Pese a estar en el bullicioso corazón de Medellín, el ambiente ayer en el Parque de Berrío se sentía silencioso y triste luego de conocerse la noticia de la muerte de la lideresa de Asotintos, Gisela Ardila, una icónica mujer que desde hacía casi 30 años se ubicaba al frente de la iglesia de la Candelaria desde donde velaba por el bienestar de sus compañeras tinteras.
Ányela Rodríguez es una mujer venezolana que hace parte de Asotintos. Con algo de esfuerzo por el dolor emocional, habló de esa mujer a la que definió como una madre.
“Conocí a Gisela hace siete años. Me apoyó, me abrió las puertas, me prestó los termos. Luego me invitó a las reuniones de Asotintos. Estoy eternamente agradecida con ella porque gracias a su trabajo es que vine a conocer el valor que las mujeres tenemos y a luchar por nuestros derechos. Así atravesara el dolor más fuerte nos enviaba mensajes de ánimo. Nos sentimos sin nuestra madre”, comentó.
Rodríguez recordó a Ardila como una mujer amable pero de carácter firme, luchadora, que se echó al hombro la lucha por todas las tinteras del parque, por las casi 100 de Asotintos y por las 500 si se suman las de la Plaza Botero.
“Nos hará mucha falta, pero nos dejó un gran sueño hecho y un gran legado por hacer: sacar adelante Asotintos”, explicó.
Lea también: “Abrazo” a la Plaza Botero dejó más bandas criminales y robos por fuera de las vallas
María Ospina es otra de las tinteras del parque y tal vez una de las últimas que vio con vida a Gisela. Hoy, entre el dolor de perder a su amiga, “ocupa” su puesto en el Parque de Botero, donde era habitual verla tomar notas en su libreta, pero todos allí saben que ese punto será para siempre de Ardila.
“El sábado la vi por videollamada. Nos decía que no dejáramos caer el acopio que con tanto esfuerzo consiguió y por el que había luchado tanto. Me dijo: 'Siento que hasta acá las acompañé. Pero sigan con el sueño, no lo dejen caer'. Yo quisiera que la que estuviera aquí fuera ella y no yo”, dijo entre lágrimas.
Gisela Ardila vivió toda su vida en Belén y fue en esa misma comuna donde murió —a sus 56 años— en la madrugada del domingo tras soportar 20 días hospitalizada por una enfermedad respiratoria.
Según contó ella en vida, desde los trece años trabajó en la calle rebuscándose inicialmente en el parque de Belén como vendedora de chance y lotería. Tras quedarse sin trabajo y presa de las afugias económicas se fue a trabajar al Parque de Berrío.
Allí comenzó, hace casi 30 años, vendiendo minutos. Luego se puso a vender tintos gracias al impulso de doña Clara —otra matrona ya fallecida— y de don Ramón, quien dirigía un acopio de tintos en la zona. Desde ese momento Gisela tuvo cierto éxito, pues atendía con gusto y amabilidad, hecho que la convirtió en hasta consejera de sus clientes, quienes llegaban a contarle sus penas.
Sin embargo, fue antes de la pandemia que su papel de líder indiscutida de las tinteras cobró relevancia y la llevó a ser una de las lideresas de Asotintos. Y es que en esas épocas las tinteras no solo tenían que soportar ser víctimas de delitos como la extorsión, el acoso y el abuso sexual, sino también las condiciones descaradas que algunos tercerizadores del tinto en el centro les ponían cada día. A esto había que sumar que a veces eran víctimas de la persecución de funcionarios de Espacio Público.
Pero la tapa de todo fue la pandemia, pues la mayoría de tinteras son mujeres humildes que durante la cuarentena aguantaron hambre. Incluso una de ellas se quitó la vida ante su desesperada situación.
“Su principal contribución fue la de visibilizar a la mujer tintera, personaje elemental en un país cafetero. Ella visibilizó a estas mujeres como víctimas de ciertas problemáticas, pero también mostró su importancia como 'escuchadoras'. Ella fue capaz de hacer resistir a las trabajadoras del tinto en pandemia. Ella alzó la voz ante la administración para que tuvieran trato digno, y desde su liderazgo es que surgió Asotintos”, explicó Juan Fernando Arenas, oficial del programa Suma Social de Usaid.
El trabajo de Gisela fue tan importante que siempre fue fuente obligada para los periodistas que querían conocer a detalle las problemáticas del Centro. Es más, su relevancia fue tal que llegó a exponer la situación de sus compañeras en espacios como la concertación del Plan Nacional de Desarrollo en el Congreso, según recordó Mónica Sandoval, directora de la Fundación Bien Humano.
“Su liderazgo en pandemia y en momentos como el cierre de la Plaza Botero fue importantísimo. Era una riqueza enorme poder contar con su representatividad y su voz —siempre clara y firme— que denotaba rigor en la participación ciudadana en pro de sus compañeras. La pérdida de una líder de este talante es enorme”, se lamentó María del Rosario Escobar, directora del Museo de Antioquia.
Este viernes harán un homenaje a Gisela
Aunque las honras fúnebres de Gisela se celebraron el pasado domingo, este próximo viernes 26 de enero a la 1:00 p.m. en el Parque de Berrío se llevará a cabo un acto simbólico para rendirle un homenaje al legado de esta gran líder de la ciudad. Se espera que asistan las diferentes entidades que han acompañado a Asotintos para refrendar ese compromiso de seguir acompañando a estas mujeres y mantener vivo este sindicato tal como Gisela tanto lo anheló.
Paz en la tumba de la lideresa Gisela Ardila.