Patricia* se movilizaba en su carro por la glorieta de la calle 44 (San Juan) con la carrera 57 (Ferrocarril) cuando, apenas se detuvo en el semáforo, sintió que un hombre se pegó de su retrovisor. En cuestión de segundos le hurtaron parte de este espejo, la llamada luneta.
La historia de esta mujer ocurrió el jueves de la semana pasada, pero apenas comenzó a contar lo que le había pasado, empezó a escuchar el mismo relato, incluso de sus allegados. “A mí también me pasó”, supo entonces. Su hermana fue víctima, pero a ella le robaron su espejo en la avenida Oriental con La Playa, a plena luz del día, cuando se detuvo detrás de otro vehículo a esperar el cambio del semáforo.
“Yo había parado mi carro, cuando un hombre, con un destornillador, se hizo al lado derecho y empezó a arrancar el espejo. Yo empecé a pitar, a ver si alguien me ayudaba, pero la gente se quedó mirando. Cuando cambió el semáforo, esta persona ya se había ido con toda la pieza”, relató la familiar de Patricia.
Los casos de estas dos hermanas se sumaron al de una comunicadora a quien le robaron su espejo en la calle 44 (San Juan) con la carrera 65, en el barrio San Joaquín. Ella de inmediato interpuso la denuncia y el caso acabó con un capturado.
“Resulta que estaba parada esperando a que cambiara el semáforo cuando se me acercó un hombre y se me pegó del retrovisor. Yo aceleré, pero esto no evitó que esta persona lo arrancara”, relató la afectada de este caso, registrado a comienzos de marzo.
Luego de contactarse con la línea de emergencias 123, personal de la Policía Metropolitana, con apoyo de las cámaras de seguridad, iniciaron el seguimiento de esta persona, quien fue encontrada en el sector de La Bayadera, en el centro de Medellín.
“Me di cuenta que había vendido el espejo por $20.000 en un local comercial, según lo que le dijo a la Policía cuando lo capturó por este hurto”, contó esta mujer.
Un gran operativo
En la mayoría de las ocasiones estos hechos no son denunciados y las víctimas optan por hacer la recompra de los espejos hurtados, muchas veces con un alto costo.
Con el caso denunciado y la captura del habitante del calle señalado de robar el espejo de la comunicadora se dio pie a un operativo dentro del establecimiento comercial donde fue encontrado el espejo en cuestión y allí hallaron otras 400 partes similares hurtadas, según los registros de la Policía. El comandante de la estación de Policía Candelaria, coronel Jaime Mateus, dijo luego de este procedimiento que estas partes estaban listas para ser comercializadas en el mercado negro y anunciaron investigaciones para establecer cuántos de estos retrovisores fueron hurtados.
Debido a su diferencia de valor entre el mercado negro y a lo que cuestan originalmente, los retrovisores de los vehículos son una de las piezas que más se roban por la facilidad de quitarlas.
Según los registros de Asopartes, tres de cada 10 partes robadas de vehículos en todo el país son las estructuras de estos espejos, sea completa o sea alguna pieza.
Carlos Andrés Pineda, director de esta entidad, señaló que “este es un problema que se vive en todas las ciudades, puesto que hay algunas organizaciones dedicadas al hurto y comercialización, no solo de los vehículos, sino de estas piezas en particular, las cuales posteriormente son comercializadas”.
Como bien se comentó, muchas veces estos habitantes de calle venden estas partes en $20.000, cuando su valor comercial puede empezar en los $350.000 si son los más básicos, pero varían según modelos y marcas. Los más modernos, según la tecnología con la que cuenten pueden llegar hasta los $2 millones por espejo, que generalmente son asumidos por la víctima o sus aseguradoras.
Tanto las autoridades como Asopartes reiteran el llamado a no comprar partes hurtadas de vehículos, más allá de que en un principio puedan salir un poco más económicas que en el mercado tradicional, todo porque “en algún momento la víctima del robo puede ser quien antes adquirió esa pieza”, expresó Pineda.
Y si bien las autoridades han reiterado sus esfuerzos para combatir este flagelo, capturando a los habitantes de calle como a quienes compran estas piezas para venderlas, lo primordial es no alimentar el mercado negro, porque, de lo contrario, todo esfuerzo para evitar que se roben cualquier espejo será estéril.
