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¡Basta! No es una “hazaña” cazar meros

Recientemente un grupo de jóvenes han presentado como una hazaña el hecho de cazar a estos peces en vía de extinción. ¿Qué puede pasar si desaparecen?

  • La sobrepesca es la primera razón por la que este pez oceánico se encuentra amenazado a nivel global. Foto: GETTY.
    La sobrepesca es la primera razón por la que este pez oceánico se encuentra amenazado a nivel global. Foto: GETTY.
05 de julio de 2023
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Según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN, desde el 2002 el mero es un animal en vía de extinción al encontrarse en la categoría Peligro Crítico (CR), a nivel global, debido a una reducción del 80 % de su población en los últimos 40 años a causa de la sobreexplotación pesquera. Sin embargo, decir que está amenazado parece no significar nada en un país sordo ante los gritos de la naturaleza.

O por lo menos así lo concibe el biólogo Esteban Duque, quien puso el tema sobre la mesa hace unos días a través de un chat de WhatsApp: “Un grupo de jóvenes están pescando meros de hasta 300 kilos y algunos medios lo han catalogado como una hazaña, como si fuesen héroes por matar esta especie icónica y protegida por las autoridades ambientales. Es muy grave”, escribió.

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Su mensaje hacía franca referencia a que hace un mes, en Santa Verónica, una playa ubicada a 35 kilómetros del suroccidente de Barranquilla, un grupo de cinco hombres dedicados a la apnea en pesca submarina, capturaron a un ejemplar de gran tamaño, y casi de inmediato, los titulares nacionales estallaron la noticia: “Cinco jóvenes pescaron un mero de casi 300 kilos”, “Increíble: pez de 300 kilos fue capturado en playas de Santa Verónica”, “Jóvenes cazaron un mero gigante”.

No obstante, para muchos otros biólogos, científicos, ambientalistas y demás personas interesadas en la supervivencia y en el buen estado del planeta, no había nada qué celebrar, y sí mucho por lo cual indignarse, uno de ellos, el amigo de Esteban, Carlos Correa, un instructor de apnea y especialista en pesca con arpón que después de conocer los hechos aprovechó sus redes sociales para exponer que la solución no es dejar de pescar, sino pescar de manera responsable.

Tal y como explicó, los pescadores deben saber cuáles animales se pueden capturar y cuáles no, y no solo por temas de consumo y salubridad, sino también por temas de sostenibilidad. “No nos podemos dar el lujo de sacar del mar especies amenazadas porque si no se inician medidas para procurar su conservación o si las que existen fallan, sus desapariciones serán irreversibles y eso lo que hace es causar un desequilibrio en los ecosistemas, por ejemplo, cuando un mero guasa o Goliath, se encuentran en un lugar, los peces a su alrededor, que suelen ser pargos, barracudas, róbalos o medregales, se sienten protegidos y permanecen en el lugar. O sea, la presencia del mero significa variedad de especies y de vida, por eso cuando alguien mata a un mero, los demás peces se van”.

Hay que ir por partes.

El epinephelus marginatus, conocido como mero, es un pez óseo perteneciente a la familia de los serránidos, de los cuales existen 20 géneros para ser exactos, por lo que su tamaño puede variar desde los 10 centímetros hasta los 3,5 metros, comentan en la Fundación Aquae mientras añaden que, es un pez territorial, solitario y carnívoro de labios prominentes. Entonces, ¿por qué si es un pez carnívoro, las especies más pequeñas se sienten protegidas cuando están en su presencia?

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Porque no es un depredador voraz o violento, lo que, a su vez, lo convierte en presa fácil para los humanos, sin contar con que se alimentan de peces, sí, pero también de tortugas pequeñas y de crustáceos, principalmente langostas, encontrándose que estas corresponden al 45 % de su dieta, seguido de los cangrejos y otros crustáceos en un 35 %.

“Por años el mero ha sido cazado indiscriminadamente debido a que su comportamiento suele ser muy, muy tranquilo. Pescarlo no tiene ningún mérito deportivo ya que se queda totalmente inmóvil al no ser un gran depredador y no temer nuestra presencia. Mejor dicho: cazar meros es como cazar vacas”, apunta Carlos.

