Con el lema de “Where nomads fells locals” (donde los nómadas se sienten locales), Juan David Aristizábal y su familia abrieron el año pasado la segunda sede de Centro Hostel, un hostal para viajeros y mochileros ubicado en la Avenida Córdoba con Maracaibo, en el Centro, en el corazón de la ciudad.
Es una casona tradicional, o mejor cuatro casonas, unidas por un corredor que en total suma unos 900 metros cuadrados con 21 habitaciones y espacio hasta para 85 personas. La primera sede del hostal, que lleva el mismo nombre, la abrieron en 2022, y queda a tres minutos caminando del hostal nuevo, sobre la avenida La Playa a dos cuadras del Teatro Pablo Tobón Uribe. Esa, sin embargo, es solo una casa, también de arquitectura patrimonial, pero con espacio apenas para 36 personas.
La propuesta de valor de este par de hostales y de otros que han surgido en los últimos meses en La Candelaria, en casas con techos altos y baldosas en rombo vinotinto y mostaza es mostrarles a los turistas cómo se vive a diario en Medellín, y qué mejor lugar para eso que el Centro, por donde al día pasan entre uno y dos millones de antioqueños.
El año pasado a Medellín llegaron aproximadamente 1,7 millones de visitantes de los cuales la mitad eran extranjeros y se espera que entre este y el próximo año la cifra suba a dos millones. Lo normal es que estos turistas se hospeden en hoteles, hostales y Airbnb en barrios como Laureles y El Poblado, cerca de los centros comerciales, las discotecas más famosas y los restaurantes de lujo, pero alejados del trajín y de la cotidianidad de los paisas.
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Mientras en el 2023 la ocupación hotelera promedio en El Poblado fue de 74,1% y en Laureles de 73,7%, en el Centro fue apenas de 40,3%, 14 puntos por debajo de la ocupación promedio que tuvo en 2022. Además, los huéspedes del Centro son principalmente locales. Mientras en El Poblado 2 de cada 3 huéspedes son extranjeros, en el Centro solo hay un foráneo por cada ocho locales. No obstante, en los hostales de Aristizábal abundan los alemanes y los franceses que compran pitaya a dos manos en las carretillas que se parquean sobre La Playa y después hacen fila para el baño, que casi siempre es compartido.
“La idea con esto es que la gente conozca cómo eran las casas de nuestros abuelos y se sientan como si estuvieran en ellas”, dice Juan David, que es optimista en cuanto a la recuperación del Centro que en los últimos años ha visto multiplicar la población de habitantes de calle y un aumento de bandas criminales que no solo se lucran de la extorsión sino que han dejado más muertos que en cualquier otra comuna de la ciudad.
Solo en el 2023, en La Candelaria se presentaron 76 asesinatos de los 375 que hubo en todo Medellín. Sin embargo, Aristizábal dice que la zona es segura y que el ambiente durante el día es envidiable. Sin embargo, la situación cambia después de las 7 de la noche, cuando los locales comerciales cierran y la gente se va a sus casas y en buena parte del Centro solo quedan los habitantes de calle que, aunque casi nunca se meten con nadie, dan una sensación de inseguridad y generan malos olores, pues dejan sus heces en los andenes o en las calles.
Cuenta Juan David que a la dueña de un hotel cercano que les echaba agua para que se fueran le llenaban la fachada de la casa de mierda. Sin embargo él, y otros comerciantes y empresarios paisas están convencidos de que el Centro, por su arquitectura, por su ambiente, porque es caminable y porque tiene buen transporte público tiene una nueva oportunidad para resurgir, no solo de día sino también en la noche, y no solo para beneficio de los turistas sino también de los locales.
A mediados del 2023 más de una veintena de hoteleros del Centro se juntaron en una especie de agremiación que se llama Centro W, con el fin de tener más incidencia en el sector turístico de la ciudad.
Los restaurantes dieron el primer paso
Con el objetivo de aprovechar los miles de transeúntes que pasan a diario por el centro y de darle un ambiente donde haya más comercio formal y menos percepción de inseguridad, especialmente en las noches, al centro han comenzado a llegar (o han regresado) restaurantes y bares de primer nivel.
En los próximos días, dentro del Museo de Antioquia pero al borde de la calle (y de las esculturas de Botero) abrirán una nueva sede de El Social, la tradicional charcutería de El Poblado que fue una de las pioneras de la Calle Provenza. También, en el antiguo edificio de Avianca, al lado de la iglesia de la Veracruz, una zona que se ha convertido en un centro de explotación sexual y microtráfico, abrieron locales de cocina española y mexicana. De hecho, en el Centro Hostel tienen un restaurante de cocina colombiana donde el chef es Andrés, un chocoano que aprendió las recetas de su tía Amparo y ahora ofrece, a partir de productos nacionales, platos como buñuelos de plátano y hamburguesas de atún.