Algo huele mal en el relleno sanitario La Pradera y no es precisamente la basura enterrada. El precandidato a la Alcaldía de Medellín, César Hernández, lanzó ayer la alerta sobre riesgos que pondrían en peligro la estabilidad y funcionamiento del vaso Altaír, tras corroborar información con imágenes aéreas de varias problemáticas que comprometerían la operación del relleno sanitario.
La denuncia de Hernández se suma a información que ha recogido EL COLOMBIANO y que sugiere que la situación del vaso es compleja y presenta unos riesgos que podrían, en el escenario más grave, desencadenar la suspensión de la operación del relleno y en consecuencia generar una emergencia sanitaria sin precedentes, no solo en Medellín y el área metropolitana sino en casi la mitad de Antioquia, pues actualmente más de 40 municipios envían sus basuras a La Pradera.
El vaso Altaír entró en operación en diciembre de 2014, en 22 hectáreas con capacidad de 5.543.000 metros cúbicos. No obstante, su vida útil proyectada inicialmente a 15 años se agotaría el próximo mes de septiembre por lo que Emvarias tuvo que solicitar modificación de la licencia ambiental para ampliar su vida útil hasta marzo de 2024.
Corantioquia aprobó esta modificación para acopiar 1.450.000 toneladas de basuras adicionales allí. En el trámite, la autoridad ambiental le hizo importantes requerimientos, pero no tenía mucho margen para negar la solicitud. Hacerlo implicaba que inmediatamente la ciudad entrara en crisis por el cierre.
Todas esas problemáticas –propias de un relleno sanitario desgastado por el agotamiento acelerado– están causando, por lo menos, cuatro problemáticas graves. El dique sur de la estructura de contención del vaso Altaír se está deformando, lo que se suma al daño de estructuras de drenaje de lixiviados. Las imágenes indican la inestabilidad de la masa que contiene Altaír.
Según expertos, las causas son múltiples. Entre estas, que la disposición de basuras en el centro del vaso terminó por provocar movimientos de la masa de residuos y un aumento en las presiones de los poros. El desplazamiento de la estructura de contención se debe a la falta de confinamiento de la masa de residuos.
Las consecuencias que podrían desencadenar la suma de estos problemas son alarmantes. Además del colapso de la estructura, también se afectaría el box culvert, los cabezotes y el canal de lixiviados.
El golpe se sentiría inmediatamente. Tras las afectaciones ambientales contra el aire, el río Medellín y los suelos tendrían que llegar los procesos sancionatorios y, actuando en consecuencia, las restricciones de Corantioquia para que el vaso siga operando durante los siguientes meses.
La emergencia sanitaria y ambiental en el área metropolitana comenzaría en el mismo instante en el que el relleno suspenda operaciones, porque Medellín y la mitad de los municipios de Antioquia no tienen una alternativa para la disposición final de residuos.
Las basuras se acumularían en las calles desde el primer día de la contingencia y Emvarias tendría que incurrir en un aumento en los costos de operación para repartir los residuos sólidos de Medellín, 3.200 toneladas de basuras diarias, en los rellenos sanitarios de Manizales y Cali, de acuerdo con la respuesta entregada por Emvarias.
Esto generaría incrementos en los costos de operación de la empresa y, a su vez, se trasladaría finalmente al bolsillo de los ciudadanos.
Medellín ya experimentó un “sorbo” de la rapidez con la que puede desencadenarse la crisis sanitaria, luego de que el pasado 22 de octubre de 2022 las comunidades afectadas por el relleno bloquearan el ingreso a La Pradera, impidiendo la entrada y salida de vehículos, en protesta por diversas problemáticas sociales y ambientales no atendidas por Emvarias y generara caos en los barrios con apenas cuatro horas de bloqueos.
Emvarias reconoce amenazas
EL COLOMBIANO consultó a Emvarias si específicamente el gerente Carlos Borja tiene conocimiento sobre riesgos asociados a la estabilidad del vaso Altaír y qué determinaciones ha tomado al respecto.
La entidad reconoció los riesgos que presenta el vaso, pero aseguró por escrito que “desde el 2014, año en el cual se inició la construcción del vaso Altaír, Emvarias tiene conocimiento de los problemas de inestabilidad que ha presentado el vaso, debido a la forma en que se inició su proceso constructivo”. La administración actual de Emvarias sostiene que no es responsable directa de la compleja situación del vaso y que dicha inestabilidad “se incrementó en los años 2018 y 2019, para lo cual la empresa ha tomado las medidas necesarias que han permitido continuar con el proceso de disposición de residuos sólidos”.
La empresa aseguró que “en especial en la administración del gerente Carlos Fernando Borja” se han realizado 14 acciones para mitigar los riesgos y continuar con la disposición de residuos sólidos.
