Seguro usted ya en su trabajo usó alguna herramienta tecnológica para optimizar alguna tarea como redactar una carta o un correo, o aplicar fórmulas en Excel e interpretar los datos, o crear imágenes y gráficos para una presentación de resultados. Y si no lo ha hecho todavía está a tiempo de descubrir cómo la inteligencia artificial (IA) está cambiando las rutinas laborales, empresariales y hasta económicas.
Es así como la IA pasó de ser una tecnología emergente a convertirse en una fuerza impulsora clave en la economía, tanto mundial como nacional. Así lo concluyó un reciente estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), titulado ‘El impacto de la Inteligencia Artificial en la productividad, la distribución y el crecimiento’.
Los aportes más relevantes que trae la IA al siglo XXI, para transformar la productividad y el crecimiento económico, son la automatización de tareas, la mejora en la toma de decisiones en las empresas a través de datos y la creación de nuevas oportunidades de negocio. Y eso se materializa con la combinación de software avanzado, habilidades especializadas y destrezas técnicas para manejar herramientas digitales.
Si con la primera Revolución Industrial, el carbón y el vapor transformaron el mundo al pasar de una economía agrícola a una industrial, ahora con la cuarta, la plataforma ChatGPT revolucionó las rutinas y marcó un antes y un después en la forma en cómo interactuamos con la inteligencia artificial, abriendo nuevas posibilidades en la creación de contenido y la automatización de tareas en el trabajo.
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Al respecto, Gonzalo Mejía, director de la Maestría en Analítica Aplicada de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la sabana, considera que la IA se está convirtiendo hoy en día en el motor del desarrollo económico, así como pasó con la máquina de vapor, el carro y los robots. “Vamos a pasar de ser desarrolladores de Inteligencia Artificial y desarrolladores de software a ser compradores de IA. Esto, en Colombia, nos pone en una gran desventaja frente a países desarrollados. Lo que tenemos que hacer es desarrollar nuestras propias metodologías y software, desarrollos de IA”, recomendó el académico.
Por ejemplo, uno de los hallazgos más destacados del informe es que la IA podría revitalizar el crecimiento de la productividad, que ha sido lento en las últimas décadas. “La evidencia inicial sugiere que las empresas que adoptan IA ven mejoras significativas en la eficiencia y la innovación. Estas mejoras no solo se limitan a la productividad de los trabajadores, sino que también se extienden a la capacidad de las empresas para introducir nuevos productos y servicios al mercado más rápidamente”, se lee en el estudio.
Países desarrollados y en desarrollo
Una de las advertencias del estudio es que la mayor parte del desarrollo de IA se concentra en países como Estados Unidos y China, lo que se refleja en las grandes diferencias de inversión. Por ejemplo, Estados Unidos ha invertido casi 450 mil millones de dólares en IA, mientras que China ha invertido menos de la mitad y la Unión Europea solo alrededor de 50 mil millones. Esto da a estos países una ventaja inicial significativa en la carrera de lograr más herramientas tecnológicas que acaparen el mercado.
Por ejemplo, la Ocde enfatiza en que la IA podría ser una tecnología que ahorre mano de obra y recursos, lo que podría desvalorizar la ventaja comparativa de los países en desarrollo y empeorar sus mercados laborales. “Esto se debe a que, al adoptar IA, los países desarrollados con salarios más altos podrían producir bienes y servicios más baratos, afectando negativamente a los países en desarrollo”.
El estudio menciona que Colombia, al igual que otros países en desarrollo, se encuentra en desventaja frente a países como Estados Unidos y China en cuanto a la inversión y el desarrollo de IA. Esto significa que el país tendrá que hacer un esfuerzo mayor para acceder a las últimas tecnologías de IA y aprovechar sus beneficios.
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“Satanizar la modernización y ponerle trabas excesivas, como se ha visto en los últimos dos años en Colombia, definitivamente segregaría al país a un rol de espectador en estos tiempos de cambio constantes en la manera de producir y generar desarrollo en el mundo de los negocios. Estados Unidos y China, por ejemplo, lideran el desarrollo de la IA porque cuentan con ecosistemas de innovación robustos, con fuertes vínculos entre la investigación académica, el emprendimiento tecnológico y el apoyo gubernamental”, detalló Sebastián Salazar, director del Grupo de Práctica de Derecho Laboral de Cuatrecasas en Colombia.
Una de las tensiones entre países desarrollados y en vía de desarrollo es el avance de métodos para automatizar procesos y minimizar el uso de mano de obra. “En su momento utilizaron robots, después se dieron cuenta que era más barato producir en otros países y ahora muchas de estas tareas repetitivas las están haciendo con inteligencia artificial, por supuesto tendrá un impacto negativo en nuestros países”, agrega Mejía.
