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21 especies de primates están en alto riesgo en Colombia

Pese a que somos el sexto país con mayor diversidad de primates, no somos ajenos al hecho de que este es uno de los grupos de mamíferos con más especies en riesgo de extinción en el mundo.

  • En Colombia, como lo reseña la Asociación Primatológica Colombiana de las 38 especies presentes, hay 21 amenaza. FOTO Cortesía Instituto Humboldt.
    En Colombia, como lo reseña la Asociación Primatológica Colombiana de las 38 especies presentes, hay 21 amenaza. FOTO Cortesía Instituto Humboldt.
  • Pese a la diferencia entre especies, los primates en general juegan un papel muy importante en la dinámica de los ecosistemas que habitan como dispersores de semillas, FOTO Cortesía Instituto Humboldt
    Pese a la diferencia entre especies, los primates en general juegan un papel muy importante en la dinámica de los ecosistemas que habitan como dispersores de semillas, FOTO Cortesía Instituto Humboldt
  • Los primates jueguen un papel tan importante en los ecosistemas no los ha salvado de las inclemencias que últimamente han afectado a tantos seres vivos en la Tierra. FOTO Cortesía Instituto Humboldt
    Los primates jueguen un papel tan importante en los ecosistemas no los ha salvado de las inclemencias que últimamente han afectado a tantos seres vivos en la Tierra. FOTO Cortesía Instituto Humboldt
21 especies de primates están en alto riesgo en Colombia
13 de abril de 2024
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Todo el tiempo se piensa que Colombia es un país mágico y, sin embargo, simplemente es un país amparado por las leyes de la naturaleza para sorprender a todos los que por aquí se pasan a observar a los animales o a las plantas que, con apariencias tan asombrosas, dan la sensación de venir de otro planeta. Es decir, lo mágico, es lo natural, lo que tenemos al frente y no vemos por distracción o por la premura del tiempo, pero que, en tantas oportunidades, necesita de nosotros para continuar existiendo.

Ese es el caso, por nombrar uno, de los primates, el orden de mamíferos placentarios a la que pertenecemos los humanos y nuestros parientes más cercanos, que surgieron hace 55 u 85 millones de años, a partir de aquellos otros mamíferos terrestres que, en algún punto de la historia, se adaptaron a la vida arborícola de las selvas tropicales.

Razón, unida a la deriva continental, por la que hoy se les puede encontrar inmersos en las selvas de todos los continentes, menos en las de Oceanía, Europa y la Antártida, aunque muchas especies se han adaptado también, de forma indirecta, a las grandes sabanas.

En Colombia, según explica Mónica Ramírez, presidenta de la Asociación Primatológica Colombiana, se encuentran distribuidas alrededor de 38 especies y 14 subespecies, incluyendo 9 especies y 6 subespecies endémicas, lo cual lo ubica como el sexto país con mayor riqueza de primates en el mundo, y el tercero en la región después de Brasil y Perú.

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Todas esas especies están distribuidas a lo largo y ancho del territorio, excepto en las zonas desérticas, donde no hay cobertura arbórea, pues los primates que se encuentran aquí, en el neotrópico, son primates platirrinos, aquellos de tamaño pequeño o mediano, que tienen colas largas y con frecuencia prensiles (sirven para asir o coger) en relación con su masa corporal.

O sea, “nuestros micos no son los micos grandes que caminan en dos patas, son todos primates con cola larga que están siempre en los árboles y dependen totalmente de los bosques, y claro, no es que no puedan bajar al suelo, ellos bajan, corren de un lado a otro, pero su hábitat fundamental, su vida, se desarrolla arriba, en el dosel arbóreo”, dice Carolina Gómez Posada, investigadora del Centro Colecciones y Gestión de Especies del Instituto Humboldt, que por más de 25 años se ha dedicado al estudio de primates.

Pese a la diferencia entre especies, los primates en general juegan un papel muy importante en la dinámica de los ecosistemas que habitan como dispersores de semillas, FOTO Cortesía Instituto Humboldt
Pese a la diferencia entre especies, los primates en general juegan un papel muy importante en la dinámica de los ecosistemas que habitan como dispersores de semillas, FOTO Cortesía Instituto Humboldt

“Son muy distintos entre sí”

Ahora, intentar agrupar a esta orden es bien difícil, pues son muy diferentes entre sí, ya que hay muchísimas especializaciones en cuanto a sus dietas, a sus hábitats o a sus estructuras sociales, y para dar cuenta de ello, basta con echar un vistazo sobre algunas familias presentes en el país.

Por ejemplo, la de los atélidos (Atelidae), que son los primates más grandes que aquí habitan: pesan de cinco o seis kilos y entre sus especies más representativas están los monos araña (Ateles hybridus), los monos churucos (Lagothrix l. lugens) y los monos aulladores (Alouatta seniculus), cada uno dueño de comportamiento y ecología más extraña que el anterior, aunque a la vez, algunas similares a las nuestras.

¿Cómo se evidencia esto? Así: los monos araña usan sus colas como si fueran una quinta pata, “se alimentan, por lo general, de los frutos del bosque, y en un bosque no todos los árboles dan frutos al mismo tiempo, entonces son muy ágiles y están recorriendo su territorio (área de actividad) para encontrar suficiente alimento, por lo que necesitan bosques en muy buen estado para sobrevivir”, explica Carolina.