Entre las acciones que se atribuyen para afrontar esta problemática mencionan: la remoción de masa que afecten vías e infraestructura, la remoción de residuos en algunos sectores del vaso para mitigar cargas que se generan por el movimiento de la masa de residuos, la construcción de pozos de extracción forzada de lixiviados y bombeo de los mismos para mitigar presiones de poros, la quema de biogás, la construcción de sistemas de drenajes (canales de aguas lluvias) para recibir aguas de escorrentía del interior del vaso y la instalación de piezómetros e inclinómetros para monitorear la masa de residuos.
Apuntan que para estas acciones de control la actual gerencia ha invertido más de $1.800 millones. De paso enfatizaron que la empresa “viene realizando las acciones legales necesarias para que se establezcan las responsabilidades técnicas que han ocasionado las afectaciones del vaso a lo largo de la vida útil del mismo”. Dicho proceso está en el Tribunal Administrativo de Antioquia y se encuentra pendiente de fallo.
La conclusión de los expertos consultados es que, de ser cierto que la actual administración ha adelantado dichas acciones, la inversión y las medidas adelantadas son insuficientes, a juzgar los riesgos que se evidencian en el vaso.
Y enfatizan que la gran medida de fondo para evitar un colapso del vaso y sus consecuencias es acabar de superar los graves retrasos que arrastra la construcción del nuevo vaso llamado la Piñuela, proyectado para operar hasta 2029 y que a pesar de que debía empezar a operar este año ni siquiera alcanzará a ser construido al finalizar 2023.
Esto se suma al inexplicable abandono del proyecto de la Estación de Transferencia que el Plan de Desarrollo de Daniel Quintero prometió dejar lista para restar presión a un relleno sanitario –cuyo deterioro se acelera a un ritmo frenético– y que tiene un avance del cero por ciento.
La pregunta obligada vuelve entonces sobre la mesa: ¿por qué ante semejantes problemas entre manos, como la inestabilidad del vaso actual y los retrasos del futuro vaso Emvarias ha invertido tiempo y recursos para proyectos inviables como el cargue lateral (ver recuadro)? Y surge, además, otro interrogante: ¿Emvarias le está diciendo toda la verdad a la ciudadanía y a Corantioquia sobre la situación del relleno?
Consultada al respecto, la autoridad ambiental respondió que Emvarias tiene la obligación de entregar cada seis meses los Informes de Cumplimiento Ambiental donde deje constancia de cualquier novedad, como un movimiento de masa, de acuerdo a las mediciones.
Corantioquia aseguró que en los últimos informes entregados por Emvarias “no se ha reportado para el Vaso Altaír algún comportamiento anómalo que comprometa su estabilidad o condiciones de funcionamiento, en particular con relación a la nueva zona autorizada para la ampliación de la vida útil del Vaso Altaír”.
¿Se les cayó el cuestionado proyecto del cargue lateral?
Emvarias y la Alcaldía se han mostrado inflexibles frente al polémico proyecto de cargue lateral a pesar de las denuncias realizadas por EL COLOMBIANO y replicadas luego en el Concejo de Medellín.
Dicho piloto para la recolección de basuras costaría $250.000 millones y aunque tiene enormes vacíos técnicos y financieros y desde la propia empresa denuncian que no es prioritario para la ciudad, Emvarias estaba decidida a entregarle el millonario contrato a una firma llamada Themac, asociada con el empresario catalán Manuel Grau, amigo íntimo del presidente Gustavo Petro.
No obstante, la versión que conoció este medio ayer asegura que el cuestionado proyecto se habría caído o por lo menos quedó en suspenso. La decisión respondería a una diferencia entre Emvarias y la empresa por una exigencia de anticipo a la que Emvarias se habría negado.
Las dudas sobre el futuro del nuevo vaso siguen acumulándose
Aunque el alcalde Daniel Quintero había asegurado que este año entraría en operación el nuevo vaso, con capacidad para 5.431.460 de metros cúbicos por 7 años, este año ni siquiera alcanzará a quedar construido. Parte de los retrasos se deben a complejidades del terreno que exigirán inversiones superiores a las realizadas en los vasos anteriores y también a las denuncias y procesos de los habitantes de las 23 veredas en zona de influencia del relleno. Sin embargo, hay otra razón de fondo que desde la empresa vienen denunciando y es el interés del gerente Borja y la Alcaldía de entregar la operación del relleno a un privado, un modelo con malos precedentes en el país y con Bogotá como mayor ejemplo. La entidad está adelantando el proceso de contratación para la construcción. Según Emvarias, el nuevo vaso por 7 años “se encuentra en proceso de recepción de las propuestas hasta el 23 de junio 2023, “esperando dar inicio de obra en julio de 2023 y comenzar su operación en abril de 2024”. El asunto es que Altaír no parece tener capacidad de operar hasta esa fecha. ¿Y entonces?