Encontrar un gimnasio con poca afluencia de público en las horas pico se ha vuelto misión imposible. Sin embargo, en el quinto piso del edificio de la Alcaldía de Medellín hay uno que pasó de congregar a cerca de 150 personas al día, a solo un puñado tras el cambio del operador del espacio.
Desde el pasado 17 de febrero –a través de un proceso de contratación por régimen especial– la Alcaldía le dio el manejo del centro de acondicionamiento físico y la zona de creación y encuentro para los servidores vinculados al Distrito, activos y pensionados, así como sus grupos familiares, a la cuestionada firma Metroparques.
El contrato por más de $1.292 millones también indica que la empresa debe asumir las tareas de promoción de estilos de vida saludables. En plata blanca quiere decir que Metroparques debe conseguir todo el personal idóneo para llevar a cabo actividades que incluyen desde asesoría en los gimnasios hasta la realización de cursos y otras actividades que permitan un mejor aprovechamiento del tiempo libre de los funcionarios.
Sin embargo, el anuncio causó curiosidad, pues hasta donde se tiene entendido este tipo de actividades no serían del resorte de Metroparques, sino más bien de otras instituciones como el Inder, si hablamos de las que hay en el conglomerado público. Por ello, el cambio de operador causó suspicacias pues este indicaría que se buscaría hacer lo mismo que ocurrió con otros contratos que quedaron en manos de Metroparques, pese a su falta de experiencia en diversos frentes.
Según le contaron algunos servidores de la Alcaldía a EL COLOMBIANO, el espacio desde su inauguración hace casi 10 años era coordinado bajo la tutela de los profesionales de la caja de compensación antioqueña Comfama.
No obstante, tras las peleas que el alcalde Daniel Quintero cazó con la caja, dicha entidad fue retirada del espacio y en su reemplazo llegó Comfenalco, que desempeñó dichas labores hasta el mes pasado cuando de forma abrupta, y a dedo, fue reemplazada por Metroparques.
La designación de la firma causa suspicacias, ya que dentro del contrato 4600097354 de 2023 no se ha conocido documentación en el Secop que sugiera que hubo un proceso formal en el que se postularan más oferentes y deja dudas acerca de si la mayoría de recursos se irían en la tercerización de los profesionales necesarios para suplir el objeto del contrato.
Poca experiencia es evidente
De hecho, según los consultados que hablaron bajo reserva, la inexperiencia de Metroparques es evidente más allá del tema del gimnasio.
“A Metroparques le ha ido muy mal, porque ellos un mes después apenas están tratando de conseguir un tercero para poder cubrir toda la oferta de actividades que teníamos. Por ejemplo, ellos en sala deben tener como mínimo dos instructores y hoy solo hay uno. No hay ‘profes’ para clases grupales. No han llegado los especialistas en Deportología, Fisioterapia y Nutrición, entonces las citas están represadas”, añadió uno de las consultados.
Otro funcionario indicó que aspectos tan básicos, como el control de la aplicación para coordinar el ingreso de los servidores de forma ordenada, no están funcionando, por lo que el desorden es evidente. “Eso allá ya está operando como un gimnasio de unidad residencial. Uno entra y hace lo que puede. Ahora, le están restringiendo el ingreso al personal que antes ingresaba tranquilamente, como los pensionados, porque no hay cómo atenderlos”, indicó.
Este nuevo caso refleja cómo Metroparques se ha convertido en una entidad “todera” que por directriz de la Alcaldía asume contratos para la realización de tareas más allá de su resorte.
Cabe recordar que en 2020 la Alcaldía le quitó un contrato al Jardín Botánico y se lo entregó a Metroparques. Para esa misión la empresa amplió su objeto social en julio del mismo año, bajo el argumento de que la pandemia había dejado sus finanzas por el suelo y necesitaba recibir nuevos contratos; además de que supuestamente tenía personal para hacer los trabajos. Meses después subcontrató con la polémica reforestadora El Líbano por $3.900 millones, en una cesión que dejó a los jardines manga por hombro.
Y este 2023 el Inder decidió tercerizar a través de Metroparques, la firma de un amplio paquete de contratos para el mantenimiento de los escenarios deportivos de la capital antioqueña, pese a que su objeto social dista mucho de la infraestructura.
Frente al tema, la respuesta de las autoridades ha ido de un extremo a otro. Por un lado, los organismos de control como la Personería y la Procuraduría abren investigaciones y suspenden a funcionarios de la entidad por presuntas irregularidades en dichos contratos; por el otro, la justicia le da la razón a Metroparques.
De hecho, el pasado 17 de marzo –a un mes de que empezara a ejecutarse el contrato del quinto piso– el Juzgado Sexto Administrativo de Medellín determinó que la Junta Directiva de Metroparques sí tenía la capacidad de ampliar sus actividades y por ello tenía permitido firmar los polémicos contratos interadministrativos con varias entidades del conglomerado.
La decisión se dio en medio de una demanda que interpuso el concejal de oposición Alfredo Ramos por presuntas infracciones a la norma. Para él la ampliación de actividades misionales debió pasar por el Concejo. Por el momento, mientras la justicia define si este nuevo encargo sí lo puede asumir Metroparques, el gimnasio sigue luciendo vacío porque los servidores ya no quieren ir.
“Por eso están esperando que los contratos arranquen bien para poder volver, pero no es justo porque para febrero el contrato estaba firmado. Ellos no están prestando el servicio pero siguen facturando. ¿Quién se está quedando con la plata, entonces?”, cuestionó un funcionario.
