A lo largo de las últimas décadas, los huracanes han sido objeto de estudio debido a su creciente impacto en las regiones costeras y los cambios observados en su intensidad y frecuencia. Estos fenómenos meteorológicos, conocidos como ciclones tropicales en otras partes del mundo, han mostrado tendencias que preocupan a los científicos, quienes apuntan a múltiples factores, siendo el cambio climático uno de los más influyentes.
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Uno de los cambios más notables ha sido el aumento en la intensidad de los huracanes. En el pasado, la mayoría de los ciclones tropicales alcanzaban niveles bajos a moderados en la escala Saffir-Simpson, que mide la fuerza de un huracán desde la categoría 1 (vientos de 119-153 km/h) hasta la categoría 5 (vientos superiores a 252 km/h).
Sin embargo, los huracanes de categorías 4 y 5 han sido cada vez más comunes. Tan solo ver por estos días el huracán Milton, que pasó de una tormenta tropical a un ciclón, en 48 horas y alcanzando la categoría máxima, acercándose cada vez más al estado de Florida en Estados Unidos.
Investigaciones como las publicadas por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) y el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) sostienen que el calentamiento global ha contribuido a este incremento.
El aumento de la temperatura en los océanos es un factor clave en este fenómeno. El agua más caliente proporciona más energía a los huracanes, lo que permite que se intensifiquen más rápidamente.
Así lo dice Santiago Giraldo, magíster en Ciencias del Océano y la Atmósfera, quien explica que “los huracanes son sistemas grandísimos que necesitan mucha energía, y esa energía proviene del agua caliente”. Este calentamiento de las aguas oceánicas ha creado el escenario ideal para que los huracanes alcancen categorías más altas con mayor frecuencia.
De acuerdo con la NOAA, las temperaturas en la superficie del océano han aumentado en más de 1°C desde principios del siglo XX, lo que está directamente relacionado con la intensificación de ciclones tropicales. Este fenómeno ha sido denominado “rápida intensificación”, un proceso en el que las tormentas aumentan su velocidad de viento en 55 km/h o más en solo 24 horas.
Aunque no se ha observado un aumento generalizado en el número total de huracanes anualmente, se ha registrado una mayor proporción de huracanes de categoría 4 y 5 en las últimas décadas.
Un estudio publicado en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) en 2020 reveló que la probabilidad de que un ciclón tropical alcance estas categorías ha aumentado significativamente en los últimos 40 años, un cambio que se asocia principalmente al calentamiento global y la influencia humana en el clima. Esto es preocupante, ya que los huracanes de alta intensidad causan una devastación más extensa debido a la combinación de fuertes vientos, lluvias intensas y oleajes extremos.
Alejandro Martínez, profesor de la Escuela Ambiental de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Antioquia, explica que el calentamiento de los océanos proporciona más energía para los huracanes, lo que tiende a aumentar su fuerza.
“Con un planeta más caliente se tiene un océano más cálido, y eso ayuda a que exista más energía disponible para los huracanes”, señala Martínez, destacando que, en un contexto de cambio climático, es más probable que los huracanes sean más intensos, aunque aún no hay consenso sobre si serán más frecuentes.
El cambio climático está alterando los patrones atmosféricos de múltiples maneras que afectan directamente a los huracanes. No solo ha aumentado la temperatura de los océanos, sino que también ha elevado los niveles del mar, lo que exacerba los efectos de las marejadas ciclónicas.
Además, los modelos climáticos predicen que, a medida que la atmósfera se calienta, la capacidad de retener humedad aumenta, lo que significa que las tormentas serán más húmedas y descargarán más precipitaciones.
En cuanto a la frecuencia general de los huracanes, la situación es más compleja. Algunas investigaciones sugieren que no ha habido un incremento claro en el número total de ciclones tropicales anualmente.
Aunque la ciencia ha demostrado una correlación entre el calentamiento global y la intensidad de los huracanes, el tema de la frecuencia sigue siendo objeto de debate. Alejandro Martínez afirma que, si bien puede haber menos huracanes en una temporada, aquellos que se forman tienden a ser más intensos y peligrosos, lo que plantea un desafío continuo para la comunidad científica y los sistemas de alerta temprana en las regiones afectadas por estos fenómenos.
Otro punto es que los huracanes tienden a formarse en nuevas regiones o a afectar áreas que antes no eran comúnmente impactadas. Un estudio del Centro Nacional de Huracanes (NHC) indicó que las trayectorias de los huracanes han cambiado, desplazándose ligeramente hacia los polos. Esto significa que, en el futuro, áreas como la costa noreste de Estados Unidos o Japón podrían experimentar huracanes más intensos.
Además, existe la preocupación de que el aumento en la temperatura y la humedad atmosférica podría estar prolongando la temporada de huracanes en el Atlántico, que históricamente ha durado de junio a noviembre. Los registros muestran que huracanes fuera de esta temporada tradicional son cada vez más comunes, lo que plantea nuevos desafíos para la preparación y respuesta de las comunidades vulnerables.
Los riesgos de que se intensifiquen los huracanes
Que los huracanes se intensifiquen y sean cada vez más frecuentes son apenas un síntoma del estado actual de la Tierra. Pero además de que nuestro hogar se ve afectado, la humanidad corre peligro cada vez que estos se vuelven más recurrentes e intensos.
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Según la Cruz Roja, cuando los huracanes se intensifican con mayor rapidez, las familias tienen menos tiempo de prepararse y protegerse de una tragedia. Además, a medida que aumenten las lluvias y las marejadas ciclónicas, se inundarán áreas que antes no lo hacían, poniendo cada vez más en peligro a la población.