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Se registró en Colombia una nueva especie de murciélago: animal fundamental del equilibrio natural

En Colombia existen más de 200 especies de este animal y una de ellas acaba de ser registrada por el Instituto Humboldt.

  • Los murciélagos han sido víctimas de estigmatización en la sociedad y esto se incrementó a raíz de la pandemia por covid-19. FOTO: Pixabay
    Los murciélagos han sido víctimas de estigmatización en la sociedad y esto se incrementó a raíz de la pandemia por covid-19. FOTO: Pixabay
13 de enero de 2024
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Después de la pandemia los murciélagos quedaron tan mal parados que a la gente se le olvidó que su extinción conduciría a un caos irreparable en el ciclo natural de la vida en la Tierra, con implicaciones que permean incluso el simbolismo cultural de los territorios. Y no es una exageración decirlo.

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Piense, por ejemplo, en el agave azul de donde se saca el tequila. “El agave azul es polinizado por unas poquitas especies de murciélagos, solo por murciélagos —explica el profesor Nicolás Urbina Cardona, de la facultad de Estudios Ambientales y Rurales de la Universidad Javeriana—.

Si se extinguen esos murciélagos, se acaba la polinización del agave azul, se extingue ese agave azul, y se pierde la bebida del tequila con toda la complicidad económica y local que conlleva, con todo el prestigio que le proporciona a México su exportación, y con todo lo que representa dentro de los rasgos ancestrales que hoy todavía definen a ese pueblo”.

Es decir, los murciélagos son los únicos mamíferos capaces de volar y eso hace que maximicen el acervo genético de las plantas que polinizan, puesto que se mueven en distancias que van desde los 300 metros hasta unos cuantos kilómetros; que de manera genuina, y como es de esperarse, sean las presa de otros animales nocturnos como lechuzas o búhos; que sus excrementos sirvan como abono para los suelos por la alta concentración de nitrógeno que contienen; y que puedan dispersar semillas a niveles impensables para otros insectos o aves, algo que también sucede con la labor que ejercen como controladores de plagas ya que una mera colonia de ellos, en una noche, puede comer toneladas completas.

Aunque no comen plagas. Básicamente se alimentan de todo lo que les quepa en la boca, de insectos pequeños, frutas, néctar, de otros vertebrados, de aves, de otras especies de murciélagos, de ratones, de ranas, de insectos más grandes como polillas, cucarrones, saltamontes o grillos, y solo hay tres especies que se alimentan de sangre, lo cual ha generado un gran estigma sobre toda la orden, conocida científicamente como quirópteros (Chiroptera).

“Las personas ven a un murciélago y no ven a un murciélago, ven a un vampiro, o sea que le temen porque creen que las van a morder, y eso hace que quieran eliminar colonias enteras, incendiar los árboles en los que se alojan o echar humo en las cuevas donde hacen lo mismo, pues creen que si los matan, matan a todos los vampiros, cuando esa es una conclusión que no tiene relación, o sea, en el mundo existen más de 1.400 especies y solo tres de ellas son hematófagas, entonces si alguien mata a todos los murciélagos presentes en una zona, con seguridad no habrá vampiros, pero tampoco habrá murciélagos, y por consiguiente, no habrá quien supla sus roles ecosistémicos”, comenta Sergio Solari, profesor del Instituto de Biología de la Universidad de Antioquia y director del Grupo de Mastozoología del mismo campus.

Por otro lado, cabe mencionar que los métodos de alimentación de estos animales, que pueden vivir hasta 30 años, están relacionados con sus rasgos físicos: las singularidades de su rostro, el largo de su cola, el tamaño de sus patas y las membranas que las une definen su dieta. Y es que son muy diversos entre sí. A veces sucede que en una familia varían muchísimo los rasgos de cada especie, mientras que en otra, llegan a ser bastante similares.

Pero si quisiera hacerse una descripción general de ellos, debe tenerse en cuenta las siguientes consideraciones: que la cabeza difiere considerablemente de una especie a otra, y en muchos casos, recuerda la de otros animales.

Que muchos tienen láminas nasales u otras estructuras en la cara, que sirven para emitir o potenciar los ultrasonidos, que en muchas especies son de gran tamaño, a menudo están dotadas de surcos o arrugas, además del trago, un lóbulo de piel que mejora su capacidad de ecolocalización. Que los microquirópteros tienen una visión dicromática en blanco y negro, mientras que los megaquirópteros ven en color, y que así como algunos cuentan con una baja agudeza visual, otros en cambio perciben la luz ultravioleta reflejada por algunas flores. Y que su pelaje varía según las especies, pero generalmente son pardos, grises, amarillos, rojos y negros.

Precisamente esa variabilidad morfológica (estructura) y morfométrica (forma) llevó a un grupo de investigadores del Instituto Humboldt que analizaban ejemplares de murciélagos conservados en diferentes colecciones biológicas, a ascender una subespecie a especie.

“Nosotros estuvimos analizando ejemplares del género Eptesicus de la Colección de Mamíferos del Instituto Humboldt, el Museo de Historia Natural de América, el Museo Británico, la Universidad del Tolima, la Colección Entomológica de la Universidad de Antioquia, la Colección Nacional de Mamíferos de México y la Colección de Mamíferos de la Universidad Nacional, con el fin de profundizar el conocimiento que se tiene de este grupo animal.

De ese género había 11 especies presentes en Suramérica. Y nos centramos en la especie Eptesicus fuscus, de la cual teníamos acceso a 10 subespecies”, cuenta Elkin Noguera Urbano, investigador de la Gerencia de Información Científica del Instituto Humboldt y uno de los autores del estudio.

Entre esas 10 subespecies los académicos pronto notaron que de unos individuos a otros, se presentaban diferencias importantes en características como el tamaño y el color, por lo que consideraron que alguna de ellas podría ser no una subespecie sino de una nueva especie, como efectivamente sucedió, pues luego de obtener la secuencia genética de la subespecie analizada, la Eptesicus fuscus miradorensis, que era la que mayor variabilidad presentaba, y compararla con otras secuencias, de tomar medidas morfológicas y de evaluar partes como el cráneo y la piel con 14 medidas externas y craneales de ejemplares distribuidos a lo largo de América, llegaron a la conclusión de que sí se trataba de una especie y no de una subespecie.

Así que pasó de llamarse Eptesicus fuscus miradorensis a ser la Eptesicus miradorensis, la especie más grande dentro de su género, la cual presenta una cresta sagital (parte posterior del cráneo) y otra lambdoidea (cresta extendida en la parte posterior del cráneo) muy desarrolladas, y se distribuye, además de Colombia, en México y Venezuela. Un hecho histórico para el país, que quedó registrado en la revista Therya, de la Asociación Mexicana de Mastología.

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