Conozca el proyecto para conservar a los agricultores naturales del bosque, el mono tití cabeciblanco
Hace más de 30 años la Fundación Proyecto Tití trabaja por la protección y la conservación del mono tití cabeciblanco, una especie endémica en peligro crítico de extinción.
El tamaño de este primate es comúnmente comparado con el de una ardilla. FOTO
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En 1987, Anne Savage, una estudiante de posgrado de la Universidad de Wisconsin se vino a Colombia para darle forma a un programa de investigación de campo a largo plazo enfocado en los titíes cabeciblancos (Saguinus oedipus), una especie endémica de los bosques húmedos y súper húmedos del noreste del país, de la que hasta principios de los años 70, se había exportado a Estados Unidos 20.000 ejemplares para ser usados en estudios biomédicos, por lo que en 1973 se declaró en peligro de extinción por la IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) y se estipularon normas y reglamentos de la mano de la CITES para minimizar los riesgos en los que se encontraba y la cantidad de animales capturados.
Para su estudio, en un primer momento, Anne llegó al Proyecto Primates, una estación de campo del Inderena ubicada en el municipio de Colosó (Sucre), donde si bien es cierto que desde allí pudo empezar un trabajo de recolección de datos científicos —algo inédito hasta el momento— también lo es que allí supo que esos datos no iban a hacer nada por la recuperación de la especie si no se involucraba a las comunidades locales, ya que eran ellas las responsables de llevarse de los bosques los recursos que los titíes cabeciblancos necesitaban para sobrevivir.
Por eso, durante ese mismo año, inició diferentes programas de educación informal en las escuelas locales, que incluían talleres de reconocimiento y aprendizaje, y excursiones a la estación de campo, para sensibilizar sobre la importancia de la conservación de esos primates que en su edad adulta no pesan más de 500 gramos, y para crear conciencia sobre la importancia de preservar su hábitat.
Así, terminó consolidando uno de los programas de conservación más exitosos e influyentes del país: la Fundación Proyecto Tití, que, según Carolina García, su subdirectora de investigación y restauración, hoy, 36 años después, está definida como “una ONG, sin ánimo de lucro, que se sostiene gracias a las donaciones de diferentes organizaciones y personas, y cuyo objeto principal es la conservación del mono tití cabeciblanco, que actualmente se encuentra en la categoría de en peligro crítico de extinción debido a dos amenazas principales”.
La primera: la desaparición de su hábitat, el bosque, puesto que ha sido altamente intervenido para la producción agrícola y ganadera, la minería y la expansión urbana. Una amenaza que no da tregua si se tiene en cuenta que es el ecosistema más amenazado del país, pues, aunque “originalmente cubría más de 9 millones de hectáreas, hoy solo conserva el 8%”, según los análisis del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y del Instituto Humboldt, y que de ese 8%, “solo un 2% es un territorio habitable para el mono tití cabeciblanco”, como señaló la misma Carolina.
La segunda: el tráfico ilegal para ser comercializados como animales de compañía, pues como son animales tan carismáticos y adorables desde su apariencia es común encontrarlos en hogares rurales y citadinos en malas condiciones y aislados de todas sus libertades animales, porque la mayoría de las personas no comprenden muy bien lo que significa para la supervivencia de la especie, aislar, aunque sea a un solo ejemplar de su población silvestre.
“Nosotros hicimos un censo durante el 2005 para estudiar el estado de la población silvestre y nos dimos cuenta de que solo queda una cifra menor a 7.400 titíes cabeciblancos. Partiendo de esos datos y de la destrucción continua de su hábitat en Colombia, cabe recordar que ellos tienen una distribución muy limitada, porque solo vive en el noreste de Colombia entre el río Atrato y el río Magdalena, en los departamentos de Atlántico, Bolívar, Sucre, Córdoba, y el Noreste Antioqueño, en el 2008 le solicitamos a la UICN colocar a este mono dentro de la categoría En Peligro Crítico, y así ocurrió”, contó Carolina.
Más tarde en el 2012, hicieron un nuevo censo en el que descubrieron que esa misma población, por año, tuvo una disminución aproximada de 1.3%, una cifra que sugiere una población más o menos estable. “También registramos pocos cambios en la cantidad de hábitat apto para la supervivencia de los titíes cabeciblancos entre los períodos de muestreo.
