La industria creativa y cultural ya demostró su potencial generador de riqueza; después de la pandemia ha sido uno de los sectores que más ha crecido en Colombia.
Pese a que Medellín es una urbe llena de talento en cada esquina, desde 2018 el barrio Perpetuo Socorro emergió como el punto geográfico para reunir a todos los artistas con ideas de negocio y capaces de monetizar sus propuestas.
Un punto de inflexión en esta historia se dio hace algunos años cuando Mattelsa detectó el potencial que tenía el vecindario, que se caracteriza por su planicie, cercanía con el Metro y por los espacios poco aprovechados.
Se podría decir que esa fue la empresa que invitó a todas las demás a unir voluntades para que el barrio tuviera una nueva vocación y así germinó la semilla del Distrito Creativo.
Los vecinos
Comfama fue una de las primeras entidades que le compró el sueño a Mattelsa y se ha convertido en una especie de imán que atrae diversos públicos; dinamiza el movimiento de una zona que todavía está en proceso de construcción, pero en la que ya se han asentado unas 46 empresas y en la que se generan alrededor de 1.200 empleos diferentes a la vocación tradicional que ya existía.
Uno de los renglones que más florece en el barrio es el gastronómico. Muchos pueden alegar que técnicamente servir comida es un servicio tradicional; pero quienes se ocupan de vender una experiencia a través de los alimentos se definen como creativos de la culinaria.
Un recorrido breve permite encontrar el tradicional corrientazo desde $7.000, pasando por el menú vegetariano de Mattelsa a $13.000 y luego por platos gourmet de $35.000 en adelante. Los restauranteros son producto de la llegada de esos visitantes que anteriormente no se veían en el sector.
De a poco, al vecindario han llegado fotógrafos, diseñadores, arquitectos, literatos, cineastas, teatreros, bailarines, músicos, guionistas y productores, entre muchos más. Y resulta que por sus maneras de vivir, buscan ofertas que se salen de lo tradicional.
Aquí aparece la muy cotorreada ley de oferta y demanda, que en este caso solo demuestra que la llegada de una nueva población trae necesidades que alguien debe cubrir, entonces, la economía empieza a hacer lo suyo.
Un mestizaje económico
María José Gómez es la responsable de Bodega Comfama y, desde su óptica, el Distrito Creativo ha tenido un nacimiento “orgánicamente inducido”, dado que en el barrio ya había un movimiento que no puede desconocerse.
“Un vendedor no puede ser más creativo en su rebusque diario, los talleres también tienen mucha creatividad para resolver problemas, entonces yo creo que la creatividad ya estaba instalada”, mencionó.
Entre las dinámicas vistas en estos primeros años, los vecinos coinciden en que al llegar nuevos actores de las industrias creativas se empieza a dar un mestizaje interesante.
“Creo que estas llegadas han nutrido las otras vocaciones, no lo quisiera ver como una competencia porque, por ejemplo, los mecánicos han visto más carros llegar; los han retado para atender bicicletas y patinetas eléctricas, que era algo que antes no sucedía. Es decir, se han puesto a conversar dos industrias, una más tradicional y la otra más innovadora”, detalló Gómez.
La mezcla entre los viejos y nuevos comercios ha derivado en experiencias que antaño nadie hubiese imaginado: los mecánicos de la zona han dictado cursos en la Bodega Comfama y han enseñado cómo realizar un mantenimiento básico a los vehículos, cómo sacar rayones de menor impacto y cómo realizar una calibración. Al terminar esos cursos, los asistentes van a los negocios que se han abierto en el barrio y la rueda económica sigue girando.
Entre las 46 empresas que se han asentado, de acuerdo con la vocera de Comfama, hay propuestas muy llamativas de varios sectores.
Si de historias se trata, la de Juliana Vera es una de esas que inspiran, motivan e invitan a arriesgarse. Ella es la fundadora de Juliana’s Taquería y abrió las puertas del negocio hace un año y medio en el Perpetuo Socorro.
Venía de trabajar en la modalidad de cocinas ocultas, aquellas pensadas para producir y despachar a domicilio o para preparar los ingredientes de base que se usan en otros restaurantes. Sin embargo, siempre había soñado con tener un local abierto al público.
No tenía el presupuesto para alquilar un local en lugares como Laureles o Manila. Y además, siempre quiso ubicarse en un área de paisaje industrial: “Me encontré el local, lo vi, lo tomé y encontré un montón de apoyo y motivación. El distrito me ha dado muchas esperanzas, este era un proyecto de fe porque nosotros estamos en un momento económico difícil y mi público objetivo no conoce el barrio”, comentó.
En su local tenía espacio para atender a 13 personas, pero le ha ido bien y está en proceso de expansión; pronto podrá servirles a 65 comensales con un concepto de “cantina bistró”; es decir, un sitio con un sabor sofisticado sin perder la esencia popular.