*Nombre cambiado
Patricia* se movilizaba en su carro por la glorieta de la calle 44 (San Juan) con la carrera 57 (Ferrocarril) cuando, apenas se detuvo en el semáforo, sintió que un hombre se pegó de su retrovisor. En cuestión de segundos le hurtaron parte de este espejo, la llamada luneta.
La historia de esta mujer ocurrió el jueves de la semana pasada, pero apenas comenzó a contar lo que le había pasado, empezó a escuchar el mismo relato, incluso de sus allegados. “A mí también me pasó”, supo entonces. Su hermana fue víctima, pero a ella le robaron su espejo en la avenida Oriental con La Playa, a plena luz del día, cuando se detuvo detrás de otro vehículo a esperar el cambio del semáforo.
“Yo había parado mi carro, cuando un hombre, con un destornillador, se hizo al lado derecho y empezó a arrancar el espejo. Yo empecé a pitar, a ver si alguien me ayudaba, pero la gente se quedó mirando. Cuando cambió el semáforo, esta persona ya se había ido con toda la pieza”, relató la familiar de Patricia.
Los casos de estas dos hermanas se sumaron al de una comunicadora a quien le robaron su espejo en la calle 44 (San Juan) con la carrera 65, en el barrio San Joaquín. Ella de inmediato interpuso la denuncia y el caso acabó con un capturado.
“Resulta que estaba parada esperando a que cambiara el semáforo cuando se me acercó un hombre y se me pegó del retrovisor. Yo aceleré, pero esto no evitó que esta persona lo arrancara”, relató la afectada de este caso, registrado a comienzos de marzo.
Luego de contactarse con la línea de emergencias 123, personal de la Policía Metropolitana, con apoyo de las cámaras de seguridad, iniciaron el seguimiento de esta persona, quien fue encontrada en el sector de La Bayadera, en el centro de Medellín.
“Me di cuenta que había vendido el espejo por $20.000 en un local comercial, según lo que le dijo a la Policía cuando lo capturó por este hurto”, contó esta mujer.
Un gran operativo
En la mayoría de las ocasiones estos hechos no son denunciados y las víctimas optan por hacer la recompra de los espejos hurtados, muchas veces con un alto costo.
Con el caso denunciado y la captura del habitante del calle señalado de robar el espejo de la comunicadora se dio pie a un operativo dentro del establecimiento comercial donde fue encontrado el espejo en cuestión y allí hallaron otras 400 partes similares hurtadas, según los registros de la Policía. El comandante de la estación de Policía Candelaria, coronel Jaime Mateus, dijo luego de este procedimiento que estas partes estaban listas para ser comercializadas en el mercado negro y anunciaron investigaciones para establecer cuántos de estos retrovisores fueron hurtados.
Debido a su diferencia de valor entre el mercado negro y a lo que cuestan originalmente, los retrovisores de los vehículos son una de las piezas que más se roban por la facilidad de quitarlas.
Según los registros de Asopartes, tres de cada 10 partes robadas de vehículos en todo el país son las estructuras de estos espejos, sea completa o sea alguna pieza.
Carlos Andrés Pineda, director de esta entidad, señaló que “este es un problema que se vive en todas las ciudades, puesto que hay algunas organizaciones dedicadas al hurto y comercialización, no solo de los vehículos, sino de estas piezas en particular, las cuales posteriormente son comercializadas”.
Como bien se comentó, muchas veces estos habitantes de calle venden estas partes en $20.000, cuando su valor comercial puede empezar en los $350.000 si son los más básicos, pero varían según modelos y marcas. Los más modernos, según la tecnología con la que cuenten pueden llegar hasta los $2 millones por espejo, que generalmente son asumidos por la víctima o sus aseguradoras.
Tanto las autoridades como Asopartes reiteran el llamado a no comprar partes hurtadas de vehículos, más allá de que en un principio puedan salir un poco más económicas que en el mercado tradicional, todo porque “en algún momento la víctima del robo puede ser quien antes adquirió esa pieza”, expresó Pineda.
Y si bien las autoridades han reiterado sus esfuerzos para combatir este flagelo, capturando a los habitantes de calle como a quienes compran estas piezas para venderlas, lo primordial es no alimentar el mercado negro, porque, de lo contrario, todo esfuerzo para evitar que se roben cualquier espejo será estéril
*Nombre cambiado
20
mil pesos es el valor en el cual pueden vender estas partes en el mercado negro.
350
mil pesos cuesta, dependiendo de la marca y las características, el retrovisor original más barato.