Los pendientes ambientales del gobierno del presidente Juan Manuel Santos no son menores: bajar los índices de deforestación, conseguir que 26 millones de hectáreas estén protegidas a diciembre de 2018, frenar la minería ilegal, delimitar 37 páramos y cumplir con uno de los varios compromisos que adquirió al suscribir el Acuerdo de París, como, por ejemplo, reducir los Gases de Efecto Invernadero en 20 %. Con el presupuesto actual, esto parece una tarea imposible.
Y no es todo. También tendrá que avanzar en la conservación de cerca de 50 “bosques de paz” que corresponden a 12.500 hectáreas. Además, este año se comprometió a erradicar los cultivos de coca en algunos Parques Naturales Nacionales, como en los Farallones y Catatumbo.
Pues bien, para cumplir con estos y otros desafíos, Santos le asignó a esta cartera un monto de inversión de 251.746 millones de pesos para 2018. Esto significa que habrá una reducción en su billetera de 44 % (ver gráfico). Según los cálculos del mismo Ministerio, para poder sacar los proyectos centrales, que el país requiere, se necesitan 584.669 millones de pesos más de lo que se le está asignando hoy.
Esta reducción les preocupa no solo a los investigadores y científicos, sino también al ministro Luis Gilberto Murillo, al Ideam y a Parques Nacionales. Además, porque como lo dijeron Brigitte Baptiste, directora del Instituto Alexander von Humboldt, y el exministro Manuel Rodríguez, con esta decisión hay un contradiscurso en materia ambiental.
“Esto me preocupa mucho porque Santos ha sido vehemente y comprometido con proyectos claros como el de crecimiento verde, el aumento de áreas protegidas y las obligaciones internacionales que se adquirieron”, dijo Baptiste a EL COLOMBIANO.
Santos siempre enfatiza que su Gobierno es muy ambiental y ha estado empeñado en crear nuevas reservas, así lo manifestó Rodríguez, quien indicó que por eso este bajón presupuestal no es coherente con sus promesas: “es contradictorio buscar crear nuevos parques nacionales y no aumentar en forma considerable los recursos para darles una buena protección a todos esos territorios”.
Y entonces, ¿cuál ha sido el discurso ambiental de Santos? Para empezar, el 7 de agosto de 2010, durante su posesión, se comprometió con algo que no deja de ser una perogrullada: “Somos una de las naciones con mayor diversidad biológica y con mayor riqueza hídrica. Estamos llamados a conservarlas. Trabajaremos para pagar esa deuda impostergable”. Ese mismo día, anunció la creación del Ministerio de Ambiente.
En mayo del año pasado, durante la posesión de Murillo, volvió con las promesas: formular 60 planes de ordenamiento y manejo de cuencas, declarar tres sitos Ramsar (Convención que protege los humedales en todo el mundo), articular el sistema ambiental con las corporaciones y con todos los institutos de investigación e intervenir las zonas afectadas por el conflicto armado a través del Anla. Insistió en la delimitación de páramos y en la conservación de los parques nacionales.
“El manejo de las cuencas se está volviendo cada vez más importante por aquello del agua: si no protegemos las cuencas, van a desaparecer. Y nuestros nietos y bisnietos y las generaciones venideras sufrirán las consecuencias”, dijo.