Por otro lado, los meros son hermafroditas, pues tienen la particularidad de nacer hembras y a lo largo de su desarrollo convertirse en machos, aunque debido a que son muy longevos, su crecimiento es lento, su reproducción sexual es tardía, la sostenibilidad de la especie se ha hecho compleja, pues todas esas condiciones son “altamente incompatibles con la explotación intensa a las que se les ha sometido por parte de los pescadores artesanales, entre los cuales es un objetivo muy apetecido por la calidad y el alto valor de su carne, y porque pueden alcanzar un gran tamaño”, puede leerse en el Libro rojo de peces marinos de Colombia, publicado en el 2017.

Y precisamente sobre este tema, Adriana García, bióloga marina y docente investigadora del programa de Biología de la Universidad del Atlántico, en una entrevista reciente con el diario El Tiempo, explicó que en la región Caribe la presencia del mero tiene varios contextos:

“Desde el punto de vista gastronómico, su carne y su sabor son muy apreciados y apetecidos. Desde el punto de vista del buceo recreativo y de la apreciación de la diversidad marina, un encuentro con estos animales, es de gran valor emocional ya que son animales majestuosos. Y desde el punto de vista cultural, cuando eran más abundantes, la especie estaba llena de leyendas e historias asociadas a pescadores y gente de mar que desaparecía mientras buceaba y que nadie volvía a ver, pues se les atribuían siempre los hechos por su gran tamaño”, dijo.

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Pero el mero, no solo está presente en Santa Verónica. A nivel nacional, su población, que es rara a nivel global y regional y muy poco estudiada en general, está presente en la Guajira, en Santa Marta, en el Golfo de Salamanca, las Islas del Rosario y San Bernardo, Barú y Cartagena, y en la región del Golfo de Morrosquillo hasta la frontera con Panamá, y en San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Y a nivel internacional en el Atlántico occidental, donde se ha registrado ejemplares desde Florida y el Golfo de México, por todo el mar Caribe y las costas de Suramérica hasta el sureste de Brasil.

Y es que es una especie demersal, es decir, que vive cerca del fondo del mar, a la que le encantan las áreas dominadas por los manglares pese a que exhibe un distintivo cambio de hábitat relacionado con la ontogenia, es decir, con su desarrollo individual, aunque es muy claro que los ejemplares más juveniles habitan los fondos someros de las aguas salobres frente a la desembocadura de los ríos, las formaciones rocosas o coralinas en áreas insulares y en las estructuras artificiales donde se esconden en cuevas o grietas profundas.

Ahora, si bien es cierto que la pesca es la principal razón por la que los meros se encuentra amenazados también es cierto que existen otras razones, como los ya mencionados problemas de reproducción a los que se ven enfrentados, la pasividad que demuestran ante los humanos, la demanda del consumo de su carne y el deterioro de su hábitat por la sobreexplotación de los recursos y la contaminación ambiental que termina siempre por desembocar en el mar, cosas que podrían solucionarse, como lo menciona Carlos:

“Si las personas del común se interesaran más por aprender sobre este planeta, por conocer qué tipo de animales están en los libros rojos del país, o por aprender o conocer sobre temas ambientales, entonces tendrían una opinión muy diferente sobre lo que significa decirle “NO” al consumo de animales que están a punto de desaparecer irreversiblemente de la Tierra, o de lo que significa que un grupo de jóvenes cacen a un mero de 300 kilos... porque no fue una hazaña. La verdadera hazaña habría sido dejarlo vivir y con ello tener siquiera la esperanza de que su población podría recuperarse”.

PARA SABER MÁS

¿Qué medidas de conservación se han tomado en Colombia respecto al mero?

Según el Libro rojo de peces marinos de Colombia, “se creó en 2015 una resolución que está vigente para las cuotas de pesca establecidas a nivel nacional y entre la cual el grupo de los meros no está incluido. Además, la mayor distribución del mero guasa se encuentra al interior de áreas que han sido declaradas como protegidas, por ejemplo, en el PNN Corales del Rosario y de San Bernardo, el PNN Tayrona, el PNN Bahía Portete-Kaurrele, y la Reserva de Biosfera Seaflower del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina”.

Cabe mencionar que luego de que en 20 años de protección efectiva de la especie y de la prohibición federal de pesca de los meros, en Estados Unidos encontraron evidencias de que sus poblaciones comenzaron a incrementar de una manera lenta. “Estos esfuerzos de conservación se han enfocado en la investigación y concientización de la importancia de los hábitats de crianza y los sitios de agregaciones”, concluyen en el libro.

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