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El turismo en el Chocó va más allá de la temporada de ballenas, es un destino de 365 días

Cada vez llegan más turistas al Pacífico chocoano, en busca de naturaleza y cultura. Extranjeros son los que más llegan.

  • El Parque Nacional Natural Utría es gran escenario para avistar flora y fauna. Uno de los pocos PNN abiertos al ecoturismo. FOTO Cortesía
    El Parque Nacional Natural Utría es gran escenario para avistar flora y fauna. Uno de los pocos PNN abiertos al ecoturismo. FOTO Cortesía
  • El turismo en el Chocó va más allá de la temporada de ballenas, es un destino de 365 días
  • El turismo en el Chocó va más allá de la temporada de ballenas, es un destino de 365 días
  • Casi todos los desplazamientos se hacen en lancha. FOTO: Cortesía Fam Trip
    Casi todos los desplazamientos se hacen en lancha. FOTO: Cortesía Fam Trip
  • Algunas organizaciones sociales recolectan los huevos de las tortugas marinas para que, una vez nazcan las tortuguitas, liberarlas al mar. FOTO: Olga Rendón
    Algunas organizaciones sociales recolectan los huevos de las tortugas marinas para que, una vez nazcan las tortuguitas, liberarlas al mar. FOTO: Olga Rendón
  • Diego González, maestro vichero. FOTO: Cortesía Fam Trip
    Diego González, maestro vichero. FOTO: Cortesía Fam Trip
  • La comunidad indígena Las Marianas abrió las puertas a los turistas en un intento por preservar sus tradiciones. FOTO Olga Rendón
    La comunidad indígena Las Marianas abrió las puertas a los turistas en un intento por preservar sus tradiciones. FOTO Olga Rendón
El turismo en el Chocó va más allá de la temporada de ballenas, es un destino de 365 días
28 de julio de 2024
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Escuchar a los cetáceos jugueteando en el mar a través del hidrófono es, por mucho, una de las experiencias más emocionantes de la vida. Cristofer Vidal no es que traduzca, obviamente, pero sí sabe explicar cuáles animales oímos: ballenas adultas con sus ballenaticos, y delfines la mayor parte del tiempo. Los sonidos son distintos, parece que en el océano Pacífico hay una gran fiesta de la que somos testigos.

A lo lejos, vemos el “humo”, una bocanada de aire que expulsa una ballena a unos pocos metros de la lancha donde estamos oyendo los sonidos marinos. Luego se da el salto, no muy alto, pero alcanzamos a ver el lomo y la cola mientras la ballena sale a respirar. Y la escena se repite cada tanto. Las fotos y los videos no quedan tan bien como esperamos, ni le hacen justicia al espectáculo natural que presenciamos en este viaje de reconocimiento, que fue posible gracias a la Asociación Nacional de Agencias de Viajes (Anato), Fontur y el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, que están empeñados en que más viajeros lleguen a las playas del Chocó a disfrutar de un destino de naturaleza y cultura sin igual.

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Estas son ballenas que hace muchos años nacieron en el mar del Chocó, como explica Melissa Hernández, profesional de turismo del Parque Nacional Natural Utría, y que vienen de la Antártida cada año, algunas veces “a visitar la casa de mamá” o a aparearse, o a parir a sus ballenatos y enseñarles a saltar y respirar en un océano inclemente.

Cuando volvemos a tierra firme coincidimos en que este viaje ya valió la pena. Convencidos de que es poco probable que Chocó pueda ofrecernos algo mejor que lo que ya vimos, pero lo cierto es que al terminar este periplo entenderemos que Chocó es un destino de 365 días, con ballenas o sin ellas.

De ahí que el ecoturismo representa el 60% de la economía chocoana, según cálculos de la Gobernación. Pero en los municipios más cercanos al mar, el turismo copa completamente la actividad de los demás sectores económicos: “Toda la economía de Nuquí depende del turismo, por un lado, están los hoteles, restaurantes, guías y lancheros, pero aquí la ganadería, la pesca, las artesanías, mejor dicho, todo es para atender a los turistas”, dice Janice Murillo, secretaria de Emprendimiento Económico y Desarrollo Social de Nuquí.

Y es que este lugar en donde la playa se funde con la selva y el mar con el infinito del cielo no solo es la cuna de las ballenas jorobadas (yubartas), sino de tortugas marinas, de afros e indígenas, de manglares, de cientos de especies de fauna y flora, del viche y la cumbancha.