Mientras que los monos aulladores, que son los responsables del segundo sonido más fuerte en la naturaleza (un tremendo aullido), también comen frutas, pero en especial hojas, y cuando alguien se alimenta de hojas su vida no es tan activa ya que no son tan fáciles de digerir... las vacas para hacerlo, para romper la celulosa de las hojas y digerirlas, tienen cuatro estómagos, así que, a falta de un estómago similar, estos primates lo que hacen es que todo el tiempo se quedan quietos, lo que les permite guardar un poco de energía para vivir.

También está la familia Aotidae, cuyos únicos integrantes son los micos nocturnos o martejas (Aotus lemurinus), que se alimentan de frutos, néctar, hojas, insectos, lagartijas, aves y pequeños mamíferos. Son monógamos, viven en pareja junto a sus crías y, como son los únicos primates totalmente nocturnos, tienen unos ojos enormes.

Y está la familia de los cébidos (Cebidae), a la cual pertenecen los monos maiceros (Sapajus apella), que son los que normalmente salen en las películas porque son superinteligentes. Viven en grupos de 1 o 15 monos. Comen frutos, insectos, cazan ratones, ardillas, se comen los huevos de otros animales, mejor dicho, se puede decir que son los chicos malos del bosque porque son muy interactivos, se mueven rápido y son muy curiosos, tanto que si se tropiezan con una hojita enrollada tienen que desenrollarla a ver si encuentran ahí una larva para comérsela.

Los primates jueguen un papel tan importante en los ecosistemas no los ha salvado de las inclemencias que últimamente han afectado a tantos seres vivos en la Tierra. FOTO Cortesía Instituto Humboldt
Los primates jueguen un papel tan importante en los ecosistemas no los ha salvado de las inclemencias que últimamente han afectado a tantos seres vivos en la Tierra. FOTO Cortesía Instituto Humboldt

Su función ecosistémica

Pese a la diferencia entre especies, los primates en general juegan un papel muy importante en la dinámica de los ecosistemas que habitan como dispersores de semillas. “Ellos se encargan de estar sembrando de manera permanente el bosque, permitiendo así que una diversidad impresionante de especies de plantas, se regeneren lejos o cerca de sus árboles parentales”, explica Mónica.

Sin contar con que “los primates presentan importancia en cuanto a que aportan una alta proporción de biomasa animal a los suelos de los bosques que habitan; forman parte esencial en el flujo de energía del sistema del bosque; son considerados embajadores conservacionistas de los hábitats tropicales y son iconos esenciales para la educación ambiental de las poblaciones locales”, como escribió la primatóloga Laura K. Marsh en el libro Primates in Fragments: ecology and conservation.

Frontera agrícola y tráfico ilegal

Que los primates jueguen un papel tan importante en los ecosistemas no los ha salvado de las inclemencias que últimamente han afectado a tantos seres vivos en la Tierra: son más de 500 especies y subespecies en el mundo y más de la mitad hacen parte de alguna de las categorías de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en las que se clasifican para los animales expuestos a algún peligro de extinción.

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En Colombia, como lo reseña la Asociación Primatológica Colombiana de las 38 especies presentes, hay 21 amenazas: cuatro en peligro crítico (CR), cinco en peligro (EN), 13 vulnerables (VU), dos casi amenazadas (NT), 13 en preocupación menor (LC), y dos, con datos insuficientes para clasificarlas (DD).

¿Y a qué se debe que estén tan amenazadas? Conforme al Reporte Bio del Instituto Humboldt, a dos causas fundamentales: a las fuertes transformaciones y a la reducción de los bosques, siendo que existen a su vez, cuatro grandes causales de dichas transformaciones: la expansión de la frontera agropecuaria, la expansión de infraestructura vial, la extracción de minerales y la extracción de madera. Aunque hay otros factores que también las afectan: la producción energética, los atropellamientos, el riesgo de depredación por perros y gatos domésticos y el tráfico ilegal.

Infográfico

No se protege lo que no se conoce

“Vale la pena animar a los colombianos a que salgan a conocer sus primates. Este es un uno de los países con mayor diversidad de especies y la gente no las conoce, algunos incluso piensan que tenemos gorilas, macacos y chimpancés porque no diferencian las especies presentes en el neotrópico a las presentes en el paleotrópico (Asia y África)”, declara Carolina. Y es cierto.

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En la actualidad, hay muchos organismos enfocados en la protección de los primates a través de estrategias de conservación de las poblaciones silvestres, hay unos planes de educación de las comunidades, hay manejo de las poblaciones que han sido extraídas del bosque en cuanto a incrementar el bienestar de los animales que están en cautiverio, hay campañas para prevenir la extracción y el tráfico de estas especies, pero todo eso se queda corto si dentro de nuestra estructura social no tomamos conciencia de que la conservación de estos animales no depende únicamente de las comunidades, de los científicos, sino también de las decisiones de consumo que cada colombiano toma desde la comodidad de su sofá.

Al perder alguna de estas especies en peligro crítico (EN) de extinción, que son el mico bonito del Caquetá (Plecturocebus caquetensis), el tití cabeciblanco (Plecturocebus caquetensis), el churuco colombiano (Lagothrix lagotricha lugens) o el mono araña (Ateles hybridus), concluye Mónica, “estaríamos perdiendo en muchos niveles. Estaríamos perdiendo unos servicios ecosistémicos importantes, pero también estaríamos perdiendo a nivel cultural, porque históricamente los primates han sido parte de nuestra cultura y de nuestras creencias”.

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