemas de corrupción, de politiquería, incluso en la administración de esos sectores”.
También quedó viva la reforma laboral a la que se le dio el primer debate. Y llama la atención que se le cayó al Gobierno lo que más quería, que eran todas estas gabelas sindicales que preocupaban tanto a los empresarios...
“Si bien se eliminan esa serie de gabelas sindicales, por ahora, a mí me preocupa muchísimo la reforma laboral. Una buena reforma laboral debería generar empleo, generar formalización, conducir a más productividad y dignificar a los trabajadores.
Esta no genera más empleo, por el contrario, lo destruye. El Banco de la República lo demostró por la elevación de costos y las inflexibilidades que introduce en contratación y desvinculación. Más de 700.000 empleos formales se perderían, lo ha dicho también Fenalco. Claramente, no contribuye a la productividad ni a la formalización. Y no lo hace por cuanto el modelo como estaba concebido privilegia el contrato a término indefinido, cuando el mundo laboral de hoy es un mundo más flexible, pero esta reforma apunta a la inflexibilidad de contratación y desvinculación; entonces, informaliza aún más la economía. Esta es la mejor reforma antipensional posible. Después de haber sacado una reforma pensional, sacamos una antipensional. Me parece que es una incoherencia profunda”.
El Presidente insistió mucho en Asobancaria sobre la inversión forzosa desde la banca. ¿En qué consiste?
“El modelo general de inversión forzosa que ha existido en Colombia desde los 60, que incluso existe actualmente en el sector agropecuario, yo creo que merece por lo menos una discusión si realmente ha sido efectivo, hay dudas técnicas en el sentido de que las inversiones forzosas tienden es a dificultar más el crédito a los sectores supuestamente beneficiados y eleva costos.
Pero el modelo que propone el gobierno es más complicado, porque es trasladar el recurso de la inversión forzosa al Gobierno para que este lo administre y asigne el crédito. Eso sí que genera una mayor ineficiencia en la asignación del crédito, porque la politiza en cabeza del Gobierno y este no está preparado para hacer asignación de recursos. Me parece que es un modelo mucho más complejo, que va en total contraría de una asignación eficiente de los recursos.