Más de 15 años han tenido que esperar Jorge Kísner, su esposa y sus hijas para ver honrada la memoria de su hija y hermana Márjorie, quien fue asesinada por un exconvicto cuando ella trabajaba para el Municipio de Medellín.
Este homicidio conmocionó a la ciudad y ocasionó revuelo nacional, por toda la historia que lo rodeó. La víctima, que era psicóloga y entonces rondaba los 34 años de edad, estaba adscrita al Programa de Atención a la Población de Postpenados y Reinsertados de la Alcaldía y parte de su trabajo era hacerle tres visitas domiciliarias en la semana a cada familia de los beneficiarios.
El martes 2 de diciembre de 2008 al mediodía salió de su casa en el barrio Laureles con dirección al barrio Villa Hermosa, donde residía un hombre que había estado privado de la libertad en la cárcel Bellavista por delitos sexuales y porte ilegal de armas.
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Desde ese momento no se supo más de ella. La familia temía que hubiera podido ser víctima de robo o que le hubieran dado escopolamina. La profesional les había alcanzado a manifestar su preocupación porque le tocaba desplazarse a sitios lejanos y sin muchas garantías de seguridad.
Tres días después, al viernes, personas de la comunidad advirtieron la presencia de un cuerpo desmembrado en un basurero cercano al domicilio donde ella había ido a cumplir su misión. Era ella.
Luego, vino un proceso judicial contra Robert Alexánder López, el expresidiario al que había ido a visitar Márjorie. Este iba a quedar libre por vencimiento de términos, pero él mismo se negó a salir y se declaró culpable del crimen. El allanamiento a cargos le valió una rebaja del 40% de la pena, por lo que su condena quedó en 22 años de cárcel por el delito de homicidio agravado.
En ese tiempo, una jefa de Márjorie llegó a decir que entre el paciente y la psicóloga había existido una relación sentimental, algo que niega y rechaza rotundamente la familia como un intento de revictimización, y que desvirtuaron los jueces dentro del proceso en el que la familia Kisner estuvo representada por el abogado Javier Villegas Posada.
“En la declaración de ella ante el Consejo de Estado y los abogados ella (la jefa) dice que oyó esos rumores y no entra a defender a mi hermana como profesional, por no asumir la responsabilidad por cosas que se habían hecho indebidamente”, apuntó Viviana Kísner, la hermana de Márjorie.
Ese es precisamente el significado de la reparación que fue ordenada desde noviembre del año pasado por parte del ITM y el Distrito, restaurarle la honra profesional a la psicóloga sacrificada, y solo está tomando ahora forma definitiva.
Así será el acto
Fuentes de la Alcaldía le informaron a EL COLOMBIANO que justo en los últimos días pagaron la indemnización a la familia Kísner por perjuicios morales y daño a la salud, y este jueves 25 de julio a las 4:00 p.m. habrá un acto público en el que el Distrito le pedirá perdón a la familia y se exaltará la memoria de Márjorie. La ceremonia tendrá lugar en el hall del Campus Fraternidad del ITM, en el barrio Boston.
De forma paralela, en el portal oficial de Medellín publicarán durante un año completo el texto del fallo del 30 de noviembre de 2023 en el que el Consejo de Estado condena “de manera solidaria al municipio de Medellín (Antioquia) y al Instituto Tecnológico Metropolitano (ITM)” por la muerte de Márjorie Kísner Mira.
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Para ese día además, la administración de Federico Gutiérrez mandó hacer una impresión gigante de la foto de la psicóloga, que exhibirá en un punto protagónico y ya hay instalada una placa en su honor en el primer piso de la sede gubernamental de La Alpujarra, al lado de las escaleras centrales.
La sentencia, además de la reparación pecuniaria para Jorge Kísner Schutzberg (padre) y María Helena Mira (madre), lo mismo que para Viviana y Sandra (hermanas), ordena otro tipo de compensaciones.
El secretario General de Medellín, Sebastián Gómez, indicó que la administración producirá un video con la vida de Márjorie, lo mismo que una escultura con su imagen, que será esculpida por el artista que designe la familia y se exhibirá en el lugar que los allegados determinen.
Pero lo que tal vez más ha sembrado expectativa en los Kísner son los puntos siguientes: uno es la obligación de que el Distrito elabore un nuevo protocolo de protección a los profesionales que realizan trabajo de campo dentro de sus programas sociales, con el cual se pueda prevenir que tragedias como la que los embargó a ellos se repitan.
Para ellos significa mucho, sobre todo porque una de las Kisner también es psicóloga y ha desempeñado funciones similares a las de su hermana fallecida.
“Cuando sucedió esto, mi otra hermana estaba trabajando en un proyecto de Buen Comienzo y cambiaron también a visitas domiciliarias; yo les decía que no importan las palabras vacías, llenas de nada, porque sabíamos que hay programas en que todavía se desprotege al profesional y lo obligan a hacer visitas sin seguridad”, añadió Viviana.
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Según el secretario Gómez, este documento que será de aplicación obligatoria –también llevará el nombre de ella– se conocerá en pocos días.
El otro tema es la investigación –que ya está en curso– cuyo eje temático es la atención psicológica de la población carcelaria y postpenada con miras a su recuperación, y en cuya portada estará igualmente nombrada Márjorie Kisner.
“En primer lugar, aclaramos que son hechos del año 2008 y aunque no son de nuestra administración representamos al Distrito de Medellín y debemos aceptar que el Estado fallo, se equivocó con Márjorie kisner; esto ya fue dictaminado por un juez; por eso acatamos la orden judicial, pero más allá hay que partir de que cuando nos equivocamos tenemos que aceptar los errores y garantizar la no repetición”, apuntó el secretario Gómez.
La vida de Márjorie Kísner es toda una historia de superación. Cuenta su hermana Viviana que da niña sufrió de hiperactividad y déficit de atención, y los mayores dudaban que fuera a poder coronar una carrera, pero se esforzó para culminar el bachillerato en el Cesde y estudiar psicología en la Universidad Sanbuenaventura. Un mes antes de su muerte había terminado una especialización en psicología clínica en la UPB.
Desafortunadamente doña Helena, la mamá que tanto luchó por la superación de ella, no presenciará la inmortalización de su memoria en el acto al que irá toda la familia, porque en buena parte debido a que no soportó el golpe de su muerte, sufrió un deterioro grave de salud.