Tras cuatro años de una administración llena de turbulencias, denuncias y líos a múltiples frentes, EPM se sumará a partir de este miércoles al proceso de empalme en la Alcaldía de Medellín, que inició desde el pasado jueves 9 de noviembre.
En un contexto marcado por un desplome en la percepción ciudadana frente a la calidad de los servicios públicos, varios negocios y proyectos enredados que han puesto las cuentas de la compañía bajo estrés y la presión que sigue representando el proyecto de Hidroituango, cuya culminación sigue siendo una tarea de vida o muerte para la empresa, EPM comenzó un corte de cuentas de cara a un nuevo relevo en su administración.
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Pese a que por ahora el gobierno entrante no ha entregado detalles sobre quiénes serán las personas que asumirán el manejo de la empresa, la promesa del alcalde electo Federico Gutiérrez es que dichos asientos sean ocupados por personas técnicas.
Al margen de esos cálculos, la futura dirección heredará varios problemas cuya gestión será clave para asegurar las proyecciones de la compañía. A propósito del inicio del empalme, hacemos un paneo por los temas más críticos que marcarán a EPM durante el próximo cuatrienio.
1. Negocios enredados que tienen las cuentas bajo estrés
En el último cuatrienio, EPM se embarcó en varias inversiones problemáticas que aumentaron el estrés financiero que ya arrastraba la compañía desde años atrás, sobre todo por líos como los derivados del proyecto de Hidroituango.
Dentro de la lista de apuestas complicadas el primer lugar lo ocupa Afinia, filial con la que EPM incursionó en la costa Caribe y buscó aprovechar el vacío que dejó la liquidada Electricaribe. Aunque en un comienzo esa incursión fue presentada como una oportunidad de oro para EPM de aumentar su participación en el mercado de la energía y llevar su sello de calidad a una región que durante décadas ha padecido un servicio lleno de problemas, la entidad asumió una apuesta que le implicó montarse en un cuantioso plan de inversiones. Desde 2020, las cuentas de la propia EPM apuntaban a una inversión de $4 billones en los primeros cinco años y otros $8 billones en un horizonte de una década.
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Junto a esas inversiones, EPM también le ha tenido que hacer frente a un territorio que arrastra problemas históricos de recaudo, que se agravan por cuenta de una de las tarifas más altas del país.
Además de Afinia, EPM también tendrá que dilucidar qué ocurre con su inversión en Tigo-Une, en el que acordó poner $300.000 millones para una capitalización, así cómo otras iniciativas de las que no volvió a hablarse, como la compra de acciones en la Triple A de Barranquilla.
2. Un alivio tarifario lleno de cabos sueltos
En el corto plazo, otro proyecto que no clasifica como una inversión, pero que también tiene bajo estrés las cuentas de EPM fue el promocionado “congelamiento” tarifario que la Junta Directiva de EPM aprobó a pupitrazo a escasas semanas del inicio del periodo electoral, con el que la empresa se acogió a la opción tarifaria para reducir en un corto plazo las tarifas de energía.
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Aunque EPM promocionó ese mecanismo como un aporte para luchar contra la inflación, posteriormente el Ministerio de Minas y Energía y la misma compañía aclararon que todo lo que se dejara de cobrar quedaría en un saldo pendiente que luego tendría que ser trasladado a los usuarios. Buscando apagar esas críticas, EPM anunció una partida de $100.000 millones para mitigar ese saldo pendiente (los cálculos apuntaban a un impacto en caja de entre $130.000 y $400.000 millones), pero no es claro de qué bolsillo saldrán esos recursos y si EPM encontrará una figura normativa para usarlos. Este dilema será uno de los primeros líos que tendrá que asumir la nueva dirección de la compañía.
3. Los usuarios no están satisfechos con los servicios
Pese a gozar por mucho tiempo de altos índices de favorabilidad, desde 2020 la mayoría de los servicios públicos que se presentan en la ciudad han sufrido una reducción ostensible en los índices de satisfacción ciudadana. De acuerdo con la más reciente encuesta de percepción ciudadana de Medellín Cómo Vamos, por ejemplo, en el caso del servicio de gas domiciliario los usuarios que se muestran satisfechos con el servicio pasaron de un 95% en 2019 a un 73% en 2023. En el acueducto, ese indicador pasó de 94% en 2019 a 80% en 2023; en energía de 93% a 79% en ese mismo periodo y aseo de 88% a 78%, también en esos mismos dos años. El servicio con la valoración más baja es el internet, con un 49% de satisfacción.
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De igual forma, en medio del descrédito que varias instituciones locales han sufrido, esa misma encuesta reveló que únicamente el 9% de los ciudadanos consultados consideraban que las empresas de servicios públicos estaban haciendo acciones para mejorar su calidad de vida.
Desde el punto de vista reputacional, EPM también deberá hacerle frente a una herencia de denuncias por manejos cuestionados en procesos contractuales, que dejaron un ambiente de desconfianza entre muchos de sus contratistas históricos.