El ser humano es un ser vivo, es un animal, un mamífero, como muchos otros que habitan el mismo planeta. Planeta que es en único en el que, hasta ahora, se sabe qué hay vida.
En medio de esa biodiversidad, de millones de especies de fauna y flora, el humano olvida tener en cuenta a los demás. Eso debe cambiar ya.
Actuar por lo vivo, un evento organizado por Comfama con participantes internacionales de Francia, África y Latinoamérica, que comenzó en el Suroeste antioqueño el pasado 3 de mayo y y que culmina este sábado 7 de mayo en el Museo de Arte Moderno de Medellín, busca sensibilizar, educar, sobre la importancia de actuar con y por los seres vivos, teniéndolos en cuenta.
Con charlas, conferencias, conversatorios y un bazar ecológico, los asistentes han podido participar y crear conversación.
Si está interesado, aún hay tiempo y puede inscribirse de forma gratuita en la programación del sábado en este link.
¿Cómo escuchar a lo vivo?
Los seres humanos, entonces, no son los únicos vivos. Pero sí son los únicos con voz y voto.
Pero la naturaleza inspira. Así lo explicó Tarik Chekchak, director de Biomimetica del Instituto de Futuros Deseables. Su charla se llamó Biomimetismo para la innovación, la regeneración y la bioeconomía .
Él cuenta que se llama biomimetismo, cuando prestamos atención y aprendemos sobre esas otras 10 millones de especies que conviven con nosotros. Se trata de “aprender de lo vivo para enseñar a la humanidad cómo sincronizar las tecnologías con esa naturaleza. Es el humanismo que se encuentra en la ecología el biomimetismo”.
Es inspirarse en la forma, en los procesos y en fórmulas de éxito que ya la naturaleza ha ensayado y ha perfeccionado. La torre Eiffel, da como ejemplo, está inspirada en el corte de un hueso humano para ver en qué lugares se repartía la materia, lo hace en las líneas de fuerza.
¿Por qué es importante tener en cuenta a la naturaleza?
La Tierra no da espera. El calentamiento global es real y es uno de los muchos síntomas del cambio climático. Estamos en una emergencia.
Sin embargo, la vida en la tierra no se acabará pronto. Puede que la vida humana, sí, pero como dice Tarik, el planeta es sabio, resiliente, y podrá recuperarse eventualmente, al igual que otros organismos y tipos de vida.
Entonces, lo que el humano debe hacer hoy será para sí mismo y para algunas especies que requieren las mismas características ambientales para vivir.
¿Qué se puede hacer?
El daño está hecho y es grande. No alcanza con cerrar una llave para ahorrar agua ni separar las basuras y reciclar. Como explica Isabelle Delannoy, autora de la teoría de la Economía Simbiótica (su charla fue Una nueva economía para el bienestar), se requiere mucho más.
Lo que nos salve, “no serán esas pequeñas acciones, tampoco ese discurso de decir que no vamos a tener más niños para no sobrepoblar. Este es un discurso que no tiene fundamentos”.
Dice que será el aprender lo qué hay detrás, pensando en las necesidades del planeta. Que cada acción pequeña tenga trasfondo. Por ejemplo, esa agua que va a ahorrar, que sepa de dónde viene y cómo está la fuente hídrica de origen y, por supuesto, no contaminarla. Si va a comprar comida, promueva la diversidad al comprarla diversa, variada. Compre más que tomates y papa: “Comprar comida diversa, alimentos variados, por ejemplo, no es que vaya a generar el cambio porque sí, pero eso obliga a los campesinos y productores a sembrar más y a no sembrar de forma masiva un solo producto. Así los suelos son más biodiversos”, añade Delannoy.
Tampoco el tema de no tener niños, añade, porque se ha demostrado que los países con menos índices de natalidad, con gente de edad más avanzada, son los más industrializados y, por lo tanto, los que más contaminan.
Se requiere un cambio completo en la economía, migrar de las actividades extractivistas y pensar en que la naturaleza también tiene derechos.
Por eso, espacios como el Festival Actuar por lo vivo permiten encontrar otras visiones para generar conciencia, buscar nuevas narrativas y soluciones.
Y Colombia ya lo está haciendo y está, tal vez, más avanzada que otros países. Françoise Nyssen, exministra de cultura de Francia lo dijo. En visitas a Jericó y al Suroeste pudo constatar que las comunidades rodeadas de minería y otras actividades de extracción estaban buscando alternativas y estaban desarrollando proyectos ambientales conscientes y sustentables, cosa que en Francia, su país, no pasa.
Porque es importante, añade, escuchar también a las comunidades, que son las que más tiempo llevan en la región y saben lo que funciona, en concordancia con la naturaleza.
“Actuar por lo Vivo permite espacios de encuentro, diálogo, reflexión y cooperación con líderes y practicantes del tema, para compartir herramientas a todos nuestros públicos para habitar el territorio dejándolo en mejores condiciones de lo que lo encontramos, sanando el daño que hemos generado en los ecosistemas y promoviendo el bienestar de la vida en todas sus formas”, dice Juliana Gutiérrez Rúa, responsable de Culturas Regenerativas en Comfama.
La clave está en una conexión entre la economía, la sociedad, la academia, la ciencia, la cultura y, por supuesto, la naturaleza y todo lo vivo qué hay en ella. Hay que Actuar por lo vivo.