“Yo hago comida de abuelita mexicana”, mencionó con satisfacción esta restaurantera paisa que, adicionalmente, se puso una misión: abrirles las puertas a esas personas que quieren comer alimentos exquisitos sin pagar una fortuna.
Después de trabajar años como mesera y haber experimentado en carne propia lo duro que puede ser este negocio, ni ella se imaginaba que arriesgarse daría fruto.
Exalta mucho el apoyo que ha encontrado en el dueño del local, quien siempre creyó en su propuesta y le dijo que si le desocupaban uno de los espacios contiguos, ella tendría la primicia.
El propietario le cumplió: “Hace tres meses dijo que desocuparon un local, queda por detrás del edificio pero está conectado con el mío, entonces allá sí voy a abrir la cantina, vamos a tener coctelería de autor y el día 4 de cada mes vamos tener mariachis en vivo, no importa si cae lunes o cualquier otro día”.
Juliana también confirmó que los vecinos no son competencia, son aliados. Y resaltó que en su caso, cada vez que el establecimiento está lleno, les recomienda a los visitantes conocer las otras propuestas que hay en el Distrito Creativo.
Pola y café
Dicen por ahí que la cerveza y el café son combustible para aquellos que tienen modos de vida poco convencionales; esos que llaman bohemios y casi siempre tienen alma de artistas. O sea, estas bebidas hacen juego con el público que está llegando al barrio.
La Planta Cervecería, casualmente, es uno de esos sitios llamativos en el Distrito Creativo por su ornamentación, por la fachada de su edificio y por el hecho de combinar la fábrica con atención a la mesa; un concepto que se sale del molde y responde a esas nuevas dinámicas.
Eso sí, quien lea este texto no debe malinterpretar el sitio y concluir que está reservado solo para los artistas; es todo lo contrario, está disponible para quien disfruta de la pola, de buena atmósfera y buenos ratos entre amigos.
Al pasar el Metro entre la estación Exposiciones e Industriales, se ven algunos extractores que indican actividad fabril; y fácilmente puede tratarse de Distrito Cafetero, de All Day Café o de La Fábrica; negocios en los que hay tostión, molienda, empacado y catas.
Todos ellos han creído que el Perpetuo Socorro es un proyecto en construcción. Están trabajando para embellecer el vecindario y cautivar a más gente. “El barrio se está transformando a nivel social, económico, ecológico, creativo y cultural. Era poco atractivo, agreste e inseguro, que solo se visitaba para ir a la Iglesia, al Hospital General o a reparar los carros. Hoy es un barrio con vida, pues las mejoras físicas van de la mano con el contenido”, destacó Lina Moná, directora de la Corporación Perpetuo Socorro.
“Desde 2018 se ha hecho un gran trabajo con la ayuda de la empresa privada y la Alcaldía de Medellín en cuanto a la seguridad, infraestructura y movilidad. Mejoras en iluminación, dos parques renovados, una calle vehicular ahora es un ecosistema verde con bancas donadas por Argos”.
¿Va a buen ritmo?
Al consultarle a la directora si la atracción de emprendedores ha sido exitosa, ella contestó que “los últimos 3 años, con una pandemia incluida y poco apoyo del gobierno local, significaron un retraso en diferentes procesos”.
“El impacto en la economía afectó no solo el desarrollo de la infraestructura, también la gestión de eventos culturales y la continuidad de proyectos públicos como la partida del HUB de Innovación del Sena, Ruta Naranja y la suspensión del festival de El Perpetuo Socorro”, añadió.
Hay varios puntos que, desde su óptica, pueden mejorarse para que el sector madure y sea ese núcleo económico basado en industrias creativas.
“Es necesaria la revisión de la norma, desde el Plan Parcial, que con algunos ajustes podrá permitir un desarrollo físico en menor tiempo, así como del decreto del Distrito Creativo, incluyendo nuevas categorías para que más creadores puedan aplicar a más y mejores beneficios tributarios, que sean atractivos para emprendedores”, detalló.
Adicionalmente, indicó que hacen falta centros culturales para ensayos y presentaciones de artistas, específicamente para las artes escénicas: “Un teatro con 1.000 sillas es crucial, hoy existen en la ciudad unos muy pequeños y los grandes son una odisea llenarlos para un emprendedor”.
Finalmente, expuso que “es importante poder crear más espacios que se adapten a las necesidades de pequeños y medianos creadores; más espacios de coworking, oficinas y locales de menores áreas, zonas de parqueo, más y mejores espacios públicos para el disfrute, junto al desarrollo de proyectos de vivienda y mayor actividad nocturna que revitalice el sector”.
En esa última apreciación coinciden todos los vecinos, las áreas para estacionamiento y mejoras en infraestructura para caminar. El proyecto a corto plazo es ampliar la actividad de los locales en la noche para que el vecindario no se apague tan temprano.
María José Gómez sostuvo que espera conversar con la Alcaldía entrante para mejorar las ciclorrutas y cierta infraestructura urbana y así tener un barrio mucho más amigable con los vecinos y visitantes.
