A las puertas de la extinción o, mejor, a tres individuos de desaparecer para siempre quedó la especie de tortugas Rafetus swinhoei, o tortuga gigante de caparazón blando del río Yangtzé.
Luego del cuarto intento fallido de inseminación artificial, falleció la única hembra que quedaba. Estaba en el zoológico Suzhou Shangfangshan en la provincia Jiangsu en China.
Los tres machos que quedan, de acuerdo con la agencia de noticias Xinhua, son uno en el zoológico Suzhou en China, otro en el lago Dong Mo en Vietnam y el restante en el lago Xuan Khanh en las afueras de Hanoi.
La hembra, llamada Xiangxiang, tenía algo más de 90 años. Con su muerte la especie ya no parece viable y cuando fallezcan los machos será historia, un relato del declive, como en infinidad de especies, provocado por la mano de los humanos.
De acuerdo con la agencia china, el 12 de abril se le había practicado una inseminación artificial. Hacia las 6 de la tarde despertó de la anestesia y comenzó a mostrar problemas. No resistió los tratamientos de recuperación y falleció.
Estas tortugas son de las más grandes de agua dulce, creciendo más de un metro y llegando a pesar más de 100 kilos. Alcanzan una longevidad más de 160 años según el South China Morning Post.
La tortuga, en edad fértil, se encontraba en buen estado antes de la inseminación y no hubo complicaciones durante la intervención.
Otros cuatro intentos de inseminación habían fracasado.
Los especialistas le extrajeron los ovarios para posibles intentos en el futuro.
En 2016 otra hembra había fallecido en Vietnam y sus restos fueron embalsamados y puestos en un templo: se vincula simbólicamente con una leyenda que dice que ayudó a proteger al país de los invasores chinos.
Hacia 2006 se concretó un proyecto con la Wildlife Conservation Society, Turttle Survival Alliance y zoológicos chinos para tratar de salvar la especie. En 2008 se halló una hembra en Changsha y fue llevada a Suzhou. Se apareó allí con un macho y varias veces puso huevos, pero ninguno eclosionó.
