El Centro de Medellín tiene 30 parques, parquecitos y plazas y plazuelas. La mayoría arrastran todos los problemas imaginables de seguridad, deterioro y abandono. Pero los focos siempre se centran en los grandes e históricos: en la escena diaria en el Parque de Bolívar de la Basílica Metropolitana desvalijada ladrillo a ladrillo, en la herencia de suciedad y caos que recibió Parque de Berrío tras el cerramiento de Plaza Botero o el sello inconfundible a orines y las coordinadas cuadrillas de ladrones en el Parque de San Antonio.
Esos otros puntos, escondidos en los barrios de la comuna, cuyos nombres no dicen mucho y que están atrapados en medio de vías principales y la estruendosa vida del Centro son los encargados de garantizar el derecho al espacio público de quienes habitan el Centro y conviven allí.
Las organizaciones cívicas de la comuna señalan que los problemas que arrastran la mayoría de estas zonas son variados. Está, por ejemplo, la Plazuela Zea en San Benito, a dos cuadras de Plaza Botero, donde se gastaron hace cuatro años $3.800 millones para renovar 6.042 metros cuadrados de espacio público del que hoy no queda sino el cemento mugroso, porque la inversión no trajo consigo una estrategia de apropiación y hoy sigue siendo uno de los lugares más peligrosos del Centro para caminar.
Haciendo un mea culpa, Tamara Molina, comerciante y líder cívica, dice que a comerciantes y habitantes del sector les faltó unión e iniciativa para apropiarse del lugar y evitar que se lo tomaran los habitantes de calle, ladrones y expendedores de droga. Y es que, en un hecho insólito como pocos, las obras de Plaza Zea nunca pudieron entregadas formalmente a la comunidad porque antes de la inauguración ya había sido tomada por la delincuencia.
Caso contrario ocurre en el parque Obrero, en el residencial barrio de Los Ángeles. Aunque ha sido el punto de encuentro por tradición sus residentes luce deteriorado y difícilmente podría decirse que es un sitio adecuado para el esparcimiento de niños.
Desde Corpocentro han clamado para que el próximo alcalde entienda que al Centro no le hace falta más infraestructura sino encontrar las estrategias indicadas para recuperar los espacios existentes.
Lo que pasa con el Parque del barrio Prado es un buen ejemplo para ilustrar este punto. Aunque el espacio entregado en junio de 2021 se convirtió en un hito arquitectónico reconocido internacionalmente y con sus 5.450 metros cuadrados le ayudó a cambiar la cara a un barrio asfixiado que no tenía ningún espacio público digno, apenas dos años después de ser entregado la propia dinámica del barrio lo ha ido absorbiendo.
Dicen los residentes que visitar el parque en ciertas horas podría considerarse como una imprudencia por cuenta de la inseguridad, la oscuridad de las zonas aledañas y la falta de patrullajes.
Corpocentro socializó hace un par de meses una propuesta llamada “El Centro propone” que busca servir de guía a la próxima alcaldía para dar solución a los problemas que padece la comuna. La gran conclusión de este proyecto es que el gran acierto de la administración entrante será apostarle de lleno a la inversión en programas y no en cemento: robustecer la oferta social y cultural, sobre todo en zonas críticas como en inmediaciones a instituciones educativas y alrededor de parques y plazas.
Garantizar junto con el comercio una estrategia que permita que incluso las zonas más críticas de la comuna permanezcan activas día y noche y los siete días a la semana. Según Jorge Mario Puerta, director de la Corporación, la gran urgencia del Centro es recuperar el tejido social y transformar la forma en la que las personas lo habitan.
Hay casos puntuales de éxito que demuestran que es posible hacer un trabajo en llave entre comerciantes, ciudadanos de a pie y autoridades para recuperar espacios. El ejemplo perfecto es la Plazuela San Ignacio, convertida en un gran patio de juegos, tertulia y punto de encuentro donde las personas se reúnen a jugar ajedrez, tenis de mesa, a leer al aire libre y hasta han programado festivales de cine las 24 horas gracias al trabajo que han adelantado Comfama, los comerciantes informales organizados del sector, sumado a la apropiación de la ciudadanía.
Sobre este tema, la Alcaldía señala que desde 2021 empezaron a implementar las Brigadas Consentido, una estrategia de intervención en los puntos más críticos del Centro que en 27 meses lleva 270 intervenciones que comienzan con la priorización de lugares de acuerdo a los reclamos de la ciudadanía, siguen con las jornadas de aseo y ornato y una posterior brigada cultural que busca activar la participación de los vecinos en torno al cuidado de los parques.
En el Centro reconocen que es una buena medida que mitiga el deterioro, pero que no alcanza a generar un impacto real. Le tocará a la próxima alcaldía encontrar la fórmula para recuperar los parques, plazas y plazuelas que tanto necesita el Centro para dejar de ser tierra de nadie.
$3.800
millones costó la renovación de
la Plazuela en San Benito, hoy convertida en olla de vicio.