Desde 2019, el distrito aumenta su presupuesto por encima de la inflación, pero buena parte de estos se van para funcionamiento mientras la inversión se estanca.
El próximo año el distrito de Medellín tendrá un presupuesto histórico. Esa es una noticia que con contadas excepciones, como el 2019 tras la contingencia de Hidroituango, se repite recientemente cada año en la ciudad.
El aumento de la población, de la inflación, de las empresas, de la deuda, de las transferencias de EPM y de los impuestos engordan cada año las cuentas de la ciudad que para el próximo año, según anunció el alcalde Federico Gutiérrez, llegará a los $10,9 billones. Recursos que, según dijo, se irán sobre todo para infraestructura educativa, vías y para programas sociales como el de Cero Hambre o el de Buen Comienzo 365, que busca no solo aumentar la cobertura sino que los niños reciban atención todo el año.
Es una cifra que hace una década o un lustro parecía casi inalcanzable: en 2019, cuando Federico Gutiérrez terminó su primera administración, la ciudad tuvo un presupuesto de $5,2 billones, eso es menos de la mitad de lo que tendrá para el próximo año. En 2016, en su primer año de gobierno en ese entonces, contó con $4,2 billones. En valores corrientes (sin tener en cuenta la inflación), Gutiérrez tendrá en sus primeros dos años de gobierno un monto parecido al que tuvo entre 2016 y 2019.
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Si se analizan las finanzas de la ciudad en la última década (desde el 2015), los recursos han aumentado en promedio un 10,6% cada año, un porcentaje que incluso ha estado por la media de la inflación que ha estado cercana al 6%. Ese aumento se debe principalmente a un incremento en las transferencias de EPM, pues tanto el recaudo de impuestos como el nivel de endeudamiento se ha mantenido estancado. La relación es evidente: a más transferencias de EPM, mayores recursos tiene la ciudad.
Sin embargo, esas transferencias no siempre han obedecido a un mejor desempeño de la empresa. Por ejemplo, el pasivo del conglomerado empresarial pasó de $40,7 billones en 2019 a $48,7 billones en 2022, por lo que pareciera que la estrategia de la pasada Alcaldía de Medellín fue endeudar a EPM y no al Distrito y así por esa vía conseguir más recursos para la ciudad a través de los excedentes de la empresa.
Según un análisis de Medellín Cómo Vamos, en las últimas dos décadas las finanzas de la ciudad se podrían dividir en tres grandes momentos. El primero, entre 2004 y 2011 (Sergio Fajardo y Alonso Salazar) en el que la alcaldía dobló su capacidad fiscal gracias al aumento de los recursos de EPM y del Sistema General de Participación. En este periodo, gracias a esos recursos, se empezaron grandes programas sociales como Buen Comienzo o Medellín Solidaria.
Luego hubo un periodo de relativo estancamiento (2012-2016), cuando hay un pico en la inversión gracias a la venta de la mitad de las acciones de UNE a Milicom. En la tercera etapa, entre 2017 y 2023 (Gutiérrez I y Quintero), se dio la venta de las acciones de Isagen, pero estuvo marcada por un aumento del endeudamiento (en la primera administración de Gutiérrez aumentó un 47% en términos reales) y un leve incremento en el recaudo de impuestos de Industria y Comercio. Ahora, a partir de este año y durante esta nueva administración de Gutiérrez se espera que comience una nueva etapa marcada por un aumento significativo de las transferencias de EPM, no solo por la venta del resto de las acciones de UNE sino por la puesta en marcha de Hidroituango.
La pregunta es qué se va a hacer con esos recursos adicionales. Por ahora, la Alcaldía ha dicho que se enfocará en lo social, erradicar el hambre, disminuir pobreza y mejorar colegios.
A pesar de que la cifra de los $10,9 puede parecer extravagante, lo cierto es que tanto la población como sus necesidades han aumentado tanto, que si se divide el presupuesto de inversión entre el número de habitantes, es decir, la inversión per cápita, esta se ha mantenido apenas constante. En 2015, la inversión pública per cápita para los habitantes de Medellín era de $2,4 millones. El año pasado, la cifra fue de $2,5, esto, a pesar de que el presupuesto para inversión durante esos ocho años creció casi el doble.
Mientras tanto, en ese mismo lapso ciudades como Bogotá o Cali sí han logrado aumentar significativamente su inversión per cápita. Para el caso de la capital, la cifra pasó de $2 a $3,2 millones por cada habitante; y en Cali, de $1,4 a $2 millones.
Para Piedad Patricia Restrepo, directora de la veeduría Todos por Medellín, sería equivocado pensar que las finanzas de Medellín son “boyantes”, pues a la par de los ingresos han crecido los problemas y sus complejidades. Ahora hay que destinar muchos más recursos que antes para la población migrante, el cambio climático, la gestión del riesgo y el déficit de vivienda, solo por poner algunos ejemplos.
Para Restrepo, en los últimos años la ciudad “no está asumiendo los retos como debería”, pues además de crecer burocráticamente y aumentar los gastos de funcionamiento, no hay una revisión juiciosa y rigurosa para que el gasto sea eficiente y tenga un impacto grande y real.
“Se crean políticas y programas nuevos todos los días pero no hay quien les haga seguimiento”, asegura.
En una línea similar opina Mónica Ospina, de Medellín Cómo Vamos, que señala que la ciudad se ha vuelto dependiente de las transferencias de EPM y se ha estancado en su capacidad de generar nuevos ingresos. Además, las administraciones se han dedicado a crear más y nuevos programas para resolver nuevos problemas en lugar de fortalecer y vigilar los que ya hay para solucionar los viejos problemas. Ambas coinciden en que estos recursos extraordinarios que está recibiendo la ciudad deben destinarse en proyectos de fondo y largo plazo y no en gasto corriente.
Mientras la ciudad ha aumentado sus ingresos también ha crecido sus gastos de funcionamiento y administración pública. En los últimos 20 años, la ciudad pasó de tener 16 secretarías a tener 25.
Solo en la administración de Aníbal Gaviria se crearon las secretarías de Seguridad, Comunicaciones,Desarrollo Económico, Juventud y Gestión y Control Territorial. En la de Quintero aparecieron las dependencias de Innovación y No Violencia (ahora Paz y derechos humanos), y recientemente se creó la secretaría de Turismo. En promedio, el 25% de los recursos de la ciudad se van para funcionamiento y pago de la deuda.