Y para estar a la vanguardia, Salazar recomendó, para Colombia, adoptar estrategias que mitiguen estos desafíos como el mejoramiento de la inversión en educación y formación de la fuerza laboral en habilidades relacionadas con la IA, la implementación de políticas de apoyo a la innovación que promuevan la investigación y el desarrollo en IA, el fomento y facilitación de colaboraciones internacionales con países líderes en la materia para transferencia de conocimientos y tecnologías; y el desarrollo y mejoramiento de la infraestructura tecnológica, entre otras.
Empleo, productividad y desigualdad
Una de las advertencias del estudio de la Ocde es que los beneficios de la IA no están garantizados tanto en el mercado laboral como en el crecimiento económico, porque se necesitan complementos de políticas públicas, como mencionó Salazar anteriormente. “Es esencial garantizar que la IA complemente las habilidades humanas en lugar de reemplazarlas, lo que requiere una fuerte inversión en educación y formación”.
Sobre este punto, el director de la maestría enfatizó en que la inteligencia artificial sí tendrá un impacto grande en el empleo y la productividad porque aumentar la productividad con IA reducirá el uso intensivo de mano de obra en muchas ocasiones. “Por ejemplo, en ciertas profesiones se predice que van a desaparecer y otras van a requerir una adaptación grande. Pero así ha pasado desde siempre. Lo que tenemos que hacer es adaptarnos y hacer un buen uso de la tecnología para continuar creciendo”.
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En ese orden de ideas, el abogado Mejía sostuvo que la IA tiene el potencial de ser tanto un catalizador de productividad como un disruptor del empleo. Por eso, afirmó que la clave para maximizar los beneficios y minimizar los daños radica en la adecuada implementación de un sólido proceso del cambio y, sobre todo, una gestión cuidadosa y proactiva de la integración de las nuevas tecnologías como la IA en el mercado laboral.
“Es crucial que tanto el sector privado como el público colaboren en la creación de estrategias de transición laboral, implementando reformas sostenibles que no cierren la puerta al progreso, pero que tampoco menoscaben los derechos de los trabajadores. Son imperativos mecanismos de inclusión de la actual mano de obra que impliquen, no solo una adecuada formación en las nuevas capacidades requeridas para afrontar los nuevos retos del mercado laboral, sino también el desarrollo de políticas que apoyen el proceso de cambio”, anotó Mejía.
El estudio de la Ocde también plantea otro desafío relacionado con el aumento de desigualdades, debido a que la adopción de la IA está siendo liderada por grandes empresas tecnológicas, lo que podría concentrar aún más el poder económico y limitar el acceso a las tecnologías avanzadas para las pequeñas y medianas empresas.
“Además, la automatización podría desplazar a los trabajadores de tareas rutinarias, creando una brecha entre aquellos cuyas habilidades pueden ser aumentadas por la IA y aquellos que corren el riesgo de ser reemplazados”.
En este caso, para Salazar, alertó que no se puede atajar una bala con un papel para referirse a que no se puede frenar la IA con mucha regulación, más bien, planteó que se debe sacar mucho provecho y no tratar de ser menos productivos para salvaguardar unos empleos que no son interesantes, que son repetitivos y que no contribuyen al desarrollo de las personas.
Mejía agrega que nadie habla, por ejemplo, de que la IA también puede ser una herramienta potente de creación de nuevos empleos, día a día se generan nuevas oportunidades en campos como el análisis de datos, la ciberseguridad y el desarrollo de software, que pueden proporcionar nuevos caminos profesionales para aquellos dispuestos a adaptarse.
¿Y Colombia?
Según el informe de la Ocde, aunque la adopción de IA en Colombia aún es incipiente, hay señales prometedoras de que esta tecnología podría impulsar significativamente la productividad y el crecimiento económico en el país.
Ya algunas empresas empezaron a mostrar avances en adopción de la IA. Por ejemplo, Bbva firmó un acuerdo con OpenAI, el creador de ChatGPT, para desplegar esta herramienta entre sus empleados en el país. O Chery y Aimoga crearon un robot con IA para incorporarlo en la región.
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En lo que coincidieron los analistas es que sí debe haber es una regulación de las cuestiones éticas como el uso masivo de los datos, el uso de datos sensibles, la creación de software maliciosos, la influencia de las redes sociales. Es decir, al menos unas reglas de penalidades por el uso malintencionado de la inteligencia artificial. Pero en la automatización de procesos en aras de ser más productivo, una regulación no tiene mucho sentido.
“En este momento estamos lejos del punto en que la IA nos reemplace en Colombia. Por ejemplo, pensar en que un call center será operado por robots que imitan la voz humana y toman decisiones es todavía utópico en el país. O vamos más allá, fallos judiciales tomados a punto de IA sin una intervención humana hoy en día son impensables. Tenemos que ir hacia una convivencia con la inteligencia artificial, de manera que sea nuestra amiga y no nuestra enemiga”, concluyó el director de la Maestría en Analítica Aplicada.