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En ‘Medallo’ hay una nueva fábrica de genios informáticos

Riwi quiere formar a los talentos para llenar ese vacío de expertos en programación.

Buscan aliados para asegurar la permanencia de los jóvenes e impactar la economía.

  • Riwi proyecta graduar cerca de 700 jóvenes por año para cubrir el déficit de talento informático en la región, una apuesta para impactar a los becarios y darle impulso a la economía antioqueña. FOTO cortesía
    Riwi proyecta graduar cerca de 700 jóvenes por año para cubrir el déficit de talento informático en la región, una apuesta para impactar a los becarios y darle impulso a la economía antioqueña. FOTO cortesía
03 de diciembre de 2023
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En las calles de Medellín corre un rumor: la plata hoy está en la programación y el desarrollo de software. Aunque son trabajos muy abstractos para un buen pedazo de la población; saben que hay empleos y buena paga en ese sector.

El problema es que hay una escasez en este tipo de talento; las empresas necesitan gente para saltar a la nueva era de los negocios y no consiguen lo que están buscando.

Obviamente, por ley de oferta y demanda, siempre será más valioso aquello difícil de encontrar en el mercado. Por eso es que los salarios son el gancho que lanzan las compañías para jalar a los pocos instruidos en la informática.

Fiel al espíritu pujante de sus ancestros, los paisas no se quedan quietos y ya montaron una fábrica para ensamblar a los genios que están haciendo falta. La idea es que la economía antioqueña se mueva en la dirección que exige la Cuarta Revolución Industrial.

Academia futurista

Tomás Solano y Juan José Aramburo son los hombres detrás de Riwi —que como se mencionó antes— tiene el objetivo de ser la fábrica de los informáticos con el sello “Made in Medellín”.

Hace dos meses abrió las puertas y ya está preparando a la primera cohorte de 300 jóvenes; becados al 100%, llegados de todas las esquinas del Valle de Aburrá y con la promesa de convertirse en una generación de expertos que saque la cara por la región.

Ubicadas en el centro comercial De Moda Outlet, las aulas y los espacios de Riwi dejan saber que no se trata de una academia convencional; en ocho meses dejan listos a los guerreros para el combate.

En estos tiempos, hasta el sistema educativo está pasando por una reinvención, especialmente en el área tecnológica: las grandes empresas se fijan mucho más en las capacidades reales que en la acreditación de un paso alargado por una universidad.

En ese espacio, aprenden de programación, inglés y habilidades para la vida. La única condición que les piden es tener ganas, disciplina y disponer de ocho horas diarias para formarse.

Parece que el interés de los jóvenes en estas áreas es fuerte, pues 1.500 se presentaron a la convocatoria y después de los respectivos filtros, se quedaron los primeros 300.

Susana Giraldo, directora comercial y de la fundación Riwi, detalló que hay una diversidad notoria entre los estudiantes; algunos están terminando el colegio, otros se desempeñan como domiciliarios o vendedores, pero acomodaron sus tiempos con la ilusión de transformar sus vidas.

Mucho pedaleo

“En la vida no hay destino, uno mismo es quien lo labra, se presentan mil caminos y hay que saber cuál es el que uno se traza (...). El que quiere ser mejor hasta derriba montañas”, dice el maestro Aries Vigoth en ese inmortal joropo llamado Predestinación.

Parece escrito para los obstinados que se rehusan a depender un golpe de suerte y reman fuerte para llevar la canoa a buenas aguas.

Sebastián Ramírez tiene 16 años, hace unos días terminó el bachillerato y pedalea 30 minutos desde el barrio San Martín hasta la estación Bello del Metro, ahí toma el tren, baja en Poblado y vuelve a pedalear hasta la sede de Riwi; de regreso es la misma travesía, solo que de la estación Bello al vecindario el trayecto ya es empinado.

“Yo quería ser abogado, pero soy pésimo para leer y mejor dije que no. Al principio no me gustaba la programación, pero empecé a hackear juegos online para tener ventajas, para eso había que hacer tutoriales y a raíz de eso me empezó a gustar la programación”, narró el joven.

Es muy consciente de que este es el sector que dominará el mercado y la economía. Por eso ingresó al proyecto y el propósito a largo plazo es comprarle una casa a su señora madre; en retribución a todo el sacrificio que ha hecho para sacarlo adelante a él y a su hermano.

Un granito de arena

Sebastián es uno de los primeros 300 chicos que Riwi pretende formar y conectar con las empresas. Los cofundadores del proyecto saben que hay un déficit de 80.000 programadores —para 2025 ya podría subir a 112.000— pero darle continuidad a la iniciativa depende en gran medida del aporte empresarial.

En ese sentido, la directora de la fundación envió un mensaje a los empresarios: “Conozcan Riwi, interactúen con los jóvenes, llévense el talento que necesitan para desarrollar sus proyectos, esto no es solo sector tecnológico, cualquier tipo de empresa necesita un desarrollador, vengan vincúlense, así cambiamos la vida de los jóvenes, mejoramos los indicadores de empleabilidad y ayudamos a suplir ese déficit de desarrolladores”.

112
mil sería el número de expertos informáticos que harían falta para 2025.
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