Contratar deuda tiene implicaciones. La primera es asumir una obligación de corto, mediano o largo plazo, dependiendo del destino de los recursos y si se trata de una persona asalariada o ya pensionada. La segunda será sobre el ingreso disponible, que se reducirá y adicionalmente hay otros temas que se deben considerar, por eso lo básico a la hora de adquirir un crédito es tener claro el uso que le dará a esos recursos y disponer de suficiente información sobre las ofertas existentes y los costos.
Para Jaime Jaramillo, director de Finanzas Emocionales, uno de los errores frecuentes de los pensionados es salir a endeudarse. Opina que en esa etapa de la vida no es el momento de adquirir deuda y menos si el objetivo es tratar de mantener el estilo de vida. “Cuando tomas deuda le quitas fuerza a tu presupuesto porque tienes que pagar el crédito”, argumenta.
Y a lo anterior hay que agregar que, así como las empresas deben proteger el flujo de caja, también las familias y las personas. Es decir, cuidar y administrar los ingresos, para que no falte la liquidez.
Para manejar con inteligencia el endeudamiento, es clave preguntarse ¿por qué voy a tomar un crédito? En eso hace énfasis la economista, magíster en Administración y docente Diana Tabares Higuita, quien sostiene que endeudarse con inteligencia consiste en saber para qué lo hago y si me genera bienestar. Ella reconoce que hay pensionados financieramente juiciosos, pero otros no.
Volvamos a los interrogantes indispensables y hay otro fundamental, ¿qué tanto del ingreso mensual voy a comprometer para pagar la obligación? Y si se está pensionado y solo se cuenta con este ingreso hay que detenerse a pensarlo más.
El consultor y entrenador en comportamiento financiero Diego Martínez aconseja que, si la deuda es para financiar consumo, lo mejor es abstenerse. Y recuerda que la mayoría de los pensionados solo tiene una fuente de ingreso, que es inferior al salario que percibían al terminar la vida laboral, entonces, la capacidad financiera disminuye.
Y plantea un ejemplo: si usted está cerca de pensionarse y tiene un salario de $2.000.000, yéndole muy bien la mesada será 20 % inferior. Y si compra un televisor financiado, con cuotas de $200.000, será aún menor la capacidad para cubrir gastos ordinarios. Por eso, afirma que “ese tipo de endeudamiento el pensionado ya no lo debería tener porque estamos hablando de la etapa del júbilo, pero ahí con esa obligación la persona estaría sufriendo”.
Sin embargo, la realidad es distinta. Dice que, de acuerdo con los estudios que conoce, muchos pensionados comprometen cerca del 50 % del ingreso en el pago de préstamos, tarjetas de crédito, créditos de libre inversión, entre otros, y se exponen así a dolores de cabeza. Y eso va en contravía de la disciplina financiera y del manejo acertado del dinero.
La profesora Tabares sostiene que endeudarse con inteligencia consiste también en revisar la capacidad de pago. “Eso quiere decir, tener solvencia para poder pagar. Ver si mi ingreso puede sopesar la deuda que adquirí”. Y señala que las personas no deberían comprometer más del 30 % o 40 % de la mesada porque con el 70 % o 60 % es con lo que van a vivir.
Al revisar para qué se endeudan los pensionados, explica que algunos lo hacen para educación, sobre todo con el fin de apoyar a un familiar; para vivienda, por compra o remodelación; el tercer tipo de deuda es turismo, muy importante en esa fase de la vida, y el cuarto corresponde a quienes no tienen hijos, pero sí sobrinos y por ellos van asumiendo compromisos y sobreendeudándose.