Hay una anécdota que ilustra a la perfección el impacto del mural ubicado en la estación Miraflores del tranvía de Ayacucho. Recién terminado, las vecinas del sector se paraban frente al enorme mosaico y aseguraban, totalmente convencidas, que eran ellas las que estaban ahí retratadas. Y los hombres decían que esas imágenes eran iguales a varios recuerdos que tenían desde niños o a fotos que habían visto en algún viejo álbum familiar.
El mural se llama “Buenos Aires-Miraflores”, es un mosaico de 80 metros cuadrados realizado en cabeza del maestro Fredy Serna en conjunto con un grupo de artistas y cuenta la historia del transporte en Medellín, desde que el tranvía era movido por mulas a comienzos del siglo XX, hasta la aparición de los metrocables.
La monumental pieza, única en la ciudad, fue la semilla de un posterior proyecto llamado “Ayacucho te quiero mucho” que quiso convertir 4,5 kilómetros de corredor del tranvía en una galería al aire libre con 3.000 m2 de grafitis, murales, esculturas y fotografías de cerca de 30 artistas.
Esta iniciativa se integró al Proyecto Urbano Integral con el que el Metro quiso liderar una transformación social, urbanística y cultural. Sin embargo, hoy la obra del maestro Serna, que fue símbolo de la transformación de Ayacucho, arrastra un deterioro que tiene a los vecinos tristes.
El mosaico fue elaborado sobre un muro de contención. Desde el principio estuvo expuesto a la filtración de aguas residuales de una urbanización y aunque el año pasado hubo intervenciones para abrir nuevos canales y mitigar los daños, hoy el deterioro avanza. Hay quienes dicen que parece no tener salvación.
Pero sí la tiene. El maestro Serna cuenta que hace unos días visitó la obra con el equipo del Metro para evaluar qué soluciones existen. Es necesario adelantar obras de ingeniería y luego se puede emprender su recuperación.
Carlos Mario Jiménez, profesional de gestión social del Metro, explica que tienen claro el plan de mitigación, pero para adelantar las labores necesitan una nueva autorización de los propietarios de la urbanización para abrir nuevos drenajes que impidan que las aguas residuales sigan acabando el mural.
El problema, apunta Jiménez, es que esto podría tomar el resto de este año pues es necesario aguardar el invierno para detectar las filtraciones y luego otro verano para que seque, queden corregidas las filtraciones y ahí se pueda atender el mural que requiere un desmanchado con químicos.
El maestro Serna dice que entiende los asuntos burocráticos que debe sortear la empresa, pero también señala la importancia de que se prioricen las soluciones para preservar las obras artísticas que ayudaron a cualificar la obra pública que realizaron con el tranvía, pues sostiene que estas obras hacen parte de un patrimonio ciudadano que debe perdurar.
Pero las aguas residuales no son lo único que han afectado al mosaico. Lamenta el artista que durante los últimos tiempos el lugar se ha convertido en parqueadero y hasta en basurero, por lo que le ha hecho llamados al Metro para que renueve su compromiso con el urbanismo y así el corredor completo recupere el brillo que tuvo hace años.
También otros murales padecen algún grado de deterioro, pese a que en varios tramos algunos han sido intervenidos y restaurados.
Jiménez señala que en los últimos tres años la empresa actualizó su plan de gestión de obras y esto ha permitido la restauración de 15 de las 63 obras de arte del Metro, varias de estas piezas intervenidas requerían atención urgente al estar a sometidas a condiciones adversas por la exposición, por ejemplo, la Esfera Pública, del maestro Fredy Álzate, en el cruce del tranvía con Junín.
Vecinos y comerciantes piden que la restauración de obras esté ligada a la renovación de la apuesta de cultura ciudadana que ayudó a transformar el sector y que progresivamente se han ido perdiendo, algo evidenciado en la indisciplina de los actores viales (en 2023 hubo 137 incidentes viales en el corredor) y el deterioro físico de algunos lugares.