No existe una zona más polémica en la Plaza Minorista que en la que se venden animales desde hace 40 años. En otros tiempos fueron comunes las imágenes de chivos y cerdos sacrificados al aire libre, felinos silvestres en jaulas, enormes aves como pavos reales muriendo agónicamente en jaulas putrefactas, animales fracturados y extremidades que quedaban desperdigadas como evidencia de su sufrimiento.
En 2019, después de un último operativo a mediados de 2018 en el que las autoridades encontraron 77 animales enfermos, en mal estado y en agonía, la Alcaldía de Medellín por fin desenredó un entuerto jurídico que le impedía invertir en la Minorista y destinó junto con el Área Metropolitana $2.500 millones para construir un módulo de fauna con el objetivo de garantizar las condiciones sanitarias y de bienestar de los animales.
La construcción del espacio, de catorce locales, incluyó el compromiso de los comerciantes a garantizar condiciones sanitarias, la trazabilidad de las especies, erradicar maltratos, hacinamientos, evitar olas de calor, transmisión de enfermedades, en fin. Fue una medida polémica pues varios sectores animalistas pedían la erradicación de la venta de animales vivos, pero el municipio defendió la medida como un punto medio que le garantizara el derecho al trabajo a los comerciantes y acabara con las aberrantes condiciones de los animales.
Pero los problemas no se erradicaron. La Personería alertó en los últimos días que desde 2019 el módulo de fauna ha sido objeto de múltiples denuncias por maltrato animal y en general malas condiciones, evidenciando, “de manera reiterada, fallas graves en el cumplimiento de los estándares mínimos de bienestar animal”.
En el historial están, por ejemplo, los operativos de diciembre de 2022 donde las autoridades reportaron dos gallinas africanas, tres cisnes negros, tres mini pigs, además de gatos, palomas, pericos australianos y un perro en condiciones deplorables de salud. Además de una paloma, un gato y tres hámsters muertos. En septiembre de este año, en otro procedimiento, hallaron cinco cachorros y un pato con hipotermia, secreciones nasales y oculares; los caninos, de razas como cocker spaniel, bulldog francés y french poodle, tenían entre 2 y 4 meses de edad y estaban en condiciones vulnerables.
Según señaló Pablo Castaño, líder del Observatorio de Medio Ambiente de la Personería, la gota que rebosó la copa fue el operativo del 3 de diciembre pasado en el que encontraron nuevamente 44 animales en condiciones deplorables, incluyendo un pato y un conejo encontrado sin vida, además de 38 aves de diferentes especies, dos hámsters, dos cobayos.
En el balance que tiene la Personería y por lo que le solicitó respuesta a Coomerca, la cooperativa que administra la Minorista, contiene hallazgos sobre hacinamiento, enfermedades y lesiones por patologías no tratadas, falta de documentación sobre procedencia y destino de las especies y disposición inadecuada de animales muertos y materiales contaminados.
Édison Alexander Palacio, gerente de Coomerca, señaló que dieron respuesta al cuestionario de la Personería en la que rechazan el calificativo de maltratadores a los comerciantes. “No tiene sentido desde la simple lógica del comerciante que maltrate el producto que pretende comercializar”, dijo.
Frente a los llamados particularmente de sectores animalistas para erradicar este módulo de la plaza, el vocero de los comerciantes señaló que estos tienen derecho a estar allí tras un arraigo de más de 70 años.
El gerente aseveró que el módulo opera bajo estrictos criterios médicos, que los animales no permanecen largo tiempo en el lugar mientras son comercializados y que están al día con los protocolos sanitarios y veterinarios.
Además, recalcó que una médica veterinaria que contrataron, vela por el bienestar de los animales y dispuso de dos protocolos: uno de cuarentena para los que presenten alguna sintomatología y otro para garantizar los esquemas sanitarios.
También apuntó a que detrás de los operativos y los anuncios habría un “manejo mediático” del Distrito “para satanizar al comerciante tildándolo de maltratador”, pues aseveró que hasta la Policía Ambiental, en el último operativo, manifestó que los animales estaban en buen estado. Palacio insistió en que hay una especie de búsqueda de chivos expiatorios para mostrar resultados de cara a la ciudadanía.
“Es que es más fácil venir a un módulo abierto al público y decir ‘hicimos tantas incautaciones, encontramos tantos animales enfermos’, pero a ver pues dónde están los operativos y los resultados contra la comercialización ilegal de animales por redes sociales, contra quienes organizan peleas de gallos, de perros, contra los criaderos clandestinos”, interpeló.
Finalmente dijo que de los 14 locales que antes se dedicaban a la comercialización de animales vivos dos cambiaron de vocación, por lo que la tendencia parece ser la reducción de este tipo de comercio.
EL COLOMBIANO buscó conocer la posición de la Secretaría de Medio Ambiente de Medellín sobre propuestas de fondo más allá de operativos, pero no obtuvo respuesta.