Los estadounidenses Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson, autores de Por qué fracasan los países, ganaron el Premio Nobel de Economía 2024 por sus investigaciones sobre cómo las instituciones inciden en que algunos países se hagan ricos y otros sigan siendo pobres.
“Reducir las enormes diferencias de ingresos entre los países es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo. Los galardonados han demostrado la importancia de las instituciones sociales para lograrlo”, afirmó Jakob Svensson, presidente del Comité del Nobel.
De esta manera, el premio, dotado de 11 millones de coronas suecas (1 millón de dólares aproximadamente), les fue otorgado por sus explicaciones sobre por qué “las sociedades con un Estado de derecho frágil e instituciones que explotan a la población no generan crecimiento ni cambios que lleven a una mejora”.
Tras anunciarse los ganadores, la Universidad de los Andes hizo un reconocimiento especial a Robinson, quien es catedrático de la institución desde hace 20 años y tiene un titulo Honoris Causa de la misma.
“Celebramos con orgullo el Nobel otorgado al distinguido economista James A. Robinson (...) Su cercanía y contribuciones académicas a Los Andes lo consolidan como una figura inspiradora tanto para la comunidad universitaria como para el país”, dice el comunicado de la institución.
Robinson, de 64 años, también es catedrático de la Universidad de Chicago; mientras Acemoglu, de 57 años, es profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), al igual que Johnson, de 61 años.
Las razones
La academia sueca destacó del trabajo de los laureados, el cual sostiene que “el 20% de los países más ricos del mundo es 30 veces más rico que el 20% más pobre. La brecha de ingresos entre los más ricos y los más pobres también es persistente; aunque las naciones pobres han ganado en riqueza, no están alcanzando a los más prósperos”.
Sobre lo anterior, agregó que “los galardonados de este año han encontrado pruebas nuevas y convincentes de una explicación de esta brecha persistente: las diferencias en las instituciones de una sociedad”.
Y es que el modelo de estos investigadores para explicar las circunstancias en las que se forman y cambian las instituciones políticas tiene tres componentes.
El primero es un conflicto sobre cómo se asignan los recursos y quién tiene el poder de decisión en una sociedad (la élite o las masas). El segundo es que las masas a veces tienen la oportunidad de ejercer el poder movilizando y amenazando a la élite gobernante. Y el tercero es el problema del compromiso, lo que significa que la única alternativa para la élite es entregar el poder de decisión a la población.
“Cuando los europeos colonizaron grandes partes del mundo, las instituciones de esas sociedades cambiaron. Mientras que en muchos lugares esto tenía como objetivo explotar a la población indígena, en otros sentó las bases de sistemas políticos y económicos inclusivos”, anotó el Comité, citando el trabajo de los economistas.
En este sentido, el análisis divide a las instituciones en “inclusivas” y “extractivas”, y se cuestiona “si la introducción de instituciones más inclusivas y menos extractivas generarían beneficios a largo plazo, ¿por qué entonces la élite no reemplaza el sistema económico existente?”
Los autores concluyen que aquellos países con instituciones políticas de corte extractivista tenderán a concentrar el poder en una élite reducida y a prolongar la desigualdad de sus naciones. Por el contrario, las de políticas económicas inclusivas se basarán en el respeto por el derecho a la propiedad y en el fomento de la igualdad de oportunidades, lo que desencadenará en mayores inversiones sociales.
¿Qué piensan sobre Colombia?
Uno de los economistas que más se ha interesado por el estudio del caso colombiano es James Robinson.
En algunas de sus obras, el autor explica que Colombia es un país con mucho potencial, pero con un Estado y sociedad débiles. De hecho, en una visita realizada en 2022, en el marco del McKinsey Forum, lo calificó como “bastante pobre y extremadamente desigual”, argumentando que “no hay razón por la que los niveles de vida en este país no sean exactamente los mismos que en los Estados Unidos, aparte de las instituciones que impiden que eso suceda”.
En ese momento, Robinson describió a Colombia como una Nación que “cuenta con varios elementos de instituciones extractivas: derechos de propiedad que no están bien definidos ni son del todo seguros, y bastantes monopolios. Pero a la gente rica le va muy bien en este sistema; entonces no tienen un incentivo para cambiar. En cualquier sistema extractivo hay personas con poder a las que les va muy bien así. A menudo ese es un gran impedimento”.
Sobre la sociedad colombiana, el economista señaló que “es débil, muy parroquial y cada uno tiene sus propios intereses, ninguna idea colectiva de hacia dónde debe ir el país”.