Atribuimos esta población relativamente estable a los grandes esfuerzos de conservación de las organizaciones conservacionistas y el gobierno colombiano”.
Pero entonces, ¿cómo funciona la Fundación Proyecto Tití? Gracias a cinco pilares fundamentales consolidados en programas educativos y el compromiso, la protección y la restauración de su hábitat natural, la creación de programas de empoderamiento de las comunidades y la investigación de campo:
* Investigación de campo: por medio de esta arista la Fundación Proyecto Tití estudia todo lo relacionado al primate, su ecología, su biología, su comportamiento; y todo lo relacionado con el bosque seco tropical, para comprender los factores que influyen en su supervivencia y los impactos que tiene en su hábitat natural. En los últimos 10 años han publicado más de 10 investigaciones que documentan su contribución a la ciencia, las cuales son de libre acceso y están publicadas en la página web de la fundación.
* Protección y restauración del bosque: con esta vertiente se adelantan esfuerzos para proteger, restaurar y conectar los bosques aislados y, por consiguiente, aumentar la cantidad de hábitat para la especie.
¿Cómo lo hacen? Con alianzas entre las comunidades locales, las autoridades ambientales regionales y nacionales y las organizaciones conservacionistas interesadas en proteger y conectar fragmentos de bosque. Comprando bosques, gracias al apoyo de distintas organizaciones, para declararlos áreas protegidas bajo la ley colombiana.
Y “mediante acuerdos de conservación con propietarios, organizaciones conservacionistas gubernamentales y no gubernamentales, con las que crean y restauran corredores de bosque que conectan fragmentos de propiedad privada con áreas protegidas, con lo cual no solo se beneficien a los titíes cabeciblancos, sino también a la vida silvestre nativa de la zona”.
* Educación: con esta línea de acción, ofrecen programas de educación ambiental que se centran en aumentar el conocimiento, cambiar las actitudes frente a la amenaza de la especie e influir en el comportamiento de los estudiantes de los colegios ubicados en las zonas de influencia de los bosques para que se conviertan en personas sensible ante la situación del tití, conserven y protejan, en general, los recursos naturales de Colombia.
Algunos de los programas sonCartitilla, este es aplicado en los colegios y está enfocado a los estudiantes de séptimo grado. Durante las diez semanas de clases de este programa los estudiantes aumentan su conocimiento sobre el tití cabeciblanco y su hábitat, exploran y se comprometen a modificar ciertos comportamientos no proambientales como la tenencia de titíes cabeciblanco como mascota. El Proyecto Tití diseñó también Titiritiando; un espectaculo de títeres itinerante dirigido a niños de cuarto y quinto grado de primaria. “Con ayuda del arte se lleva hasta los niños el mensaje de que ‘Los titíes no son mascotas’ con este divertido show se lleva a los niños a analizar y comprender las razones por las que el tití cabeciblanco nunca debe ser sacado de su bosque y las consecuencias que traen para el individuo y para la especie este comportamiento”.
* Empoderamiento comunitario: “Lo que hacemos con el empoderamiento comunitario es generar compromisos personales de conservación para que las personas que participan protejan al mono tití cabeciblanco y al bosque”, explicó Carolina.
Además, como muchas familias en las comunidades rurales del noroeste de Colombia dependen de la extracción de recursos del bosque como medio de subsistencia, el Proyecto Tití les ayuda a desarrollar alternativas que ayuden a generar ingresos complementarios y a construir oportunidades de negocio amigables con el medio ambiente.
Por ejemplo el programa Eco-mochila, con el que articularon a las mujeres de la zona y les enseñaron a hacer mochilas con bolsas plásticas recicladas, lo cual ha ayudado a reducir el número de bolsas que contaminan las áreas rurales de la región, y a crear una economía local sostenible que minimiza el impacto humano sobre los recursos naturales locales.