Algunas organizaciones sociales recolectan los huevos de las tortugas marinas para que, una vez nazcan las tortuguitas, liberarlas al mar. FOTO: Olga Rendón
Algunas organizaciones sociales recolectan los huevos de las tortugas marinas para que, una vez nazcan las tortuguitas, liberarlas al mar. FOTO: Olga Rendón

“Este es un destino precioso para avistar aves, ranas y serpientes, para caminar, ir a termales, liberar tortugas, comer delicioso. Es un destino de vacaciones y de luna de miel. Este es el mejor sitio del mundo para no hacer nada”, describe Héctor Palacio, representante legal de Costa a Costa SAS, dueña del hotel Playa de Oro, en Bahía Solano.

¿Un destino para quién?

Hace 33 años, cuando Palacio abrió el Hotel Playa de Oro, luego de empezar con éxito su hotel en Capurganá, corregimiento de Acandí; Bahía Solano tenía un desarrollo turístico muy incipiente. Los visitantes llegaban desde el Eje Cafetero y Antioquia, en unos vuelos que ofrecía Satena con unos aviones muy viejos. “Este aeropuerto lo llamaban salsipuedes, no tenía torre de control. Usted sabía que llegaba a Bahía Solano, pero no sabía cuándo volvía a salir porque la lluvia lo encerraba”, recuerda el empresario. Llegaban entonces algunos afiebrados por la pesca deportiva, que no se amilanaban por las circunstancias difíciles del destino.

Ahora la situación ha cambiado mucho, las playas del Chocó son visitadas por extranjeros que hablan en todos los idiomas. Palacio asegura que los que más llegan son europeos y estadounidenses interesados en la naturaleza, que quieren ver ballenas, tortugas, ranas, serpientes o mantarrayas, descansar y desconectarse de las caóticas ciudades que habitan. Y es que, en el PNN Utría, uno de los pocos que está abierto al ecoturismo, pueden conocerse siete de las 10 especies de mangles que hay en el mundo.

Los turistas llegan gracias a conexiones que ofrecen las aerolíneas Clic, Satena, Pacífica y Moon Flights desde Medellín y Quibdó, y vuelos charter desde otras ciudades. El aeropuerto de Nuquí, por ejemplo, recibió 7.968 personas el año pasado, un 117% más que en 2022; y el aeropuerto de Bahía Solano, que está en reconstrucción desde hace varios años, recibió 12.989, un 7,1% menos, de acuerdo con cifras de la Aeronáutica Civil.

Y esta semana se anunció que desde septiembre y hasta noviembre, en principio, Satena ofrecerá una ruta desde Cali a ambos destinos, para ensayar la viabilidad del Chocó Pacífico, una gran oportunidad para los habitantes del suroccidente del país.

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Podría decirse que el Pacífico chocoano es un destino para personas jóvenes y vitales, pues es un sitio exigente para el cuerpo. La conectividad terrestre es prácticamente nula y los desplazamientos deben hacerse en avión o lancha. De hecho, las cabeceras municipales donde están los aeropuertos (Nuquí y Bahía Solano) no son tan atractivas como sus corregimientos Guachalito o El Valle, entre otros, a los que se llega fácilmente en lancha.

La mayoría de sus embarcaderos no tienen muelles y el visitante debe bajarse en el agua. Por eso gran parte de este viaje tuvimos los pies mojados. Una recomendación es llevar zapatos cómodos, ojalá de playa, de fácil secado. Además, hay que tener en cuenta que esta es una de las zonas del mundo donde más llueve. Hernández explica que esto pasa porque las corrientes de aire del Pacífico chocan con el ramal occidental de la Cordillera de los Andes, y allí las nubes se descargan. La pluviosidad es de aproximadamente 7.000 mm (litros por metro cuadrado), mientras que la de Medellín es de 1.752 mm.

Por lo mismo, pesa a la hora de decidirse por este destino la capacidad del bolsillo. Palacio explica que muchos de los costos resultan más elevados que viajar, por ejemplo, al Caribe colombiano, porque todos los insumos deben llegar en avión o barco, además los tiquetes aéreos son más costosos. Por ejemplo, una búsqueda en las aerolíneas para vuelos en la última semana de agosto desde Medellín arrojó que Satena ofrece tarifas desde $286.000 a Nuquí y a Bahía Solano desde $302.000; mientras que en Clic cuesta desde $251.000 y $287.000 respectivamente, ambos saliendo del Aeropuerto Olaya Herrera. En cambio, a Cartagena los tiquetes arrancan en $160.000.

