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Fernando Ojalvo, otro alumno de Nicanor Restrepo que se jubila en Sura

Tras 29 años en diferentes posiciones en el Grupo Sura, en abril se hará efectiva su jubilación. Cumplió un rol importante y de bajo perfil en la expansión de la holding.

  • Fernando Ojalvo Prieto, vicepresidente de Asuntos Corporativos y Secretario General del Grupo Sura. FOTO Carlos Velásquez
    Fernando Ojalvo Prieto, vicepresidente de Asuntos Corporativos y Secretario General del Grupo Sura. FOTO Carlos Velásquez
05 de febrero de 2017
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Calidez humana, disciplina, disposición de servicio, sensibilidad y compromiso con el desarrollo social y fortalecimiento cultural en Colombia y Latinoamérica.

Estas son algunas de las cualidades que quienes lo conocen y han trabajado a su lado, le atribuyen a Fernando Ojalvo Prieto, vicepresidente de Asuntos Corporativos y Secretario General del Grupo de Inversiones Suramericana (Grupo Sura), quien se retirará del conglomerado empresarial el próximo 30 de abril, después de 29 años de labores (ver Opiniones).

En su extensa hoja de vida pueden verse los estudios que realizó y con los que se preparó para asumir los diversos cargos y responsabilidades que se le encomendaron. Pero su currículo no da cuenta de que es otro de los alumnos sobresalientes y destacados de la “escuela” que en el llamado “Sindicato antioqueño” encabezó Nicanor Restrepo Santamaría, quien en julio de 1988 lo invitó a ser parte de Suramericana (ver Protagonista).

En diálogo con EL COLOMBIANO, Ojalvo, quien ha sido un pilar fundamental para la proyección del grupo empresarial, resumió lo que ha sido su experiencia, luego de casi tres décadas en lo que es hoy una holding con operaciones en Latinoamérica, desde México hasta la Patagonia.

¿Cuáles son los hitos, de lo que ha afrontado en el Grupo Sura?

“Estas empresas, en el transcurso de 30 años, han sido innovadoras, han tenido un compromiso en el sentido de que si lo que se está haciendo es bueno, siempre hay que mejorarlo. Diría, entonces, que hay tres momentos históricos: el primero, la época del doctor Nicanor, en que hubo un gran crecimiento y una gran generación de ideas y de nuevos negocios. Él siempre tenía en la mira la búsqueda de cosas y traerlas. Por ejemplo, cuando empezamos con el negocio de leasing inmobiliario, en Colombia no existía esa figura y nos tocó explicarles a las superintendencias y a las oficinas de registro, qué significaba eso. Hoy ese tipo de mecanismos son normales, pero cuando lo iniciamos fue novedoso”.

Hagamos un paréntesis en los hitos, ¿qué lecciones aprendió del doctor Nicanor Restrepo?

“El primer aprendizaje es el sentido social, la permanente preocupación que él tenía porque el país creciera, que los empleados creciéramos y que la gente tuviera mejores oportunidades, fundamentalmente, de educación y de condiciones básicas. En segundo término, aprendí demasiado de él sobre el servicio. Él siempre correspondió llamadas y atendió a las personas, independiente del rango o su importancia. Yo siempre he tenido ese compromiso, es un tema de respeto y, además, cuando las personas lo buscan a uno es porque tienen confianza en uno o necesitan algo de uno. Y, en tercer lugar, aprendí con él del tema ético y corporativo en estas empresas, que no tienen un dueño o persona natural que esté al frente de ellas, controlando o tomando decisiones. Aquí aprendí, y aprendimos con él, sobre la estructuración de normas y políticas internas que permitieran y garantizaran la sostenibilidad, la transparencia y la buena imagen de estas empresas. Y uno encuentra en estas organizaciones que lo ético y el gobierno corporativo están muy apropiados y, en general, se puede decir que estas empresas han tenido una buena gobernanza”.

El segundo hito...

“Se da con la llegada de Juan Camilo Ochoa a la presidencia de Suramericana, quien dio una mayor especialización a los negocios. Fue así como se enajenó lo que correspondía al negocio de alimentos a la Nacional de Chocolates (hoy Nutresa), los de energía a Argos (hoy en su filial Celsia), y se terminaron muchos negocios inmobiliarios. Se concentró el portafolio”.

Y, ¿cuál fue ese tercer hito?

“Aunque a finales de la presidencia del doctor Nicanor se empezaron a hacer algunas operaciones en el exterior, fue con la llegada de David Bojanini que se marcó esa mirada más internacional y da a esta compañía un mayor crecimiento con la adquisición del negocio de pensiones a ING”.

¿En cuál de esos tres momentos empiezan a vislumbrar y a estructurar lo que es hoy la holding y matriz de grandes empresas que tienen inversiones y presencia en 10 países?

“La holding nace en 1997, cuando se hizo la escisión del negocio asegurador, pues la carga de inversiones de esa actividad frente al regulador era enorme. Allí se configura el grupo económico, aunque desde sus inicios, en 1944, la Compañía Suramericana de Seguros sumó filiales, sin que se hablara de ella como un grupo”.

Desde su experiencia, ¿estas transformaciones fueron oportunas o hubo algún momento en que se sintieron rezagados?