También están los titíes de peluche: artesanas locales elaboran peluches de titíes cabeciblanco cien por ciento a mano que luego comercializan con el apoyo del Proyecto Tití. Cada peluche genera ingresos para ellas y sus familias, pero además son utilizados como una estrategia de comunicación en la que se invita a las personas a no tener titíes en casa como mascota y por último en esta parte está el apoyo a emprendimientos sostenibles individuales. El Proyecto Tití , apoya con capital semilla o de fortalecimiento a pequeños emprendimientos con el objetivo disminuir la dependencia directa de las comunidades de los recursos del bosque (tala del bosque, leñateo, caza y trafico de fauna silvestre) y al mismo tiempo se crea tejido social y económico.
* Comunicación: finalmente, tienen un programa eficaz de comunicación para aumentar la conciencia y la voluntad de apoyar los esfuerzos de conservación, dentro del territorio de impacto y fuera de él.
Hoy en la Fundación Proyecto Tití trabajan alrededor de 37 personas y aunque durante mucho tiempo el proyecto creció de manera paulatina, en los últimos años, lo hizo de manera exponencial. En alianza con las autoridades ambientales regionales (según su Informe de Gestión 2022), ayudaron a la creación de cuatro áreas protegidas públicas que suman más de 5.100 hectáreas de bosques para los titíes cabeciblancos y la fauna y flora nativas del Caribe nacional.
“En el 2015 pudimos comprar 70 hectáreas de tierra y creamos la reserva natural Los Titíes de San Juan, y luego, gracias a otras adquisiciones de tierras, la hemos ampliado a 480 hectáreas. Además, como parte de nuestros esfuerzos de restauración de bosques en el largo plazo, durante los últimos 5 años hemos sembrado más de 120.000 árboles nativos de más de 70 especies en cerca de 580 hectáreas de tierras antes usadas para actividades de ganadería y agricultura. Por ahora solo estamos a la espera del último censo que realizamos, en el que medimos el estado de la población y el estado del hábitat”, concluyó Carolina.
Cinco datos curiosos sobre el mono tití cabeciblanco 1. Como parte de una campaña de reconocimiento y preservación el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible declaró el 16 de agosto es el Día del Mono Tití.
2. Esta especie es considerada como los agricultores naturales del bosque por dispersar semillas a través de sus heces, las cuales tienen gran éxito en la germinación.
3. Son tan conversadores que producen más de 38 vocalizaciones diferentes para comunicarse.
4. La hembra dominante de un grupo tiene la capacidad de hacer una supresión hormonal en las demás hembras, y así ser la única en reproducirse.
5. El proyecto Tití logró una alianza con el parque temático Animal Kingdom, de Walt Disney, con cual se imparten clases de adiestramiento canino y se incentiva a los visitantes a tener perros en vez de monos como animales de compañía.
¿Cómo es el tití cabeciblanco?
Los titíes cabeciblancos son pequeños primates, tan pequeños, que su tamaño es comparable con el de una ardilla. Su cuerpo mide de 20 a 25 centímetros y su cola de 33 a 40. Pesan máximo una libra, y reciben su nombre, como es lógico al pelo blanquísimo que rodea su cabeza. Viven en grupos de entre dos y 14 individuos, compuestos por una pareja y sus crías, pues la hembra suele dar a luz mellizos cada año, y en ocasiones trillizos o crías únicas, pero “los animales adultos no emparentados a menudo son repelidos al ingresar a grupos ya establecidos, sin embargo, cuando los adultos inmigrantes ingresan al grupo, normalmente competirán con el adulto residente del mismo sexo y / o asumirán una posición de reproducción. Si esto sucede, se vuelven menos estables y toman la decisión de dividir o desalojar a varios integrantes”, explicó la Fundación Proyecto Tití. Por lo general, la especie se alimenta de frutos, porque los aman, sin embargo, como su dieta es estacional, cuando la mayoría de los árboles dejan de fructificar, aumentan el consumo de savia, néctar e insectos, y es gracias a su alimentación que desempeñan un papel importantísimo en los ecosistemas como dispersores naturales de semillas, ya que después de comérselas, “las digieren en sus heces, que han demostrado ser excelentes fertilizantes, y estas germinan con éxito pasado un tiempo”, señaló en el informe Mono tití cabeciblanco de National Geographic.