Asimismo, “el galón de gasolina para estas lanchas está costando $22.000, así que el desplazamiento marítimo también sale costoso, sin embargo, hay rubros donde logramos eficiencias como en la proteína. Aquí se pesca muy bien y toda nuestra alimentación se basa en el pescado fresco que nos sale más barato”, señala Palacio. De hecho, allí venden el kilo de atún fresco en $20.000, mientras que en el Éxito este fin de semana costaba $71.000.

Y eso sí, este pescado es otro de los encantos de esta región. Las preparaciones con atún son deliciosas, lo sirven frito, relleno de verduras, apanado, en empanadas, guisado... También sirven otros pescados con arroz de coco, sopa de pescado o de queso, risotto de pescado, patacones, en fin, una variedad de alimentos con el toque de la leche de coco, que le da el característico sabor del Pacífico.

El otro problema que encarece el destino es que como aún existe la concepción de que es un destino solo para ver Ballenas, la ocupación hotelera puede alcanzar el 60% en lo más alto de la temporada, mientras que el resto del año puede ser del 20%. Irremediablemente, los costos de todo el año se cargan a la temporada alta.

Un destino cultural

Además de la gastronomía, la cultura del Chocó tiene mucho que ofrecer. Las mejores historias las interpretan los afros a través de la cumbancha, en ella hablan de las peleas familiares, de las faenas en la pesca artesanal, de la elaboración del viche y del enamoramiento. Toda la cotidianidad es objeto de esta música tradicional que, con guasá, cununo y marimba, cantantes y bailadoras enfundadas en vestidos típicos, le dan vida a la noche chocoana.

También conocimos el proceso de producción del viche, ese licor ancestral que ha sido noticia en los últimos meses por un intento de prohibición, aupado en parte por la gran industria licorera nacional. “Este es un licor que hacían nuestros abuelos, y que hoy defendemos como nuestra tradición”, advierte el maestro vichero Diego González, quien nos recibe en Guachalito para que conozcamos la producción, desde que se corta la caña de azúcar hasta que se destila en el alambique. En su tienda, además, vende diferentes variedades del licor, que van desde el cabezón con 60° de alcohol, pasando por el arrechón y la crema de viche, hasta su última innovación que es el Vicheilyes, una crema de viche con café. Si va a ir, pruébala, no se arrepiente. Otro buen sitio para probarlo es el Bombillo Rojo, en Nuquí.

Diego González, maestro vichero. FOTO: Cortesía Fam Trip
Diego González, maestro vichero. FOTO: Cortesía Fam Trip

Y no se queda atrás la visita a la Comunidad Indígena Las Marianas, de los embera Dobidá, en Bahía Solano, donde exponen, previa reserva, los bailes típicos en los que los nativos se unen con la naturaleza. Las danzas se dedican a los animales de la selva, de los que aprenden el sigilo y la paciencia. “Nosotros fuimos desplazados por la violencia de nuestro territorio colectivo, allá teníamos tierra para cultivar, pero tuvimos que abandonarla y venirnos aquí. Un señor nos dio espacio para levantar nuestras casas, pero como pueden ver, no tenemos dónde sembrar el pancoger ni mantener nuestras tradiciones ancestrales”, detalla uno de sus líderes.

El desplazamiento obligó a las mujeres de esta comunidad a trabajar en casas de familia, y a los hombres a dedicarse a labores del campo en tierra ajena, o a la pesca, con tal de llevar un bocado de comida a su mesa. Pero para no olvidar sus costumbres ancestrales, abrieron su pequeño resguardo a los turistas, desde noviembre pasado. Allí, además de exponer algunas de sus costumbres, venden artesanías a muy buen precio, para que los visitantes se lleven algo de sus tradiciones.

La comunidad indígena Las Marianas abrió las puertas a los turistas en un intento por preservar sus tradiciones. <b> </b>FOTO<b> Olga Rendón</b>
La comunidad indígena Las Marianas abrió las puertas a los turistas en un intento por preservar sus tradiciones. FOTO Olga Rendón

En medio de todas las dificultades que tienen comunidades chocoanas, donde la pobreza, la violencia y el abandono estatal se han ensañado, un paraíso terrenal espera a los turistas para que vivan las experiencias que solo el pacífico colombiano puede otorgar. “Queremos que vengan y nos conozcan, que disfruten de esta tierra bendita”, invita el Chocó que espera con los brazos abiertos.

*Por invitación de Anato, Fontur y MinCIT

$3,5
millones de pesos cuesta en promedio un paquete turístico a las playas de Chocó.
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