“Uno se sorprende de la forma cómo se van haciendo los cambios en estas organizaciones. Y esto no está solo en términos de que la gente se mueva, sino porque la generación de ideas en muy rápida. Diría que esa generación, así como la consolidación de los negocios y la apertura internacional se hicieron en tiempos demasiado cortos. Este es un grupo en constante búsqueda de oportunidades de inversión, pero también en permanente cuestionamiento interno. Los equipos de trabajo están enseñados a dejar una cosa para estudiar otra o para empezar una nueva, sin quedarse atados al pasado, a resabios o caprichos”.

¿Cuál es la fortaleza del llamado Sindicato Antioqueño o Grupo Empresarial Antioqueño (GEA)?

“Esa es una creación de los medios de comunicación. Yo personalmente creo mucho en el GEA, porque la riqueza que tienen en conjunto estas empresas, aunque jurídicamente y en el día a día operan de manera independiente, es que la ausencia de egoísmo les ha permitido a esas compañías enriquecerse de lo bueno que haca cada una. Un ejemplo de es la Unidad del Conocimiento, creada hace quince años, y lo que allí se ve es que cada empresa aporta sus mejores prácticas, genera ideas y lo que hacen las demás es servirse y apropiarse. Creo que nos adelantamos a los temas de compartir el conocimiento y que otros tengan lo que las empresas grandes pueden desarrollar de una manera más fácil. En definitiva, hay un componente de solidaridad de la experiencia y el conocimiento”.

Usted fue testigo y partícipe de esa transformación empresarial, pero, ¿cómo considera que ha cambiado también Colombia?

“Siempre he creído que si no se les da oportunidades a las personas, es muy difícil que se pueda dar un proceso de transformación. Hace diez años, cuando se hizo la dejación de armas por parte de los grupos de autodefensa, nosotros generamos un proyecto que se llama Soluciones. Para ese momento dijimos: si ellos ya dieron la solución y dejaron las armas, nosotros como empresarios debemos darles una estabilidad laboral. Con esa idea empezamos a vincular personas como empleados permanentes, no como personal temporal. Por Soluciones han pasado unas 800 personas, uno quisiera que fueran más. De ese iniciativa, quienes se propusieron cambiar lograron una gran transformación personal y laboral. Hoy, cuando estamos en la antesala de la consolidación de otro gran acuerdo (con las Farc), debo decir que si los empresarios y cada ciudadano de esta país no se proponen ayudarle a otro con conciencia y con compromiso, no como limosna, esto no se dará”.

Se necesitarán más iniciativas como Soluciones...

“Esta es una buena práctica que se puede replicar en cualquier parte del país. Se necesitan empresarios sensibles frente a los procesos (de paz), independientemente de la ideología política que uno tenga y también independiente de que digan si la gente es o no juzgada y si va o no a la cárcel. Ese no es el problema. En Colombia, la justicia no logra adelantar siquiera el 10 % de los procesos legales y, ahora, estamos preocupados porque no vamos a ser capaces de meter a estas personas (desmovilizados de las Farc) a la cárcel. Es decir, hoy, el 90 % de quienes cometen un delito están afuera. Creo que el proceso de paz requiere un compromiso y una convicción individual, de que el país tiene que salir adelante con una transformación, y quien primero se debe transformar es cada uno de nosotros”.

Mencionó el liderazgo del Grupo Sura en asuntos de gobierno corporativo, ¿qué decir frente a escándalos como el de Odebrecht o la cartelización empresarial que vienen sancionando las autoridades?

“Una cosa es cuando las empresas desarrollan actividades que están supeditadas a ganar dinero como sea, y otra cuando las compañías, dentro de un contexto de responsabilidad empresarial, desarrollan negocios e internamente establecen que, por ningún motivo, habrá pago de coimas o cosas de esas. Los carteles y lo que se ha señalado frente a Odebrecht tiene que ser sancionado, porque eso es malo para el país y eso lo que hace es una temporalidad en la gestión de los negocios. Esas son operaciones que terminan saliendo a la luz pública y terminan en la ruina. Las empresas del grupo, por política general, siempre han estado alejadas de las licitaciones y de participar en negocios que pueden cuestionarse. En los casi 30 años que he estado en estas empresa, no conozco sanciones por este tipo de hechos”.

A su juicio, frente a la corrupción, ¿quién falla?, ¿el que da? ¿el funcionario?, ¿la sociedad?

“Creo que fallamos todos. No creo que este sea un tema del Gobierno, del político o del empresario. Me parece que la corrupción no es exclusiva de un sector y se da en el país y en el mundo porque, definitivamente, no hay principios ni valores. Cuando falta esto ¿qué puede decir uno?”.

¿El día más feliz en Sura?

“Siempre llegué feliz al trabajo, por tener la oportunidad de hacer algo por los demás. Pero uno de los momentos que me causó mayor felicidad, fue cuando la empresa nos aprobó un fondo de vivienda para los empleados de los contratistas, y eso es algo que le ha dado mucha felicidad a un gran número de familias”.

Y, ¿el día más triste?

“Cuando nos anunciaron la muerte de Nicanor Restrepo. Él fue un faro que desinteresadamente estuvo atento a que estas empresas fueran buenas, grandes y dieran respuestas al país y al mundo”.

¿Ya empezó el trasteo?

“(Risas). Por principio no acumulo nada y siempre tuve escritorios sin cajones. Soy muy ligero de equipaje” (ver Dicen de...).

¿Cuál es la clave del éxito del Grupo Sura?

“Está en la calidad del talento humano. El hecho de que las cosas se hagan bien radica en la gente. Estas son organizaciones que creen en la gente, los que las dirigen invierten en la gente y cada uno va quedando con una huella de que su gestión debe ser muy buena”.

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